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Carlos Alcaraz: todos aman al nuevo número uno

En tiempo récord, el tenista murciano se ha convertido en una estrella global. A sus 20 años, ha provocado un auténtico terremoto que trasciende el mundo del tenis

Carlos Alcaraz
El tenista Carlos Alcaraz durante el último torneo Mutua Madrid Open.James Rajotte
Alejandro Ciriza

“Ahí está, prepárese. Llega la estampida…”. Un guardia de seguridad de la Caja Mágica de Madrid advierte conforme se adivina la silueta de Carlos Alcaraz a lo lejos y va agrandándose a medida que el tenista se aproxima por el túnel. Acaba de finalizar el entrenamiento y, un día más, la secuencia se repite: la marabunta se despliega, arrolla, engulle. Y, finalmente, absorbe al deportista. Carreras y empujones varios en busca de un hueco en la primera fila. Las chapas de la estructura metálica sobre la que se asienta el graderío generan un sonido metálico que deriva en griterío enfervorizado y golpes de flash cuando el chico, de 20 años recién cumplidos, Carlitos, pese a la barba de tres días y el corpachón esculpido que asoman, llega al vallado y durante 10 minutos trata de atender el máximo número de peticiones.

“Esto está siendo una verdadera locura. Lo del año pasado ya fue algo fuera de lo normal, pero la fiebre ha subido todavía más. Se lo merece, debe disfrutarlo, pero siempre con cuidado; es muy joven y una situación de este tipo se te puede ir de las manos”, comenta a escasos metros de la escena el fisioterapeuta Juanjo Moreno, el hombre que vela por salvaguardar el físico del campeón; campeón porque, otra vez, Alcaraz ha conquistado el Masters de Madrid de manera consecutiva —logro conseguido hasta ahora solo por un tal Rafael Nadal— y continúa deslumbrando aquí y allá, lo mismo en el cemento de Indian Wells que en la arena de Buenos Aires o Barcelona. Como una gigantesca ola que casi todo lo cubre, el murciano —”el mismo chaval de siempre”, dijo a este periódico en Nueva York tras ganar el último US Open— ha acelerado el proceso que se intuía que podía tener lugar. Ha hecho saltar todo por los aires. De alguna forma, él y su meteórica ascensión parecen no entender de tiempos ni de linealidad, de las fases lógicas de la escalada. Es el aquí y el ahora. El ya mismo en este mundo global, tecnológico y viral. No titubea en la respuesta, sin medias tintas: “Quiero ser uno de los mejores de la historia”, aseguró en marzo en Miami en un encuentro con periodistas.

De momento, Alcaraz sigue abriéndose paso deportiva y mediáticamente a dentelladas, como en su día lo hizo el sueco Björn Borg. Ya posee un Grand Slam —el US Open del año pasado—, ocupa la cima de su deporte y sigue recopilando trofeos y récords de precocidad a una velocidad estratosférica. No corre, vuela; no compite, sencillamente gana. En su despacho, el director del torneo madrileño, Feliciano López, que compagina el cargo con los últimos días de su carrera, da fe de todo esto. Tras 26 años en la élite, sabe bien de lo que habla. “Ha desatado una locura. Él es la novedad, y la gente quiere cosas nuevas. La vida es así… La gente se cansa de todo; no digo que lo hayan hecho de Rafa, ni mucho menos, pero como Carlitos es una cosa extraordinaria y encima es nueva, pues la gente está entusiasmada con él”, introduce. “Pero comparar a ambos es injusto; para empezar, porque el mundo ha cambiado mucho en pocos años. Creo que Carlitos es muy bueno para un determinado público, porque va a atraer a mucha gente joven a nuestro deporte y eso siempre hace falta, pero son mundos completamente distintos”, prosigue el toledano, consciente de que el aterrizaje de esta última sensación se produce en el contexto de un nuevo escenario. De lo analógico a lo digital, prácticamente.

El tenista murciano lanza pelotas a los aficionados tras un entrenamiento en Madrid.
El tenista murciano lanza pelotas a los aficionados tras un entrenamiento en Madrid.James Rajotte

Alcaraz es tenis, sí, pero al mismo tiempo Alcaraz es Instagram, TikTok, Twitch y otras tantas redes sociales de exposición e interacción que lo conectan con esas nuevas audiencias que se rigen por unos códigos tan particulares; esto es, todo inmediato, breve e intenso, a poder ser. La adrenalina del momento. Pura carne de YouTube o Twitter, también. Así lo subraya Jon Segovia, profesor de Liderazgo y Gestión del Cambio en la Deusto Business School. “Llega muy bien a los jóvenes porque pertenece a una generación distinta, la de los centennials [nacidos a partir de 1996; él es del 5 de mayo de 2003]. Son nativos digitales y tienen unos patrones de comportamiento muy específicos que a personas de otra generación tal vez puedan chocarnos. Son chicos y chicas de objetivos a corto plazo y más independientes; en ese sentido, estamos ante una nueva camada de deportistas, y parece que Alcaraz va a ser uno de los claros referentes”, apunta.

El tenista camina por las entrañas de la Caja Mágica envuelto en un chándal holgado de Air Jordan. Charla con un empleado del torneo sobre una de sus debilidades, las sneakers (zapatillas deportivas). A principios de marzo visitó la sede central de Nike, en Oregón, y allí recibió el trato propio de una estrella, además de un modelo personalizado con el lema de su abuelo, por el que se rige dentro de las pistas: “Cabeza, corazón y cojones”. La multinacional estadounidense le echó el lazo cuando tenía 16 años y ahora presume de juventud y talento, del mismo modo que lo hacen el resto de los patrocinadores que han querido asociarse con él; desde BMW (coches) hasta Isdin (cosmética), pasando por Rolex (relojes), Babolat (raquetas), El Pozo (alimentación) o Turismo de Murcia. En varias ciudades se han descolgado enormes lonas en las que aparece posando en ropa interior y ha protagonizado la última campaña de Calvin Klein. Infinidad de marcas tientan al gran filón.

“Te guste o no el tenis, atrae”, afirma Santiago Álvarez de Mon, docente en el IESE Business School (Universidad de Navarra). “Es un imán para los jóvenes y las marcas porque, además de tener un potencial descomunal, irradia alegría y optimismo, rebosa salud y es campechano. Tiene unas capacidades extraordinarias, pero también propone trabajo y sacrificio. No me extraña en absoluto que se lo rifen, porque proyecta una serie de valores muy necesarios para las nuevas generaciones. Yo, cuando veo que mi hijo está siguiendo uno de sus partidos, percibo que está ante algo sano”, añade.

Recientemente, la multinacional española Personality Media, especializada en el análisis de personajes públicos, difundió un estudio que señala que Alcaraz ha duplicado su popularidad en los dos últimos años; en concreto, ha pasado de ser conocido por un 29% del país a finales de 2021 al 72% de la actualidad. Ningún deportista nacional ha multiplicado su fama de forma similar. “Hay una necesidad de nuevos ídolos, porque los previos se nos apagan. Y en su caso, las marcas y los medios huelen sangre fresca”, indica el director general de la compañía, Santiago Mollinedo. “Construir el perfil de un deportista de éxito no es fácil, pero en el caso del tenis, la naturaleza individual de ese deporte ayuda”, añade. El informe detalla que la muestra —efectuada entre mayores de 16 años y que mide hasta 18 atributos de imagen y publicitarios— percibe al tenista como “un modelo a seguir, saludable y profesional”, que transmite a su vez “simpatía y liderazgo”.

Interviene el consultor Juan Mateo, presidente de Story Training. “El gran referente, Nadal, ha creado una escuela de comportamiento. Se trata de generar héroes que transmitan una serie de valores porque son muy útiles socialmente. Y, claro, si Rafa actúa así, hay un efecto de imitación; las nuevas generaciones absorben e imitan. Todo esto está relacionado con la formación. Si generas una buena escuela, se produce gente valiosa. Es el concepto americano. Ellos tienen una industria poderosa que genera talento en centros de excelencia, y se trata de eso; en España está sucediendo lo mismo con el tenis; las academias se han convertido en una factoría de talento, no es casualidad”.

Aficionados a la salida de un entrenamiento del tenista.
Aficionados a la salida de un entrenamiento del tenista. James Rajotte

En Instagram, por ejemplo, Alcaraz arrastra a una masa cibernética de 2,3 millones de seguidores, muy lejos aún de los 18,4 que atesora Rafa Nadal, el tenista más seguido en esta red social, por delante de Novak Djokovic, Nick Kyrgios, Naomi Osaka o Emma Raducanu. El sexto es Alcaraz. En el mundo real, las gradas se copan cada vez que pelotea, juegue donde juegue. “Un día le llevé del hotel a la Caja Mágica, y me pareció un buen chico. Eso sí, durante el trayecto no habló nada; iba todo el rato mirando el móvil, sin levantar cabeza… Pero es normal, tiene la edad que tiene”, cuenta uno de los conductores del torneo de Madrid. Su tenis seduce y embauca al aficionado, y su imagen atrapa al nuevo consumidor. Por las instalaciones del barrio de San Fermín se dejaron ver futbolistas, artistas, políticos y celebridades de toda índole para verle en vivo; desde el futbolista del Real Madrid Vinicius Jr. hasta Victoria Federica, hija de la infanta Elena y Jaime de Marichalar; también asistieron el cineasta Pedro Almodóvar, acompañado de la cantante Nathy Peluso, o el presentador David Broncano.

“Es una auténtica pasada. A mí me recuerda a Ronaldinho, inventa e inventa todo el rato. Cada día se saca algo de la chistera”, describe entusiasmado el actor Ricardo Gómez, quien ha acudido a la Caja Mágica acompañado por el catalán Àlex Monner, quien añade: “Sí, total. Él tiene ese estilo y Rafa [Nadal] se parece más bien a Cristiano Ronaldo, todo el rato ahí, sin parar, pim-pam, pim-pam, como una máquina que te va triturando”. Después de resolver su encuentro de la primera ronda, también expresa su admiración por el murciano el tenista Roberto Carballés, de 30 años: “Es muy atractivo de ver. Yo, que no soy de ver mucho tenis cuando estoy fuera de la competición, si juega él, me animo”. Y añaden elogios el danés Holger Rune y el norteamericano Frances Tiafoe. “Carlos es ese tipo de jugador que compite hasta el final, divertido para el aficionado”, aporta el nórdico. “Lo que está haciendo es una locura”, sintetiza el segundo.

El impacto de Alcaraz trasciende fronteras y emerge como un fenómeno mundial. La prensa internacional sigue sus pasos de cerca, incrédula ante el nacimiento de otra gran figura de cuño español, después de que el mallorquín Nadal se haya elevado como uno de los tótems históricos de la raqueta. El reportero Christopher Clarey ha cubierto más de 100 grandes torneos y a finales de 2021 se acercó a Villena (Alicante), donde se ejercita a diario el chico, para analizarlo en profundidad. “Los periodistas de tenis ven muchos partidos, pero, si son buenos, también deben ver los entrenamientos pese a que no sea la parte más emocionante de nuestra profesión”, contesta. “Quería observar su método para un reportaje en profundidad de The New York Times, así que me senté para cumplir con mi deber y, de repente, me encontré de vacaciones. Era calidad por encima de cantidad: intensa, por supuesto, pero llena de pasión por el oficio. Carlos utilizó todo el lienzo con su precoz mezcla de potencia y toque; tenía todo el arsenal, y se entregaba en cuerpo y alma a la tarea. Su entusiasmo es contagioso, y el hecho de que a estas alturas todavía le parezca un juego forma parte de su gran atractivo; sonríe cuando otros parecen sufrir, juega con desenfreno cuando otros parecen calcular demasiado”, recuerda Clarey.

Igual de asombrado se muestra el inglés Tumaini Carayol, especialista del diario The Guardian. “Como es natural, el tenis ha estado buscando al próximo campeón que suceda a los tres gigantes [Nadal, Federer y Djokovic] y en los últimos años han surgido numerosos jugadores talentosos. Sin embargo, ninguno ha generado tanta expectación como Alcaraz”, asegura; “en parte se debe a su precocidad, pero su impacto sería mucho menor si no fuera por su forma de enfocar el deporte; llama la atención sin ninguna polémica ni excentricidad. Su estilo solo puede describirse como tenis total: arrasa con la pelota, tiene una gran variedad de golpes, dibuja las dejadas y posee el mejor físico de su generación”.

Carlos Alcaraz, en el Masters de Madrid el pasado 28 de abril.
Carlos Alcaraz, en el Masters de Madrid el pasado 28 de abril.James Rajotte

En otro instante, Alcaraz concluye su conversación con los periodistas y acto seguido extrae su móvil del bolsillo para grabar un mensaje. Dos días después, se cuelga una cámara al cuello y registra desde una óptica subjetiva el momento en el que firma autógrafos y se hace selfis con los seguidores. “Lo del año pasado ya fue espectacular, pero lo de este ha sido brutal”, define un responsable de la organización del torneo de Madrid; “todo ha sido Carlos, Carlos y más Carlos. Hemos vendido prácticamente todas las entradas para sus partidos, los números han sido una barbaridad”. Coinciden desde la organización del Godó, por donde el tenista desfiló la semana previa y donde también revalidó el título logrado el año pasado. “Esta edición hemos tenido un récord de venta de entradas y de asistencia de público. Y en términos de audiencia, Alcaraz ha logrado índices similares a los de Nadal; esto no había pasado nunca. Sentíamos cierta preocupación, pero ahora respiramos más tranquilos. Con él, el recorrido parece asegurado. Es una bendición. Cuando anunciamos que viene algún top 10, normalmente ingresamos ese día unos 10.000 euros por la venta de entradas; esta vez, cuando confirmamos a Carlos, recaudamos 26.000″, explican desde el torneo de Barcelona, que este año tuvo que preparar un dispositivo de seguridad especial ante la exagerada aproximación al murciano.

A su lado, perenne, está siempre su agente, Albert Molina. El representante de la multinacional IMG controla todos y cada uno de los pasos del muchacho, quien solo por sus éxitos deportivos ya ha ingresado más de 14 millones de euros y a cuyo alrededor se ha armado una estructura muy similar a la de Nadal. “Carlos tiene 20 años y a todo el mundo encima. Él intenta transmitir tranquilidad, pero no debemos olvidar su edad y que la presión está constantemente ahí; tenemos que protegerle bien, o de lo contrario…”. Atrás quedan aquellos tiempos en los que Alcaraz podía desenvolverse desde un cómodo anonimato. Hace tres años, en un encuentro con EL PAÍS en Villena (Alicante), el deportista no tuvo reparos en meterse en una piscina en pleno otoño para una sesión de fotos; algo impensable hoy día. Entonces decía no sentirse un elegido, pero los acontecimientos le desmienten. “Mantengo mi respuesta. Nadie te regala nada, me lo he ganado a base de trabajo”, concedía a este periódico durante una entrevista en Nueva York en septiembre de 2022, cuando conquistó el US Open y engarzó por primera vez el número uno de la ATP.

“La sombra de Nadal es muy alargada. Estaban ahí Santana o Arantxa y todos los que fueron llegando después, pero Rafa fue el gran bum. Con él empezamos a creérnoslo, y ahora sucede lo mismo con Alcaraz. ¿Por qué no puede él llegar a ser tan bueno? Ahora bien, la comparación siempre es peligrosa; Nadal es una bestia. Único. A Alcaraz le está yendo todo muy bien, pero todavía no le hemos visto en unas circunstancias verdaderamente negativas, que seguro que llegarán. Su círcu­lo tendrá que controlar muy bien su ego”, prolonga Segovia. “Aunque se puedan establecer paralelismos, él tiene que ser él. Eso va a ser fundamental”, previene Álvarez de Mon. “Take it easy [con calma], hermano… Compartir es vivir”, le reclamaba el griego Stefanos Tsitsipas tras ser apabullado en la final del Godó.

Y concluye Clarey: “Alcaraz es en parte gimnasta, en parte tenista. Tiene la elasticidad de Djokovic y la habilidad de Federer para la floritura final. Puede hacer que el golpe endiablado parezca fácil y que el golpe fácil parezca espectacular. En la pista, en cualquier pista, no puedes apartar los ojos de él. Mientras los Tres Grandes se oscurecen, uno a uno, el sol sigue brillando en el tenis masculino”.

La grada abarrotada en los octavos de final del Masters de Madrid entre Alcaraz y Zverev.Foto: ©James Rajotte | Vídeo: EFE

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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