Vuelve el circuito donde nació todo

El Jarama madrileño, decano del automovilismo en España, presenta un proyecto para modernizar sus instalaciones

Tras afrontar momentos difíciles en la última década, que estuvieron a punto de motivar su cierre, el circuito del Jarama parece que tiene un nuevo futuro por delante. Carmelo Sanz de Barros, presidente del RACE, propietario de la pista, anunció el pasado 19 de septiembre la puesta en marcha de un proyecto para renovar las instalaciones y sacar al histórico trazado madrileño del estado de abandono actual. “El primer circuito de España se merece algo mejor”, argumenta Sanz de Barros. Inaugurado en 1967, el Jarama fue el primer circuito permanente nacional y uno de los pilares sobre los que creció y se profesionalizó la competición automovilística en nuestro país. Se convirtió en un lugar de culto y peregrinación, y en el escenario de carreras épicas tanto del Mundial de fórmula 1 (F1) como del de motociclismo.








La futura torre y el 'paddock' o recinto interior




El nuevo proyecto se desarrollará de 2014 a 2021, en tres fases. Primero se renovará la torre de control, ampliándola para recibir diversos espacios de negocio y restauración, como un restaurante, varias terrazas y salas de actos y reuniones. En esta primera fase se iniciará también la construcción de la nueva tribuna, situada en la recta de meta, que se revestirá con una peculiar fachada bautizada como costillar. El presidente del RACE indica que la inversión necesaria para esta primera acometida procederá de “fondos propios”. El proyecto procede del estudio de arquitectura Hernández Espada.








Zonas de esparcimiento y restauración




A pesar del cese de los mundiales de F1 y motociclismo en 1981 y 1988, respectivamente, el circuito del Jarama mantuvo buena salud, acogiendo, durante la década de los años ochenta y noventa, múltiples certámenes internacionales de turismos, fórmulas, prototipos y motocicletas. En los primeros años del siglo XXI, en cambio, se dejaron de celebrar muchas de ellas y, al mismo tiempo, el deterioro de las instalaciones comenzó a ser patente y alarmante.

La segunda fase del proyecto de renovación se iniciará hacia mediados de 2015 o inicios de 2016, y modernizará la propia pista, los boxes y toda el paddock, la zona interior del circuito. Está previsto reasfaltar y reacondicionar ciertos pianos y escapatorias, pero no alterar el dibujo del circuito, muy apreciado por los pilotos y con gran carga histórica. Ante la pregunta de por qué no modernizar el trazado para poder acoger de nuevo competiciones de F1 o Moto GP, de Barros indica que requeriría una “inversión inmensa y difícil de rentabilizar”, y que sería “incompatible con el trazado y superficie de terreno actuales”. Añade, además, que el objetivo es “convertir el circuito en un centro temático del motor”, y no en una nueva sede para la F1.








El nuevo museo albergará automóviles y motocicletas fabricados en España




Para financiar esta segunda fase, Sanz de Barros indica que se apostará por “socios naturales, como fabricantes y patrocinadores habituales”. Añade que no están “vendiendo humo”, que ya hay “varios acuerdos en marcha” y que la única fase que se encuentra en un “estado más embrionario” es la tercera, prevista a partir de 2017 y que debería dotar al circuito madrileño con un museo. Este albergará la colección privada del RACE y también una selección histórica de automóviles y motocicletas fabricados en España. El museo contará con una arquitectura llamativa, porque el perfil exterior se “inspirará en el trazado del circuito”, abunda Sanz, y, por dentro, los visitantes recorrerán las cuatro plantas proyectadas por rampas que se identificarán también con las curvas y pendientes del trazado.








Interior del museo




Actualmente, el circuito madrileño acoge el Europeo de camiones y varios certámenes locales, aparte de cursos de conducción, pruebas de coches y otras actividades. Está ocupado “el 80% del año”, según Carmelo Sanz, y la intención es “ofrecer unas instalaciones a la altura de la demanda”.

Las principales amenazas a la supervivencia del Jarama llegaron a partir de 2006. Primero en forma de especulación urbanística, con la supuesta venta y recalificación del terreno. Y después, en forma de sentencia judicial referente a sonoridad y motivada por la denuncia de una urbanización vecina, que limitaba a 90 decibelios –salvo 20 días al año– el ruido que se podía generar en la pista. Toda una paradoja, porque como comenta de Barros, “el circuito es anterior a la urbanización”.

 

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