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La Guardia Civil no tiene quien le sirva café en Bilbao

La cantina del acuartelamiento de La Salve permanecerá cerrada después de que ninguna empresa se presentase al concurso convocado por Interior tras destinar a labores policiales a los agentes que la atendían

Óscar López-Fonseca
Cuartel de la Guardia Civil de La Salve (Bilbao).
Cuartel de la Guardia Civil de La Salve (Bilbao).

El Ministerio del Interior ha declarado desierto, tras no recibir ninguna oferta, el concurso público puesto en marcha el pasado noviembre para encontrar una empresa de hostelería que se encargara de “la gestión y explotación” de la cafetería-comedor que existe en el interior del acuartelamiento que la Guardia Civil tiene en La Salve, en Bilbao, la principal infraestructura del instituto armado en Bizkaia y en la que hay destinados más de 400 agentes. Hasta ahora ese servicio era prestado por los propios guardias civiles “debido a las especiales circunstancias de peligrosidad que sufrían los componentes de esta Institución”, señala el pliego del concurso en clara referencia a ETA, que mientras estuvo activa asesinó a 51 guardias civiles en esta provincia vasca. Esta violencia terrorista obligó durante décadas a que fueran los propios agentes los que ejercieran de cocineros y camareros para sus compañeros, con el objetivo de evitar la entrada de personal externo que pudiera facilitar información de la instalación y sus ocupantes a la banda armada.

Ahora, y tras constatar “un cierto relajamiento de esta situación [tras el fin de los atentados en 2011 y la disolución de ETA en 2018] que permite externalizar estos servicios”, Interior pretendía “derivar” los guardias civiles destinados a atender la cantina a reforzar las labores policiales, según se recoge en la documentación a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Con ello también aspiraba a mejorar las “condiciones de vida” de los agentes destinados en el acuartelamiento, “al no tener que desplazarse a otros establecimientos” para realizar sus consumiciones diarias.

Sin embargo, tras fracasar el concurso, fuentes de la Dirección General de la Guardia Civil apuntan a que la cafetería-comedor de La Salve permanecerá cerrada. Será el único gran acuartelamiento del instituto armado en el País Vasco en el que ocurra, después de que el de Vitoria encontrara hace tres años una empresa que gestionara su cantina y el cuartel de Intxaurrondo, en San Sebastián, haya adjudicado recientemente la explotación de la suya, que ha comenzado a funcionar el pasado 1 de enero. En otras instalaciones de la Guardia Civil en el resto de España, estos contratos de explotación se licitan y adjudican habitualmente, según recoge la documentación.

La falta de ofertas para la cafetería-comedor de La Salve se ha producido pese a que la Guardia Civil destacaba en el expediente de licitación las supuestas bonanzas del contrato. Así, en el llamado “informe de viabilidad”, apuntaba que la clientela potencial de la cantina era de 486 personas, entre agentes, familiares de estos que se alojan en las viviendas del acuartelamiento y los que denomina “usuarios indirectos”, en referencia a “ciudadanos, visitas de amistades a componentes del cuerpo, etc.”. El instituto armado también resaltaba que su personal “hace uso del servicio de forma habitual conforme a los usos y costumbres nacionales”.

Y añadía que un 22% de estos potenciales clientes “utiliza los servicios de cafetería, lo que supone 107 usuarios por día”, además de augurar que, según los datos de 2019, último año antes de la pandemia, se servían un mínimo de 54 menús diarios (entonces se ofrecía por tres euros y medio, porque el gasto de personal era cero al prestar el servicio los propios guardias). No obstante, el expediente también admitía que los agentes “no están obligados a utilizar los servicios de cafetería/comedor” y que “la cifra de potenciales clientes es incierta y la entidad contratista está obligada a la prestación del servicio aun cuando no le resulte rentable”.

Por ello, como último aliciente, el instituto armado destacaba que la propia comandancia se haría cargo de los “gastos de electricidad, agua, basuras, alcantarillado y gas natural”, que cuantificaba en un total de 6.256 euros anuales. Con todos estos datos, el expediente del concurso estimaba que la explotación de la cafetería-comedor podía suponer para el adjudicatario unos “ingresos anuales” de 65.391 euros, de los que al menos 4.520 serían de beneficio bruto. La documentación detallaba que la cafetería tenía 190 metros cuadrados, con 11 de barra, y el comedor, 110 metros cuadrados, con capacidad para 70 comensales.

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El contrato contemplaba una duración inicial de un año, prorrogable por otros tres. No iba a tener ningún coste para la Administración y la elección se iba a hacer en función de las mejoras que propusieran las empresas que concurrieran, entre ellas, que pusieran a disposición de los guardias civiles ejemplares de prensa nacional, local o deportiva (dos puntos por cada diario), que tuvieran un canal de televisión con retransmisiones deportivas (tres puntos) o la variedad de menús (10 puntos), entre otros.

Con estas cifras, el 29 de noviembre la Guardia Civil convocó el concurso. Menos de un mes después, el pasado 27 de diciembre, la mesa de contratación constataba que no se había recibido ninguna “oferta o proposición” y el coronel Pascual Segura, jefe de la comandancia de Bizkaia, se veía obligado a declarar desierta la licitación, según se ha hecho público este martes en la plataforma de contratación.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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