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Shabnam Rahimi: campeona de boxeo en Afganistán, refugiada en España y estrella de ‘La unidad Kabul’

“En mi país te tienes que saber defender. Los hombres te acosan por la calle”, cuenta esta mujer que ha sido deportista olímpica, reponedora de supermercado y hoy protagoniza la tercera temporada de la serie de Movistar +

La actriz afgana Shabnam Rahimi. Foto: JACOBO MEDRANO
Jesús Ruiz Mantilla

Un día, cuando se disponían a acudir a su entrenamiento de boxeo en el estadio olímpico de Kabul, Shabnam Rahimi y su hermana Sadaf se enteraron de algo que frenó sus planes. Los talibanes habían asesinado a la vigilante del lugar donde se ejercitaban junto a sus compañeras. Volvían a cumplir sus amenazas. No estaban dispuestos a que las mujeres de Afganistán practicaran ningún deporte. Mucho menos de alta competición. “Fue horrible, le habían cortado la cabeza y las manos”, recuerda ahora en Madrid, lejos del infierno, aunque dentro de él, la excampeona de los pesos medios de su país.

Shabnam colgó poco después los guantes, pero no su pasado. Y en gran parte eso es lo que hoy le ha permitido convertirse en actriz y protagonizar —van a quedar más que impactados con ella quienes la vean— la tercera temporada de La unidad, la serie de Dani de la Torre producida por Movistar+, que ha añadido al título en la nueva entrega la palabra Kabul y se estrenó el 18 de mayo.

La vida de Shabnam es un río de desgracias sorteadas a base de un regenerador espíritu de superación y también, sí, de mucha alegría. Nadie ha derrotado su sonrisa ni su vigor. De hecho, lo multiplica en el rostro junto a unos pómulos golpeados cientos de veces. Hoy le brillan bajo unos ojos negros que traslucen la quintaesencia de la épica y el temblor. Quizás se deba a que la vida le ha premiado con cierto aliento de fortuna después de haber palpado la desgracia. Ella, mejor que nadie, sabe levantarse y seguir.

Se metió a boxear por razones más que lógicas: “En mi país te tienes que saber defender”, afirma. “Los hombres te acosan por la calle”. Salió de allí en 2017, con 21 años. Emprendió un viaje junto a su hermana que ni por asomo imaginaban definitivo. Tenían previsto volver poco después. Pero, una vez fuera, hablaron con su padre y este les pidió por favor que no cogieran el avión de regreso. Se lo dijo así: “Yo he sufrido a los talibanes, pero no quiero ver a mis hijas morir delante de mis ojos. No volváis”.

Rahimi protagoniza la tercera temporada de la serie de Movistar 'La unidad'.
Rahimi protagoniza la tercera temporada de la serie de Movistar 'La unidad'. Jacobo Medrano

Estaban en Badajoz. Y en shock, no solo por la reacción de su padre, también por lo que allí vieron: ni más ni menos que a sí mismas pero desde otra perspectiva. Como espectadoras. ¿Qué hacían allí, en Extremadura? Acudieron al estreno de Boxing for Freedom (2015), el documental que ambas protagonizaban y que rodaron Juan Antonio Moreno Amador y Silvia Venegas en Kabul. Actualmente se exhibe en Filmin. Al ver su vida en pantalla, ambas comprendieron algo que no acertaron a analizar en su día a día mientras estudiaban, entrenaban y padecían una represión cotidiana poco consciente, sin apenas contar con puntos de comparación ajenos a la misma: “Nos dimos cuenta de que nuestras vidas eran espantosas y no lo sabíamos”, asegura la actriz.

Apenas habían trasladado equipaje a España. Cuando su padre les rogó que no regresaran, pidieron ayuda a los periodistas autores del documental. Estos les abrieron sus casas sin dudarlo y les ayudaron a tramitar el asilo. Así comenzaron su nueva vida en un lugar que días antes ni conocían y al que acabaron finalmente trayendo a su familia. “Se subieron al último avión que salió de Kabul fletado por las autoridades españolas”, cuenta Shabnam.

Desde que decidieron quedarse, no dejaron ni un momento de planear cómo salvar a los suyos. “Porque sin familia, ¿qué somos? Nada”, afirma categórica la antigua púgil. Buena parte de la aventura de aquella huida masiva la cuenta La unidad Kabul. Una obra que basa su imponente latido de ficción trepidante a base de realidad. Un thriller con base y método muy periodístico desde la primera temporada, concebido así por el poderoso pulso que le imprime Dani de la Torre como guionista y director.

Antes de descubrir a Shabnam, le habían hablado de Boxing for Freedom. “Me habían recomendado que lo viera”, cuenta el creador de La unidad. Para él resultaba crucial el contacto con los afganos a la hora de configurar la historia. Se convirtieron en parte indispensable de su modo de creación: “A lo largo de toda la serie, hemos tenido muy claro que queríamos ceñirnos lo más posible a la realidad. En cada temporada realizamos un trabajo de campo que tiene mucho que ver con el periodismo”. De hecho, para La unidad Kabul han contado con el asesoramiento de Luis de Vega, uno de los corresponsales de guerra de EL PAÍS, que vivió aquellos días de la retirada estadounidense sobre el terreno en 2021.

Al ver en España el documental ‘Boxing for Freedom’ nos dimos cuenta de que nuestras vidas eran espantosas

A ello, Dani de la Torre y su equipo añadieron fuentes del ejército, pero lo que resultó fundamental fue, dice, “conocer y entrar en contacto con los afganos”. Con Shabnam Rahimi, con el equipo de traductores y con otros actores. “A través de ellos pudimos tirar mucho del lado humano”, asegura. Ver Boxing for Freedom le dio varias pistas. Las hermanas y la familia Rahimi, sus compañeras, profesoras y entrenadores cuentan a la perfección aquel ambiente, su lucha, sus conquistas y derrotas. También sus aspiraciones: “Levantar la bandera de mi país, que el mundo supiera que allí las mujeres podíamos llegar lejos en el deporte”, dicen ambas varias veces a lo largo de la película. Algo que Shabnam recalca en esta conversación, cuando aún no ha visto su segunda incursión en pantalla. Una pantalla que ella llena de verdad, pura tensión y arrojo en la piel de una médico en Kabul cuando quedaron a su suerte. “Si iban a salir así, ¿para qué entraron? Eso me gustaría preguntarles. A que sí…”, comenta Shabnam.

Todo lo desarrolla Dani de la Torre recreando Afganistán en localizaciones alrededor de Madrid y en Almería, pero también en Pakistán. Para él, la puesta en escena resulta crucial. “Es lo que más me importa”, asegura. “Y a quienes pensamos así, sé que se nos ha minusvalorado un poco. Es muy difícil, además, lograr una libertad creativa amplia para defenderlo”. A estas alturas, él ya la tiene. Cuenta con la confianza de productores de Movistar+ como Domingo Corral, que ha sido parte muy activa en la concepción de toda la serie: “Dani es un grande, un creador con mucha personalidad, distinto”, dice.

Se trata de un director con destreza y un contundente pulso para la acción como vehículo de denuncia. Alguien que ha sabido trasladar fórmulas más que arriesgadas. Fuentes que beben de series como Homeland o directores que van del Spielberg de Múnich al Ridley Scott de Red de mentiras o Black Hawk derribado, o el Paul Greengrass de la saga Bourne y The Green Zone, a un contexto que proporciona un punto de vista europeo sobre el mundo global en permanente conflicto.

Rahimi, en un fotograma de la tercera temporada de 'La unidad'.
Rahimi, en un fotograma de la tercera temporada de 'La unidad'.María Heras

Lo cierto es que la amenaza talibán jamás había cesado. La reconstrucción y el intento de crear nuevas estructuras durante el mandato de Hamid Karzai, entre 2001 y 2014, no pasó de un gatillazo, una especie de ficción que acabó por desmoronarse. Los ciudadanos lo sabían. Por ejemplo, la familia Rahimi. Comenzaron a sentir el aliento radical y asesino de los talibanes en el cogote cuando fueron cumpliendo algunas amenazas sin contemplaciones. Tras los asesinatos de jugadoras de baloncesto o voleibol, además de la vigilante que las hermanas se cruzaban en la puerta del estadio olímpico cada día, quedaron aterrorizados.

Ya habían recibido llamadas y mensajes desde que empezaron a aparecer en reportajes internacionales. Su exposición pública las colocaba a tiro, incrementaba el peligro. La historia de unas campeonas de boxeo que habían competido en varios países, incluidos los Juegos Olímpicos de Londres o el campeonato del mundo en Tayikistán —”allí casi pierdo un ojo, pero gané el oro”, cuenta Shabnam—, corrió por varios países. El documental soliviantó a los fanáticos. Cuando se vieron fuera, sus padres no lo dudaron. Preferían la tranquilidad de saber que vivían lejos a contar con la certeza de que morirían cerca de su casa.

Una vez fuera, Sadaf y Shabnam arreglaron su propia subsistencia en un lugar donde desconocían el idioma y sus costumbres. “Empezamos a aprender castellano de cero. No sabíamos nada. Nos aceptaron la solicitud de asilo y nos dieron una habitación en Leganés: calle de San Nicasio, número 7; luego nos mudamos a Puente de Vallecas”. En Afganistán, aparte de dedicar su tiempo a la alta competición, estudiaron Educación Física. Al asentarse en Madrid retomaron la formación. “Fuimos a la escuela, estábamos muy contentas, nos cambió la vida, éramos libres: estudiábamos, podíamos hacer deporte chicos y chicas juntos. Ir al parque. ¡Madre mía! Otra vida. Este es un país donde se respeta a todo el mundo. Ahora es mi país. Ya he hecho la jura, me encanta España y quiero seguir aquí, donde caí y me pude levantar”.

En una escena tuve que ponerme el burka y me bloqueé, se me olvidó el diálogo. ¡Dios mío! No podía respirar

Difícil que se rindieran quienes habían acudido a defender a una nación donde las mujeres no han contado mucho tradicionalmente en los podios de Vietnam, Turquía, China, Tayikistán, Londres… “Renovamos la residencia y nos enseñaron a buscar un puesto en alguna empresa, mientras recibíamos apoyo para comida y alquiler”.

Trabajó primero en un centro comercial cuidando niños mientras los padres iban de compras. Luego, en una gran superficie. “Primero en reposición de productos. Mis compañeros no podían con las cajas de leche, pero a mí no me parecía que pesaran mucho”, recuerda. “Más tarde pasé a la sección de comida preparada. Estaba muy contenta, de verdad”. Empezó cobrando 550 euros por 20 horas semanales y se las arregló para ahorrar 50 al mes”.

Luego amplió a turno completo: 1.100 por 40 horas. “¡Estaba superbién!”, exclama. Tras el rodaje, que duró 90 días, volvió a su puesto. “Me dieron una excedencia de cuatro meses, me reservaron la plaza que ocupaba. Confían en mí, estoy muy contenta con ellos, de verdad”.

Aunque en esa época ocurrió el desastre. Shabnam y Sadaf reaccionaron. Intentaron por todos los medios posibles sacar a su familia del agujero. Cuando habían perdido la esperanza, un mensaje del periodista Antonio Pampliega lo arregló todo. Lo habían conocido en Kabul. “Me preguntó si quería sacar a alguien de allí”. Como lo habían intentado con ahínco pero sin éxito, sus padres, hermanos y cuñados tenían los papeles en regla. Lo lograron.

El rodaje fue para ella como entrar en otro mundo, pero a la vez más real que para el resto del equipo. “En una escena tuve que ponerme un burka y me bloqueé. Se me olvidó el diálogo. ¡Dios mío! Como un pajarito encerrado en una jaula, no podía respirar”. Parálisis. Todo lo que había ensayado voló hacia el recuerdo latente de su pasado. Se ha aplicado al trabajo con ese espíritu de lucha que le enseñaron sus padres… Y también el boxeo: “Todos los trab

Rahimi, retratada en el espacio Coworking B2Work de Madrid.
Rahimi, retratada en el espacio Coworking B2Work de Madrid. Jacobo Medrano

ajos que hago, en el supermercado o en la serie, los afronto con la misma pasión. En mi casa me enseñaron lo siguiente: Shabnam, hasta que no notes el sudor en la frente y los callos en las manos, no cobres tu salario, será la única manera en que tu cuerpo y tu alma se sientan bien”, dice.

Ahora le gustaría continuar una carrera que acaba de comenzar en la ficción. Le ha entusiasmado, a pesar de que se haya tenido que enfrentar a ciertos traumas. “La serie me ha revuelto un poco, por todo el sufrimiento de mi país. Cuando me puse el burka otra vez después de que se me pasara el bloqueo, quise entender el significado de todo eso. Cuando comprendes algo que previamente no te explicas, puedes seguir adelante: eso es la vida”.

Un cúmulo de experiencias para las que cada paso sirve de preparación. No hablamos tampoco de alguien que buscara triunfar en un mundo ajeno hasta hace poco. “Lo digo de verdad, en casa mi tele está apagada. No tengo tiempo para verla”. ¿Cómo aprendió? “Mirando”, dice. “Así entendí que para esto necesitas paciencia, saber esperar. Y una actitud”. El deporte te lo da, aunque es distinto, cree Shabnam. “Yo solo competía, pensaba en levantar la bandera. Contar una historia requiere otra actitud, diferente, pero actitud también. En un combate no puedes tener paciencia, solo pensar dónde colocas el golpe, pero sí conciencia del tiempo. Dos minutos en cada asalto. En la serie necesitas que salga todo bien. Y para ello tienes que medir el tiempo. En eso sí se parece al boxeo”.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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