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Muerte en el vertedero: ¿crimen o infortunio?

La localización en un basurero de Toledo de los cadáveres de dos primos menores de edad desaparecidos en Madrid confronta la versión policial con la de las familias

Familiares y amigos de los menores hallados muertos en un vertedero de Toledo reivindicaban a principios de enero una investigación a fondo sobre su fallecimiento.Foto: Ricardo Rubio | Vídeo: Europa Press
Patricia Ortega Dolz

Infortunio o crimen. La muerte de los dos primos madrileños, Fernando Fernández García, de 17 años, y Ángel Fernández Silva, de 11, cuyos restos han sido encontrados, casi con un mes de diferencia uno del otro, en el vertedero de residuos urbanos de Ecoparque de Toledo, ha desatado un conglomerado de elucubraciones que amenaza la concordia entre familias gitanas. Una pregunta sigue sin respuesta: ¿por qué llegaron los cuerpos de los niños a la planta de basuras de la capital castellano-manchega?

A los menores se les perdió la pista el 10 de diciembre, cuando salían de un supermercado de la cadena Híper Usera, en la calle General Ricardos, en el barrio madrileño de Carabanchel. Aquella tarde, los chicos les dijeron a sus padres que iban a comprar algo de comer, y ya no regresaron. Las cámaras de la zona, revisadas posteriormente por la policía, muestran su periplo, que se inicia en los pasillos de la estación de metro de Marqués de Vadillo. Después, su imagen queda registrada en la estación de autobuses de Madrid y, sobre las 19.00 horas, en la de Toledo. Las grabaciones los captan luego en el hotel Zentral de esta última ciudad —del que entran y salen—, y, posteriormente, se los ve andando por el centro en una noche de frío y lluvia, según señalan fuentes policiales. Hasta ahí lo que se puede apreciar en las cámaras. Lo que resultó imposible fue la geolocalización de los menores porque ninguno de los dos llevaba teléfono móvil.

Inicialmente, la policía barajó que detrás de la desaparición y muerte de los chicos pudiese haber “un lío entre familias”. Ahora, sostiene como principal hipótesis, y “ante la ausencia de otros indicios”, que los menores se pudieran meter en un contenedor de basuras en la calle para guarecerse y que un camión de recogida se los llevase después provocando un accidente fatal. A los padres, que al principio defendían la investigación policial, aunque negaban “líos entre parientes”, esa explicación les parece completamente inverosímil. Según ellos, los chavales estaban “acostumbrados a la calle” al venir de “una familia de chatarreros”, y creen que “alguien se los llevó y los mató, o los dejó inconscientes en un contenedor”.

El 21 de diciembre se supo que, seis días antes, el 15, un operario del vertedero Ecoparque de Toledo había encontrado un cuerpo humano en la cinta de distribución de basuras. Sin embargo, nadie ató cabos hasta ese día. “En Madrid buscaban a dos niños desaparecidos desde el día 10 y en Toledo hallaban el cuerpo de un chaval en un basurero. Pero nadie cayó en la cuenta de que se trataba del mismo asunto: hubo una clara descoordinación policial”, denuncia Juan José Cortés, pastor evangélico y padre de la pequeña Mari Luz, la niña de cinco años asesinada en Huelva en 2008 por un vecino del barrio. Por su experiencia personal, Cortés ha ejercido de mediador entre las familias en este caso de los niños de Carabanchel, un asunto que se enturbia según han transcurrido las semanas.

La autopsia preliminar determinó que Fernando murió por asfixia. “Pero, a falta del estudio forense definitivo, aún no se sabe qué tipo de asfixia, si murió por aplastamiento, por intoxicación o por ahogo, ni tampoco si el óbito ocurrió antes o después de llegar al contenedor. Hay muchas incógnitas y la investigación debe aclararlas para concluir que fue un accidente, si es que es así”, advierte Cortés. El 11 de enero operarios del vertedero hallaban una extremidad del pequeño Ángel, y el sábado encontraban su torso y otras extremidades en la planta de residuos, con capacidad para 250.000 toneladas de basuras procedentes de toda la provincia de Toledo.

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Vista del vertedero de Toledo.
Vista del vertedero de Toledo.AngelesG.Visdomine (EFE)

Casamientos y separaciones

“Los chicos fueron a Toledo a ver a la que fue esposa de Fernando”, explica Carlos García Barrett, el detective privado contratado por la familia de los menores fallecidos, desesperado por encontrar respuestas a sus muertes. La chica, de 17 años, se casó con Fernando cuando ambos eran adolescentes y tiempo después lo dejó, “por desavenencias con la familia de él, con la que se había ido a vivir a Madrid”, relata el investigador, erigido recientemente en portavoz familiar. “Después, se casó con otro joven gitano de Galicia, a quien dejó dos meses antes de regresar a Toledo a vivir con su padre, recientemente”. Los familiares aseguran que los dos exmaridos seguían enamorados de ella. El segundo “llegó a tirarse por una ventana de rabia y ha quedado en una silla de ruedas”, cuentan esas fuentes.

Aquel fatídico 10 de diciembre en el que se les pierde la pista a los menores, la exesposa de Fernando estaba efectivamente en Toledo, pero en casa de su madre, en un bloque de pisos ocupados de un popular barrio de la capital castellano-manchega. “La chiquilla estaba en realidad viviendo con su padre, pero él la había dejado allí un par de días”, cuentan los familiares. El matrimonio de los padres también se había roto hacía años y estaban separados. La chica, interrogada por la policía, dijo que nunca llegó a ver a Fernando aquel día. También se lo aseguró a los padres de los dos fallecidos, que se presentaron en casa de su madre la noche en que desaparecieron los chavales, al sospechar que hubiesen ido a buscar a la joven. Dos días más tarde, varios parientes del segundo marido de la chica le dieron una paliza en la casa de su madre, según ha relatado ella misma. La madre pintó además de nuevo la casa, según ella porque llegaba la Navidad, pero eso no ha hecho más que acrecentar las sospechas de la familia de Fernando y Ángel de que allí pudo suceder algo extraño.

“Hemos pedido que se abra una pieza secreta para que los testigos protegidos declaren preservando su identidad”, asegura el abogado Marcos García Montes, que lleva ahora la representación de las familias de los menores fallecidos. Entre ellos, señala a cinco vecinos y familiares de la exesposa de Fernando, “testigos de malos tratos, de un presunto secuestro de los menores y de varios cambios de domicilio”, apunta. El juez que lleva el caso aún no se ha pronunciado sobre esa solicitud. “Es necesario que se aclaren todos los puntos ciegos de esta investigación y que se llame a declarar hasta a los pintores”, afirma el letrado. La investigación policial continúa abierta, después de que la policía científica haya inspeccionado hasta en dos ocasiones ese piso de Toledo y mientras se avivan al margen todo tipo de especulaciones.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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