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Las tribus urbanas de 2015 se dividen entre el ‘dembow’ y la vida sana

Los 'swaggers' y los 'muppies' conforman las dos estéticas emergentes

De izq. a dcha. : Cuatro adolescentes 'swagger', fotografiados por Ramiro E, posan delante de la tienda Apple en Barcelona. A continuación, tres jóvenes 'muppies': la pintora Rebeca Khamlichi, la bloguera Priscila Hernández y el experto en redes sociales Noel Agulla.
De izq. a dcha. : Cuatro adolescentes 'swagger', fotografiados por Ramiro E, posan delante de la tienda Apple en Barcelona. A continuación, tres jóvenes 'muppies': la pintora Rebeca Khamlichi, la bloguera Priscila Hernández y el experto en redes sociales Noel Agulla.EDP

Las tribus urbanas no admiten del todo su propia existencia. Los swaggers y los muppies —las dos subculturas al alza en 2015— son expertos en etiquetar sus contenidos en redes sociales, especialmente en Instagram. Viven una doble vida: la real y la que reflejan en el universo digital. Por eso, ser militantes de sí mismos (en el fondo) parece el único mantra que se repite en su cabeza.

Para Txema Mirón, experto en asesoría de imagen y comunicación, lo de agrupar a la sociedad se produce desde la infancia: “Después de la guardería, se forman grupos en los primeros años del colegio. Es normal que se intente agrupar a la gente. No creo que sea algo malo enmarcar a la gente por su estética o por su forma de vivir. Somos lo que somos, pero también somos lo que proyectamos a los demás”.

A los swaggers —una subcultura adolescente fraguada por la influencia del hip hop y del universo cani (para algunos quillos o bakalas)— se les identificó en Barcelona en 2014 en la puerta de la Apple Store de Plaza Cataluña. Allí se juntan para pasar la tarde, hacerse fotos y conseguir WiFi gratis. El fotógrafo Ramiro E fue uno de los primeros que inmortalizó a estos jóvenes para su blog No thanks by Ramiro E: “Por entonces yo desconocía el término swagger, para mí eran aquellos adolescentes de pintas llamativas que se juntaban en la puerta de la Apple Store”, comenta el fotógrafo.

Tanto ellos como ellas conjugan su imagen con la opulencia de sus complementos: gorras y relojes que Beyoncé o Jay-Z podrían llevar mientras toman un brunch en algún restaurante de moda de Los Ángeles. La influencia latina en esta tribu se materializa con el dembow: un género nacido en la República Dominicana que se baila golpeando el trasero de las chicas contra la pelvis de los chicos. Sí, el perreo les gusta.

El rapero Jay-Z
El rapero Jay-Z

Rebeca Falcó, de 25 años, solo se identifica con los swaggers a nivel estético. Reside en Barcelona desde hace casi hay dos años. Estudia moda y también trabaja como camarera en un chiringuito de la playa de La Barceloneta. Para Falcó, dentro de esta nueva tribu hay dos vertientes: la de los adolescentes, que siguen a rajatabla el patrón estético y musical, y la de los veinteañeros como ella que mezclan la estética swagger con otras influencias musicales que no especifica.

Vida sana y trabajo vocacional

La actitud ante la vida de los muppies —subcultura hipster identificada por Michelle Miller en su libro The Underwriting— es bien distinta a la de los swaggers. El nombre de esta tribu es el resultado de unir dos conceptos: millennials (los nacidos desde la década de los 80 hasta los 2000) y yuppies.

Esta subcultura está formada, sobre todo, por jóvenes de 25 a 35 años y se les reconoce más por sus actos que por su atuendo. Los muppies son la verdadera esencia del lujo silencioso: esa tendencia que aboga por erradicar la exuberancia y promover un consumo responsable. Lucen prendas de corte sencillo porque lo que importa es que la persona domine el vestuario y no sea al revés. No olvidan la vida sana. En especial, el running, el yoga y la alimentación equilibrada. Lo hacen porque, según creen, les conecta consigo mismos.

Noel Agulla, de 30 años, es social media strategist de Canal +. Aunque no se reconoce como hipster ni como muppie pero su imagen le delata. Lleva unas gafas de sol con montura de los años 50, una camisa de manga corta abrochada hasta el último botón de tela vaquera y estampado de florecitas color marsala [la tonalidad que Pantone ha escogido para el 2015 que hace referencia al color del vino producida en la región siciliana del mismo nombre]. Lleva vaqueros estrechos, desgastados y algo caídos (como los skaters), unas bambas y una mochila como las que llevaban, antiguamente los carteros. A Agulla lo de las etiquetas no termina de convencerle a pesar de que él las utiliza a diario para clasificar contenidos en el entorno digital: “Mis amigos si me dicen que soy un poco hipster pero yo no me identifico del todo. Una cosa es etiquetar contenidos y otra muy diferente etiquetar personas. Para analizar la sociedad sé que es necesario pero también se me hace un poco raro”.

Son Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados (JASP), han estudiado una carrera, tienen un máster y su sobre cualificación no les facilita, en la mayoría de los casos, conseguir un trabajo bien pagado. Quizá por eso han decidido dedicarse a lo que les gusta. Como Rebeca Khamlichi, que decidió abandonar su antiguo empleo como maquilladora en televisión para dedicarse exclusivamente a la pintura.

Dentro de unos seis meses —el mismo tiempo que tardan las firmas de moda en presentar sus dos colecciones principales— los protagonistas volverán a cambiar. Lo que parecía popular se volverá marginal y aquellos que estaban en la onda serán olvidados. Pero, incluso, para la modelo (y millennial) Cara Delevigne la clasificación de la vida es algo opcional. Por eso, el mensaje de bienvenida en su perfil de Instagram lo deja claro: “Deja de etiquetar, empieza a vivir”

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