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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal
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Una noche en el Okavango

El delta de interior que forma este río en Botsuana es una de las zonas naturales más vírgenes de África. Y disfrutar aquí de un atardecer, una de las mejores experiencias viajeras que puedas vivir en el continente

'Mokoros' en la orilla de un canal del delta del Okavango (Botsuana), al atardecer.
'Mokoros' en la orilla de un canal del delta del Okavango (Botsuana), al atardecer.
Paco Nadal

Hace ya muchos minutos que el sol se hundió tras una línea de acacias y palmeras. La bóveda celeste se ha llenado de tantos tonos rojizos que sería imposible enumerarlos ni con la tabla del Pantone. En la orilla, las bordas alargadas de los mokoros se siluetean como enormes cáscaras vacías de frutos secos. El croar de miles de ranas y sapos pone a la escena una banda sonora ensordecedora y monocorde. Y nosotros, sentados en semicírculo en nuestras sillas plegables de campamento, asistimos embobados al espectáculo en el silencio de quien se sabe privilegiado por poder ver en primera fila del patio de butacas unos de los mejores atardeceres de África. El del de delta del Okavango.

El Okavango es uno de los pocos ríos del mundo que no desemboca en un mar o un lago. Tras nacer en Angola y desfilar durante más de 1.400 kilómetros en dirección sureste en busca del Índico, tiene la mala suerte de toparse con el desierto del Kalahari al entrar a Botsuana. E incapaz de vencer a las arenas del gran desierto del sur de África, se diluye entre ellas formando el mayor delta de interior del mundo.

El delta del Okavango ocupa un territorio tan grande como la provincia de Cáceres completamente anegado de agua. Un bosque de papiros, nenúfares y cañaverales que se extiende hasta el horizonte. Y canales de aguas quietas y transparentes en los que el hombre apenas ha puesto la mano. El África más pura, llena de cebras, cocodrilos, elefantes, hipopótamos y todo tipo de animales salvajes. Una de las zonas vírgenes más impactantes y mejor conservadas del continente.

Un 'mokoro' navega por las aguas someras del sur del delta.
Un 'mokoro' navega por las aguas someras del sur del delta.paco nadal

Escribo este post desde Maún, la ciudad botsuana al sur del delta que es la puerta de entrada al Okavango. Una ciudad de 50.000 habitantes y urbanismo caótico que ha crecido a oleadas gracias al turismo de safaris. No hay nada entre este punto y la frontera norte con Namibia y Zambia. Todos los suministros para los safaris al delta o hacia el parque nacional del Chobe, Kassane y las cataratas Victoria deben de organizarse aquí. Acompaño a un grupo de 18 pasajeros de El País Viajes deseosos de vivir una gran experiencia africana. Y en esta parte del continente, experiencias hay de sobra.

Ayer, tras más de una hora por caminos de arena cortados a menudo por árboles que derriban los elefantes, llegamos a la aldea de Boro, a orillas de uno de los brazos del delta. Allí montamos por parejas en mokoros —las piraguas tradicionales del delta— para ir a acampar a una de los cientos de islas que emergen en esta jungla acuática. La única forma de internarse por este laberinto verde es en estas piraguas tradicionales utilizadas desde tiempos remotos por las tribus locales. Los mokoros se hacían con troncos de los árboles más altos, sobre todo de árbol salchicha o de amarulo, y, excepcionalmente, hace ya mucho tiempo, de ébano. Hoy, entre la prohibición de talar determinadas especies y la elevada demanda por las necesidades del turismo, se hacen con fibra de vidrio. Un viaje en mokoro es una experiencia sensorial. Sentado casi a nivel del agua, sin más ruido que el siseo de la barca pasando sobre los papiros y los nenúfares, el viajero percibe con toda intensidad la fuerza de la naturaleza africana.

Una mujer tsawna maneja un 'mokoro' con la pértiga tradicional.
Una mujer tsawna maneja un 'mokoro' con la pértiga tradicional.paco nadal

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Lo normal es acampar en un campamento de tiendas de lona que pertenece a alguna de las comunidades locales. El turismo en el delta es completamente comunitario y son sus propios habitantes quienes lo gestionan. Ellos y ellas son los que manejan con la pértiga los mokoros, los que montan y desmontan campamentos, cocinan para los viajeros y se reparte los beneficios. En un pueblo como Boro hace tiempo que el turismo de naturaleza es la mayor fuente de ingresos.

Por la tarde, cuando la solanera da una tregua, se suele salir a hacer un safari a pie. El Okavango es una de las pocas reservas de fauna africana en las que se puede hacer esto porque la densidad de animales —sobre todo, de carnívoros— es mucho más baja que en parques como el Chobe, donde sería una temeridad salir del coche y ponerse a caminar. Te hablarán mucho de los famosos leones nadadores del Okavango, que se han adaptado a la vida fluvial y nadan para poder perseguir a sus presas. Existen, son reales, pero la posibilidad de que te topes con uno caminando por una isla del delta es infinitamente menor a la de que te toque el Gordo de la lotería de Navidad.

Papillón, guía nativo de la localidad de Boro, otea el horizonte en busca de animales en un safari a pie por el delta del Okavango.
Papillón, guía nativo de la localidad de Boro, otea el horizonte en busca de animales en un safari a pie por el delta del Okavango.paco nadal

El placer de caminar por el delta es el del encuentro cercano con la naturaleza africana; verla, olerla, sentirla y palparla a pie, sin artefactos mecánicos. Verás elefantes, manadas de cebras, pequeños grupos de ñus y antílopes. Miles de aves. Y, con suerte, algún hipopótamo. Pero aquí no se viene a coleccionar los big five: eso será luego, cuando lleguemos al Chobe. El mayor atractivo del delta del Okavango es la serenidad de una noche de acampada salvaje en uno de los espacios más puros de África. Y el deleite sin igual de sus atardeceres y amaneceres. Como el que vivimos, sentados ante ese cuadro onírico de la foto que abre este reportaje, mientras una banda de miles de sapos y ranas amenizaba con un rock and roll de croares el tránsito del ocaso a la noche.

Mañana lo sobrevolaremos en avioneta. Y desde allí seguiremos viaje en nuestro camión hacia otro lugar increíble de Bostuana. Pero eso será tema ya para un nuevo post.

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