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La felicidad se mide y se estudia

La Universidad de Castilla- La Mancha cuenta con un ‘Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida’ que desde la pandemia estudia la felicidad de los españoles. El último informe concluye que somos más infelices ahora que durante lo peor de la COVID-19

La felicidad se puede investigar desde el punto de vista académico y así lo llevan haciendo desde el año 2020 en la Universidad de Castilla-La Mancha a través del ‘Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida’, único en España. Lo hace un grupo de investigadores de la UCLM en Albacete y Ciudad Real que han elaborado el Informe “Felicidad y Calidad de Vida de los españoles” que arroja interesantes conclusiones, como que los españoles somos menos felices ahora que hace dos años, en plena pandemia, y que los jóvenes son el grupo de edad más infeliz con su situación personal.

El Informe de la Felicidad parte de la pandemia ya que, en 2020, el investigador principal de este grupo, el catedrático en Economía Aplicada (Econometría) Víctor Raúl López Ruiz, diseñó un modelo de cálculo sobre la evolución de la COVID-19 y las defunciones por la enfermedad que hizo que ganase notoriedad en las redes sociales. Utilizó esto para solicitar ayuda para la realización de este informe y consiguió más de 900 respuestas con las que poder trabajar. Ese fue el primer informe de la felicidad y el que concluyó con el indicador más alto, un 7,68 sobre 10. En 2021 nos sentíamos más infelices que en 2020 y en 2022 la cosa no mejoró. La explicación, según el autor principal del informe, fue la fecha en la que se hicieron las encuestas: en pleno verano de 2020, cuando creíamos que ya habíamos superado la pandemia.

Los siguientes estudios incrementaron la muestra hasta tal punto que el de 2022 permite hasta diseccionar los datos por comunidades autónomas. Así, asturianos, castellanomanchegos y extremeños son los españoles más felices, mientras que los cántabros, murcianos y vascos los que menos. Este aumento en la muestra fue posible porque el Informe contó con financiación de la Cátedra de Igualdad de la Universidad de Castilla-La Mancha y para el año que viene se busca seguir incrementando el número de participantes para reducir el margen de error por debajo del 2%. La igualdad precisamente será el siguiente informe que elabore este ‘Observatorio de Intangibles’, cuyo trabajo se remonta a más allá de la pandemia.

La mayor parte de sus componentes –son tres catedráticos, una profesora ayudante doctora y una doctoranda- empezaron realizando informes de consultoría para empresas dentro de la universidad donde se dedicaban a analizar parámetros llamados “intangibles”, como el capital intelectual. Víctor Raúl López Ruiz, catedrático en Economía Aplicada (Econometría) y Domingo Nevado Peña, catedrático de Economía Financiera (Contabilidad) son autores del libro El Capital Intelectual. Valoración y Medición. De analizar el capital intelectual de las empresas se pasó a analizar el de países, regiones o ciudades. Los parámetros que se emplean para llevar a cabo este trabajo son, fundamentalmente, económicos: salarios, calidad del empleo, movilidad geográfica. Además, otros elementos intangibles que también empezaron a analizar fue el llamado capital estructural de un país, una región o una ciudad, que es la imagen que se tiene de él o ella o el comercio internacional en el caso de un estado. Los datos los obtenían de bases como Eurostat, que en los últimos años redujeron su publicación; de ahí que optasen por emplear su propia muestra.

Este ‘Observatorio de Intangibles’ es único de España, aunque reconoce Ruiz que esto de estudiar los intangibles sí que es más frecuente en universidades de los países nórdicos europeos. Este grupo de trabajo de la UCLM ha colaborado también con universidades extranjeras, como la Valahia University de Târgoviște (Rumanía) o la Școala Națională de Studii Politice și Administrative de Bucarest (Rumanía). Esta última ha elaborado un informe a partir del modelo español, empleando una muestra de más de medio millar de rumanos para analizar la felicidad en este país del este de Europa.

La elaboración de un estudio como el de la felicidad puede llevar más de medio año. Empieza con el diseño metodológico de qué se va a preguntar y cómo. Solo el trabajo de campo –las entrevistas- lleva unos dos meses y su posterior análisis al menos implica un trimestre de trabajo y después hay que redactar el informe y plasmar las conclusiones.

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Unas conclusiones que permiten afirmar que la población más joven es la que se declara más infeliz; algo que se explica, según el catedrático investigador principal, por la situación de precariedad laboral que arrastran. El grupo de edad de 20 a 29 años es el menos feliz y a partir de los 60 años se encuentran los mayores niveles de felicidad. El estudio se ha centrado en tres parámetros que definen nuestra felicidad: familia, lugar de residencia y situación económica. Los ricos son más felices que los pobres y aquellos que viven en el pueblo declaran sentirse mejor que los que viven en la ciudad. El informe incluye el factor COVID y se observa que la pandemia no está influyendo actualmente en nuestra vida y que ahora mismo lo que está determinando nuestro nivel de felicidad son nuevos condicionantes como la posible crisis económica a la que nos podamos enfrentar en un futuro o la guerra de Ucrania.

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