14 aventuras para darle caña al cuerpo
Por tierra o nieve, sobre o bajo el agua, en el aire, cualquier medio físico vale para divertirse
1 Aguas bravas
Lo que varía es el tipo de embarcación: lancha neumática para el rafting, kayak para el piragüismo y trineo de agua para el hidrospeed. Cualquier cosa que flote sirve para liberar adrenalina sorteando piedras por los rápidos de un río. Tres de las mejores zonas para las actividades de aguas bravas en España están ubicadas en los Pirineos. El río Gállego, con el pueblo de Murillo de Gállego (Zaragoza) como centro de operaciones; el río Ara, en la comarca oscense del Sobrarbe, y el Noguera Pallaresa, en Lleida, con Llavorsí como centro de operaciones. Precisamente, en el curso alto de este último río se encuentran algunos de los tramos más difíciles y peligrosos para la práctica del rafting extremo, descensos que requieren haber pasado antes una prueba en una zona más tranquila del río.
2 Buceo
El submarinismo es una de las actividades más apasionantes que se pueden realizar en el mar. Antes de sumergirse con escafandra hay que hacer un curso de iniciación (Scuba diver, Open water), que capacita para sumergirse hasta una profundidad de 20 metros, en un centro reconocido por la Federación Española de Actividades Subacuáticas (FEDAS) o por asociaciones internacionales como PADI. Los cursos tienen un precio de unos 350 euros y se pueden realizar en alguno de los 400 clubes y centros homologados que existen en España. Para los que ya tienen el título, hay agencias especializadas, como Última Frontera, Viajes Abando y Casco Antiguo, que organizan viajes diseñados para buceadores a lugares como El Hierro (Canarias), las islas Medas (Tarragona), Columbretes (Castellón), el cabo de Palos (Murcia) y Menorca. Fuera de España, los mejores lugares para bucear son la Gran Barrera australiana; el mar Rojo; la costa de Yucatán, entre Cozumel (México) y Belice; Palau, en Micronesia; las islas Galápagos (Ecuador); Maldivas, en el océano Índico, y Papúa Nueva Guinea.
3 Parapente
El primer vuelo en parapente es una de esas experiencias que nunca se olvidan. La espera con el ala extendida sobre el suelo; la enésima comprobación para asegurarse de que el correaje está bien atado y las cuerdas desenredadas; el tirón de las cintas que hace que el ala se hinche sobre la cabeza; la carrera, con el corazón a 300 pulsaciones, por la pendiente que unos metros más abajo se acaba en un corte de más de 300 metros. Después, un ligero tirón de las cintas de freno y de repente, cuando crees que te vas a despeñar, tus pies dejan de tocar el suelo. A partir de ese momento solo resta disfrutar de la maravillosa sensación de flotar en el aire y, tres o cuatro minutos más tarde, de la euforia que se siente tras un primer aterrizaje más o menos abrupto. Eso para empezar; porque un piloto experto, con un ala de gran fineza (relación entre la altura y la distancia recorrida) y aprovechado las corrientes térmicas, puede pasarse largo tiempo volando. Castejón de Sos, en Huesca, y la Muela de Alarilla, en Guadalajara, fueron los campos pioneros en España, aunque hoy todas las comunidades disponen de escuelas y zonas para la práctica de este deporte. Un curso de iniciación con clases teóricas, 10 vuelos de altura, licencia federativa y material cuesta unos 375 euros. También hay vuelos en tándem para probar.
4 Vuelo en globo
La cita es a las siete, y el despegue, al amanecer, antes de que el sol caliente la tierra provocando corrientes térmicas y turbulencias. Primero hay que arbolar el globo, operación que lleva una media hora. Una vez desplegada y atada a la barquilla, se procede a inflar la vela de nailon con la ayuda de un potente ventilador y el calentador de propano, que eleva la temperatura del gas en el interior de la campana —hacen falta casi tres metros cúbicos de aire caliente para elevar un kilo de peso— hasta que esta se yergue vertical. Solo queda subir a la cesta de mimbre y soltar amarras. La experiencia de viajar en globo es relajante y placentera; no hay vértigo ni sensación de velocidad: el aerostato se desplaza con la masa de aire que le rodea, como una nube más. La duración del vuelo suele estar entre 60 y 90 minutos, dependiendo de las condiciones meteorológicas, pero con las tareas de montaje, el aterrizaje y el almuerzo, y la entrega de diplomas que suelen acompañar al vuelo, la actividad ocupa medio día. La mayoría de las empresas han unificado sus tarifas, con precios en torno a 150 euros.
5 Descenso de cañones
Una suerte de espeleología al aire libre, que consiste en seguir el curso de un río a lo largo de un angosto cañón, enfundado en un traje de neopreno. Actividad multidisciplinar para la que se necesitan conocimientos de escalada (para rapelar por cascadas y barrancos) y natación (para sortear las pozas). El riesgo, que lo tiene, radica sobre todo en la posibilidad de una crecida repentina a causa de la lluvia. En la sierra de Guara —en las estribaciones montañosas de Huesca— los cañones de Mascún, Gorgas Negras y Vero, reúnen las condiciones óptimas para iniciarse en este deporte. Los más avezados pueden adentrarse por alguno de los cañones de mayor dificultad que existen en ambas vertientes pirenaicas.
6 Vías Bravas
Las Vías Bravas son una red de itinerarios marinos balizados y señalizados por la Costa Brava (Girona) y la del Maresme (Barcelona) que permiten practicar con seguridad actividades como la natación en aguas abiertas o el buceo con tubo. El proyecto nació en 2014 en la Costa Brava con 10 rutas; hoy cuenta con 14 itinerarios en 11 municipios de esa zona y otros 9 en Barcelona. Cada ruta se acompaña de datos sobre la longitud, dificultad, punto de acceso al agua y zonas de corrientes.
7 Espeleología
Un deporte no apto para claustrofóbicos. Arrastrarse por angostas gateras, descolgarse por simas, andar y gatear para descubrir a la luz del carburo todo un mundo subterráneo de estalactitas y estalagmitas, ríos, cascadas y todo tipo de formaciones creadas por el tiempo y la paciente acción erosiva del agua. La longitud y dificultad de las cuevas es muy variable: desde un tramo sencillo, apto para principiantes, a la espeleología submarina, la especialidad más difícil y peligrosa. Los riesgos de este deporte vienen dados por la posibilidad de perderse —nunca se debe entrar solo en una cueva— o de una subida repentina del caudal, en el caso de las cavidades húmedas, que puede llegar a convertir la gruta en una traidora ratonera. Un buen lugar para iniciarse es Valporquero, un enorme complejo kárstico que atraviesa la montaña leonesa, cuenta con varias galerías para la visita turística; otro tramo, de unos cuatro kilómetros, se puede recorrer guiados por espeleólogos experimentados.
8 'Espeleokayak'
El complejo kárstico de Les Coves de Sant Josep, en La Vall d’Uixó (Castellón), con uno de los ríos subterráneos navegables más largos de Europa (más de tres kilómetros), permite practicar el espeleokayak, que combina la navegación en piragua con la espeleología. Las travesías, en grupos reducidos y equipados con trajes de neopreno y material técnico, duran unas dos horas. La excursión también incluye un paseo a pie de 250 metros por una de las galerías secas de la cueva. Organiza Viunatura, empresa de turismo activo y deportes de aventura. Precio: 35 euros por persona.
9 Orientación deportiva
La orientación deportiva tiene más de 100 años de existencia en los países nórdicos, aunque en España no fue descubierta hasta 1987. Básicamente, se trata de una carrera de campo a través en la que es necesario encontrar varias referencias con la ayuda de una brújula y un mapa ciego (cartas a escala 1:10.000 o 1:15.000 sin nombres que permitan identificar los lugares). En ellos aparecen marcados varios puntos de control, señalizados en el terreno mediante balizas. Para acreditar que han pasado por todos los controles, los participantes han de llevar encima una tarjeta en la que se taladra, mediante unas pinzas especiales, un código diferente para cada baliza. Como en cualquier carrera, gana quien primero finaliza el recorrido.
10 Raquetas de nieve
Aquí de lo que se trata es de emular a los tramperos de Alaska, caminando por bosques y montañas sobre la nieve con la ayuda de raquetas, unos utensilios que se acoplan a las botas, semejantes a los que usaban aquellos arriesgados pioneros, pero en los que la madera y el cuero han sido sustituidos por el plástico y el aluminio, más resistentes y ligeros. Las caminatas con raquetas de nieve se utilizan en algunas regiones de montaña, como el valle leonés de Babia, como alternativa de invierno a la práctica del senderismo. La estación de Cerler (Huesca) dispone de una sencilla ruta circular marcada con balizas de unos tres kilómetros (30 euros).
11 Bicicleta de montaña
La bicicleta es una buena aliada para disfrutar de los paisajes y de la naturaleza. Sobre dos ruedas se puede hacer casi de todo: lanzarse a gran velocidad por pendientes muy pronunciadas o pistas de nieve (fatbike), dar un tranquilo paseo campestre, o someterse a una extenuante ruta BTT (bicicleta de montaña o mountain bike). Los límites los pone la audacia y el estado de forma de cada uno. Las Vías Verdes, antiguos trazados de ferrocarril acondicionados para la práctica del turismo activo, son lugares especialmente recomendables: apenas tienen desnivel, porque los trenes para las que fueron construidas no hubieran podido superarlo. Otras rutas, como las de la sierra de Cazorla o las de la Transpirenaica, tienen fuertes cuestas y requieren piernas entrenadas. Numerosas empresas organizan salidas en grupo y también alquilan bicicletas.
12 Caballos
Adentrarse por las umbrías de hayedos y robledales, cabalgar por verdes praderas o vadear ríos de montaña a lomos de un caballo. Las rutas ecuestres son una de las formas más atractivas de conocer un paraje natural. Muchas casas de turismo rural disponen de monturas con las que organizan rutas y excursiones. Por lo general, se trata de recuas de recios y tranquilos caballos serranos, para los que no se necesita experiencia previa. La oferta es muy amplia: por la sierra de Gredos (Ávila), el valle de Benasque (Huesca), Valsaín (Segovia), la Liébana (Cantabria)...
13 'Speedriding'
Cerler, en el Pirineo aragonés, es la única estación española donde está permitido el speedriding, una divertida variedad de esquí que sustituye los bastones por una minivela de parapente que permite flotar sobre la nieve y realizar vuelos cortos. Para practicar esta modalidad se requiere un nivel medio-alto de esquí (el equivalente a una pista roja) y realizar un curso de iniciación o de progresión de cuatro horas diarias durante cuatro o cinco días (350 y 450 euros, respectivamente). Además de Cerler, en los Pirineos se puede practicar este deporte en Vallnord (Andorra) y la estación francesa de Peyragudes.
14 Vías ferratas
Una vía ferrata es una ruta equipada con peldaños metálicos, pasamanos, cables, puentes colgantes o tirolinas que permite escalar paredes en riscos y montañas de forma más accesible y segura. Siempre asegurados y en compañía de guías expertos, son buenos lugares para quienes quieran disfrutar de la montaña pero no tengan experiencia en la escalada. Una buena ferrata para iniciarse es la de la hoz de Priego, en Cuenca, de trazado horizontal, con multitud de pasarelas y puentes y sin apenas tramos verticales difíciles.
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