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El inmigrante que llegó sin papeles y ahora lucha contra la despoblación y el fuego en Navarra

El argentino Cristian Florentin combate la crisis demográfica del rural formando a jóvenes en el sector del vino. Otras comunidades se han interesado por el proyecto

Cristian Florentin
El argentino Cristian Florentin, entre viñedos en San Martín de Unx.PABLO_LASAOSA
Amaia Otazu

El argentino Cristian Florentin (Buenos Aires, 30 años) lleva dos años viviendo en San Martín de Unx, un pueblo de apenas 400 habitantes, a 45 kilómetros de Pamplona y con una fuerte tradición vitivinícola. Asegura sentirse como en casa, y eso que ni siquiera le gusta el vino: “Me voy acostumbrando, ¿eh? El blanco y el rosado sí que los paso, pero el tinto ya...” Llegó a su nuevo hogar como inmigrante sin papeles. Hoy es uno de los artífices del proyecto Ecopueblo, que lucha contra la despoblación rural buscando gente joven que garantice el relevo generacional en el sector vitivinícola. Él ya salvó de la desaparición a este municipio el pasado junio, cuando estuvo “a dos minutos” de quedar reducido a cenizas. Cercado por un incendio, los bomberos dieron por perdido el pueblo de San Martín de Unx y se retiraron ante el riesgo de perder vidas humanas. Una decena de vecinos decidió quedarse para luchar contra las llamas y las derrotaron. Entre ellas, estaba él.

Florentin dejó su país de origen a principios de 2019 y se marchó a recorrer Sudamérica. Un año y medio después, se despertó en San Martín de Unx, tras conocer a una navarra que hoy es su expareja y con la que viajó a España. Acabaron en el pueblo por la carestía de los alquileres. La familia de una amiga tenía allí una casa cerrada desde hacía tres años. “Es un pueblo chiquitito en el que no vive mucha gente y la mayoría es mayor, pero si quieren, la ven, y si les gusta, se quedan”, recuerda Florentin que le dijo la chica. Y ahí sigue.

La primera etapa fue difícil, “acostumbrado a estar en una ciudad tan grande como Buenos Aires”. Se dedicó a estudiar inteligencia emocional y coaching personal, hasta que escuchó hablar del proyecto Ecopueblo, financiado a través del Fondo Social Europeo. Se trata de una iniciativa liderada por la Fundación Emplea, en la que un equipo de nueve personas de entre 25 y 31 años trabaja para combatir la despoblación rural buscando jóvenes para el sector vitivinícola. Entre ellos, el ingeniero Iñigo Méndez (Pamplona, 28 años), cuya familia es de San Martín, y Saioa Amundarain (Atallu, 28 años), coordinadora de proyectos.

Los tres recuerdan entre risas las primeras conversaciones con Florentin. Él se puso en contacto con Amundarain, pero el hecho de ser un inmigrante sin papeles complicó su entrada en el proyecto. Méndez reconoce que al principio desconfiaron: “Cuando Saioa me dijo que llamaba un argentino del pueblo, a mí me sonaba raro porque no conocía a ninguno. Luego me decía que no tenía papeles y, claro, meter a alguien sin papeles en una formación con maquinaria era complicado”. La insistencia de Florentin fue clave y finalmente le hicieron un hueco. “Si alguien que está llamando todos los días pide la oportunidad, aunque no tenga papeles, igual es más inteligente escogerle que elegir a alguien que haya hecho un curso de viticultura”, explican. A Florentin, la burocracia le resultaba indiferente: “Yo quería meterme como fuera, tener contacto con el pueblo, generar una red. No sé si me interesaba tanto la formación técnica”.

Saioa Amundarain, Cristian Florentin e Iñigo Méndez, en el pueblo de San Martín de Unx.
Saioa Amundarain, Cristian Florentin e Iñigo Méndez, en el pueblo de San Martín de Unx.PABLO_LASAOSA

Poco después de terminar el programa, Florentin logró regularizar su situación administrativa y comenzó a trabajar en una empresa de la zona, en logística. Consiguió un buen puesto pero volvió a contactar con la fundación: “Les dije que me ofrecía a trabajar de manera voluntaria”. Pocos meses después, surgió la oportunidad cuando la entidad desarrolló el proyecto Vivid que, tal y como explica Amundarain, “es un laboratorio de proyectos en torno al vino, la viticultura y la despoblación”: “Intentamos impulsar estos sectores, innovar y generar iniciativas que puedan ser replicables en otros lugares”. Entre ellas, la Academia Vivid para personas interesadas en el sector del vino o programas inmersivos con jóvenes que mientras se forman, residen en el pueblo y contribuyen a revitalizarlo. Florentin trabaja como formador en estos proyectos.

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Salvar el viñedo volcánico en La Palma

Las perspectivas de futuro son muy buenas. Tienen proyectos en varias zonas de Navarra, como Tierra Estella o Pirineos, y este noviembre van a acudir a Zaragoza, Alicante y la Rioja Alavesa para compartir su experiencia. “El mundo del vino puede ser una palanca de desarrollo contra la despoblación rural. Creemos que hay muchos San Martín de Unx por ahí, aunque como el nuestro, solo hay uno”, se ríe Méndez. Colaboran con el sector vitivinícola de la isla de La Palma, que el año pasado sufrió la erupción del volcán. Allí, junto a la Bodega Llanovid Cooperativa, han desarrollado el Legado del Viñedo Volcánico. Es una formación orientada a personas desempleadas para que tomen el relevo en el sector. En estos momentos, hay siete alumnos.

Uno de los capítulos que más ha unido a Florentin y sus vecinos tuvo lugar el fin de semana del 19 de junio, cuando el fuego cercó el pueblo. Junto a Méndez, fue uno de los pocos habitantes que se quedaron a intentar salvarlo. “Hubo un momento en el que estábamos tres con la manguera, pero el fuego entró como un obús”, cuenta Méndez. “Echamos a correr todos, incluidos los bomberos, que incluso dejaron allí el camión. Las llamas rodearon algunas casas y los bomberos empezaron a desalojar el pueblo porque las que corrían riesgo eran las vidas humanas. Pensamos que era la última vez que íbamos a ver el pueblo vivo”. Aun así, ellos se quedaron. “No lo pensé mucho. Me nació y me quedé”, reconoce Florentin

Se vivieron instantes de mucha tensión. Hasta que sucedió el milagro. En el último momento, relata Méndez mientras le tiembla levemente la voz, “cuando nosotros estábamos remojando los tejados de las casas, pasaron los hidroaviones y descargaron sobre las tres entradas del fuego al pueblo. Los bomberos vieron que se podía entrar por un extremo y vimos que el pueblo no se quemaba”. Florentin recuerda la angustia por perder su hogar. “En ese momento pensaba: ‘Ahora que estoy a gusto en un lugar, con lo difícil que es, va y se me quema el pueblo, ¿y ahora a dónde voy?” Cuando empezaron a evacuar a los vecinos, muchos se le acercaron ofreciéndole casa en Pamplona o en Tafalla: “Pero yo decía: ‘No, yo quiero estar acá, en el pueblo, en mi casa”.

Florentin se siente muy agradecido a sus vecinos y a la fundación por cómo le han acogido: “Es una familia grande, no un pueblo chico”. Méndez se erige en portavoz del municipio para darle las gracias a él. “En los pueblos somos poquita gente y alguien con ambición, con ganas y con buenas intenciones impacta de forma real en la vida del resto. Si un día se quiere ir, nos dará pena. Ya estamos planeando a ver cómo hacemos para encerrarlo en casa...”, bromea. Sin embargo, Florentin no tiene intención de marcharse por ahora.

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