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Ana Belén y la sobrecarga de emoción ante el fusilamiento de Torrijos

La idea era invitar a 10 personajes de distinto y distinguido pedigrí, colarlos en el Prado y dejarlos solos con su obra favorita —de noche y con el museo desierto— y que luego contaran la experiencia. La intención final: contrastar esa forma inhabitual de contemplar el arte, solitaria y serena, con el ruido y la furia del tumulto contemporáneo en los museos. Unos lloraron, otras se extasiaron, todos disfrutaron. Este es el resultado de aquella noche tranquila de Ana Belén.

AHORA, EN EL MOMENTO de enfrentarme al folio en blanco, recuerdo bien aquel día, aquella visita al museo. Era hace años. Vine al Prado para ver una exposición sobre la pintura del XIX y en ella me encontré con el Fusilamiento de Torrijos. Me impresionó y he seguido dándole vueltas desde entonces: ¿por qué me impactó de aquella manera? Aparte de la técnica pictórica, de su composición, de lo bien construido que está y de sus personajes…, yo creo que el motivo fue la sobrecarga de emoción que te puede llegar a generar esta pintura, la sobrecarga de emotividad por la verdad interior que tiene…

— No solo es el propio personaje de Torrijos, también está esa carta estremecedora que él escribe a su mujer antes de morir…

— Además de la verdad histórica que protagoniza el cuadro, hay una especie de verdad psicológica, cimentada en la forma en que Antonio Gisbert pintó los rostros de esos personajes que saben que están a punto de morir. Lo que cada uno de ellos te dice con su cara, con sus ojos…, la expresión de los que ya están muertos, esos cuerpos que yacen en la arena de las playas de Málaga. Pero además he descubierto algo, un detalle en el que no había reparado hasta ahora: es una mano que aparece ahí, en la arena, solitaria, en la parte inferior del cuadro. ¿Una mano cortada? ¿La mano de un muerto que ya no le cabía al pintor en el cuadro?

Aparte de la técnica, la composición, los personajes...,esta pintura puede llegar a generarte una sobrecarga de emoción

— Yo me he preguntado, desde que vi por vez primera vez esta obra, cómo sería la manera en que aquellos personajes se enfrentaron a aquel momento fatal. Yo veo en esos rostros una dignidad del que sabe que está muriendo por una causa, en este caso por la causa de la libertad. Esto me sobrecogió en el momento en que lo descubrí hace años y me ha vuelto a sobrecoger ahora que he tenido la oportunidad de estar a solas con el cuadro, de noche, en el Museo del Prado. Es un privilegio haber podido verlo de nuevo y admirarlo así. Solo para mí.

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