_
_
_
_
_

Siete vidas segadas de camino a la cena de Nochebuena

El accidente del autobús de Pontevedra acabó con los sueños de Eneas Valverde, un púgil de 21 años que estudiaba hostelería, o de la solitaria Edith Luz Luya, una mujer peruana que en pocos días iba a pedir la nacionalidad española

Agentes de la Guardia Civil inspeccionaban el lunes el autobús siniestrado para estudiar cómo izarlo desde el lecho del río Lérez.Foto: EFE | Vídeo: EPV

En el gimnasio In Legatum Sport Club de Vigo dedicaron “todas las clases” del lunes a hablar de Eneas Valverde Ruibal. Él es la víctima más joven del accidente de autobús que a última hora de la tarde del día 24 ahogó en el río Lérez —a la altura del municipio pontevedrés de Cerdedo-Cotobade— las vidas de siete pasajeros con historias muy distintas, que viajaban en el mismo coche casi todos sin nada en común salvo el propósito de llegar pronto a sus destinos para cenar por Nochebuena. Eneas tenía 21 años y ha dejado una huella enorme entre sus compañeros, que “están deprimidos”, cuenta muy afectado el propietario del gimnasio, Antonio Rebouras, que fue entrenador del chico “desde los cinco años”, de taekwondo primero y boxeo después. “Lo vi crecer, era como un hijo, él y dos de sus hermanos, todos con nombres que sus padres sacaron de la Ilíada”, comenta Rebouras. “Hoy le vamos a dedicar todo el día”, anuncia el preparador: “Se merece un buen recuerdo, y su vida nos ha dado una lección. Hay que vivir feliz el día a día porque nunca se sabe lo que te reserva el destino a la vuelta de la esquina. Eneas siempre sonreía, era agradable, extrovertido y guapetón”. Llegó a ser subcampeón de Galicia a los 17 años.

El joven, natural de Nigrán (municipio pontevedrés al sur de Vigo), habría querido ser piloto de avión, pero acabó matriculándose en Hostelería y Turismo en Lugo, la ciudad de la que partía el autocar del grupo Monbus que el sábado se precipitó al río en medio de un fuerte temporal.

Eneas Valverde Ruibal, en una imagen de hace unos años cedida por Antonio Rebouras, su entrenador.
Eneas Valverde Ruibal, en una imagen de hace unos años cedida por Antonio Rebouras, su entrenador.

“Lo estuvimos hablando aquí, en el Ayuntamiento: fue la peor noche de todo el año”, afirma el alcalde de Agolada (Pontevedra), Luis Calvo, que ha decretado, como Nigrán y Cerdedo-Cotobade, tres días de luto oficial por las víctimas: cinco mujeres y dos hombres. “Es una pena muy grande, toda Agolada llora con estas familias”, repite varias veces durante la conversación el político, que se enteró “a las dos de la mañana, por una llamada del teniente de alcalde”. En su pueblo habían nacido tres de los siete fallecidos: Mercedes Castro Blanco, de 58 años; Cruz Castro Eiras, de 69, y su hijo Jaime Val Castro, de 40. Los dos últimos ya no vivían allí, sino en el cercano Lalín, pero sus familias son “queridas y conocidas”, recalca el regidor. Lo mismo que la de Mercedes, una ganadera jubilada que aún residía en Agolada y que había perdido a su madre, casi centenaria, este verano.

En el camposanto de San Pedro de Carmoega (Agolada), la aldea donde tenía su casa Mercedes, se celebró el lunes su funeral y sepelio. Su cadáver fue el primero en ser rescatado en la noche del accidente, en torno a las dos de la madrugada. Estaba todavía atrapado dentro del autobús azul de 55 plazas que reventó la barrera del viaducto y se precipitó al río desbordado por la casi incesante lluvia que castiga Galicia después de la sequía histórica del verano.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Mercedes Castro, muy conocida, entre otras cosas, porque su exmarido, Rafael Méndez, es concejal en Agolada, vivía con su hijo más joven, Darío, en Carmoega. En Nochebuena, pese a que arreciaba el temporal, decidió conducir hasta Lalín, donde hacía parada el autobús, y viajar en él hasta Pontevedra por la N-541 para cenar con su hija Iria y sus dos nietos, Roi y André. Al ver que no llegaba a la cita, toda la familia se desplazó hasta el lugar del accidente. Fueron los primeros en identificar el cadáver.

Miembros del operativo de rescate trasladaban el lunes el cadáver de la séptima víctima mortal.
Miembros del operativo de rescate trasladaban el lunes el cadáver de la séptima víctima mortal. Lavandeira jr (EFE)

El último cuerpo fue avistado por un helicóptero en el Lérez, a más de un kilómetro del lugar del accidente, el lunes por la mañana. Mari Luz Álvarez es la séptima víctima mortal: una mujer de 47 años que viajaba junto a la vecina de Ponteareas María del Rosario González Rocha, la pasajera que logró telefonear al 061 pidiendo socorro y la única que sobrevivió —además del conductor—. Está ingresada en la UCI del hospital pontevedrés de Montecelo con fracturas. Ella y su amiga habían visitado a personas allegadas en la cárcel lucense de Monterroso y planeaban celebrar juntas la Nochebuena en Vigo.

Mientras las familias velan ya los cuerpos, la investigación de las causas del accidente, a cargo de la Policía Judicial de la Guardia Civil, empieza a recoger las piezas del puzle. El fuerte temporal y un posible exceso de velocidad son elementos que se analizarán a partir de lo que revele el tacómetro y el propio autocar, que será izado con grúas a partir de este martes, una vez descienda el caudal del río con la mejora del tiempo. Para llevar a cabo este operativo se están realizando cálculos y pruebas de carga. “Vamos a traer al grupo especial de siniestros de tráfico para investigar”, ha dicho José Miñones, delegado del Gobierno en Galicia, desplazado al lugar de la tragedia. Es necesario comprobar la resistencia del puente y el peso del vehículo, ahora multiplicado por cuatro porque está lleno de agua.

Apenas cinco minutos antes de desencadenarse la tragedia, Edith Luz Luya Quispe, nacida en Lima (Perú) hace 49 años, tuvo la mala fortuna de llegar a tiempo al autobús en la parada que este servicio habitual, procedente de Lugo y con destino final en Vigo, hacía en Folgoso (Cerdedo-Cotobade). Ella vivía en la localidad costera de Arcade, en el municipio pontevedrés de Soutomaior, pero había encontrado trabajo como cuidadora de un anciano en el pueblo de Soutelo de Montes, según explica el alcalde de Cerdedo, Jorge Cubela. Edith no tenía familia en España, tampoco muchos conocidos, pero planeaba cenar con una compatriota en Vigo. La víctima no constaba censada en su localidad de residencia ni se ha encontrado allí ninguna documentación sobre ella, informa una trabajadora del Consistorio de Soutomaior.

El gobierno local se enteró de la existencia de esta vecina por las noticias y el lunes todavía no tenía más información. Ha sido el portavoz de la Asociación de Peruanos en Galicia (11.000 personas, casi la mitad residentes en Vigo y alrededores), Pedro Arana, quien ha aportado más datos después de contactar con la amiga de la víctima y con la familia en Perú, a través del consulado. Edith Luz contaba los días hasta enero, el momento en que cumpliría el tiempo necesario residiendo y trabajando en España, para solicitar al fin la doble nacionalidad. Según Arana, los parientes deberán decidir ahora si desean repatriarla.

El alcalde de Nigrán, Juan González, conocía personalmente a Eneas Valverde, el joven estudiante de hostelería y promesa del boxeo. El más pequeño de cuatro hermanos, pertenece a una familia con raíces en Nigrán y en Baiona, propietaria de un negocio de generaciones, la relojería Ruibal. “Es tremendamente doloroso, estamos consternados aquí y en Baiona”, declara el regidor en el Ayuntamiento con la bandera a media asta. Aunque ya estaba estudiando una carrera, el chico seguía amando el boxeo y entrenando. A los 17 años, después de convertirse en subcampeón de Galicia en categoría joven, según su entrenador, pudo ir al campeonato de España gracias a los contactos entre federaciones: “La Rioja no tenía representación, y él, en vez de ir por Galicia fue por esa comunidad y consiguió el bronce”.

Cruz Castro Eiras y su hijo Jaime Val Castro subieron al autobús en Lalín, su localidad de residencia, para reunirse en Pontevedra con Mario, otro de los tres hijos de Cruz, con el que iban a pasar las Navidades. En el autocar coincidieron con otra viajera conocida, la profesora de 44 años Guadalupe Díaz González. Los tres fallecieron en el accidente. Guadalupe era natural de Lugo pero residía en Lalín, donde había dado clases en un par de institutos. Actualmente impartía Lengua Castellana a alumnos de la ESO en el instituto de O Carballiño (Ourense), según fuentes municipales. Era madre de dos niños, y también se dirigía a la ciudad de Pontevedra, donde la esperaban para cenar en familia.

“Eran personas muy conocidas y queridas. El pueblo está completamente impactado por la noticia, no se habla de otra cosa”, cuenta el alcalde de Lalín, José Crespo. “Es una población de más 20.000 habitantes, pero aquí nos conocemos todos... Una desgracia así siempre es dolorosa, pero en estas fechas lo es todavía más”, lamenta.

Minuto de silencio en el Ayuntamiento de Cercedo-Cotobade en homenaje a los fallecidos en el accidente.
Minuto de silencio en el Ayuntamiento de Cercedo-Cotobade en homenaje a los fallecidos en el accidente. Gustavo de la Paz (Europa Press)

El análisis del tacógrafo

El grupo especial de la Guardia Civil que se encarga de investigar las causas del accidente tratará de despejar las incógnitas este martes, cuando los equipos de rescate puedan reflotar el autobús y recuperar el tacógrafo, el dispositivo electrónico que registra todos los sucesos originados en el vehículo. Está previsto que los trabajos a pie del río Lérez para reflotar el autobús comiencen a primera hora, si las condiciones climatológicas lo permiten, según fuentes de la Guardia Civil..

Las primeras hipótesis apuntan a que las fuertes precipitaciones pudieron provocar un aquaplaning, un fenómeno muy peligroso porque los neumáticos, al entrar en contacto con una balsa de agua, pierden el contacto con el asfalto y patinan; en ese caso, la velocidad reducida es fundamental para controlar el vehículo. Llama la atención de los investigadores que el accidente se registrara en una recta, después de un trayecto con bastantes curvas, pero también apuntan como factor la tormenta eléctrica que estalló en algunas zonas del interior de la provincia de Pontevedra en el momento del siniestro.

La declaración del conductor también será clave para la investigación, pero todavía no se ha formalizado ningún atestado policial, según confirmaron el lunes a EL PAÍS las mismas fuentes. El empleado de Monbus, Carlos Monzón, de 63 años, con larga experiencia al volante, ya ha sido dado de alta en el Hospital Universitario de Santiago, y tras el accidente dio negativo en los test de alcohol y drogas.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_