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La revolución flexible de la Formación Profesional: los alumnos elegirán si quieren estudiar cursos de 30 o de 2.000 horas

El nuevo decreto de ordenación reorganiza la FP para permitir que cada persona elija con qué amplitud formarse. El sistema busca facilitar la actualización de los trabajadores

Alumnos del grado superior de Sistemas de telecomunicaciones e informática en el instituto Albert Einstein de Sevilla, la semana pasada.
Alumnos del grado superior de Sistemas de telecomunicaciones e informática en el instituto Albert Einstein de Sevilla, la semana pasada.PACO PUENTES
Ignacio Zafra

La revolución que está viviendo la Formación Profesional en España se basa sobre todo en la flexibilidad. El cambio parte de la idea, que viene de lejos, de que las innovaciones tecnológicas y organizativas harán cada vez más difícil que un trabajador cubra su vida laboral sin más formación que la recibida en su etapa de estudiante. Pero el modelo de formación tradicional, diseñado para adolescentes y jóvenes que idealmente estudian a tiempo completo durante años, no encaja bien con el reciclaje o actualización de los adultos, que a menudo tienen responsabilidades laborales y familiares. El nuevo decreto de ordenación de FP, que el Gobierno quiere aprobar antes del verano, define por ello un modelo muy distinto a los sistemas cerrados del siglo XX.

La nueva organización se basa en ir subdividiendo en partes más pequeñas el título de referencia, el ciclo formativo medio o superior de FP, de 2.000 horas de duración repartidas en dos cursos, que el decreto llama Grado D. Hasta llegar a su expresión más pequeña, el Grado A, formado por la parte de una sola asignatura, que solo requerirá 30 horas de estudio, servirá para especializaciones muy concretas y, como el resto de formaciones, serán acumulables para acabar consiguiendo certificaciones de grados superiores.

La condición que deben cumplir todas las formaciones, del nivel que sean, es ser coherentes y tener “significación en el mercado laboral”. Es decir, servir para que alguien encuentre trabajo o tenga más posibilidades de conservarlo. “Este sistema permite que una persona, en cualquier momento de su trayectoria profesional, decida en qué necesitan formarse y con qué amplitud. Sin tener que cursar cosas que ya sabe, o que no necesita en ese momento concreto, o que no puede abarcar. Es lo que venimos hablando en la Unión Europea de poner los servicios de formación al servicio de las necesidades de las personas”, explica Clara Sanz, secretaria general de Formación Profesional del Ministerio de Educación.

En estos momentos hay más de 200 ciclos formativos de grado medio y superior, el Grado D. Y una veintena de cursos de especialización, que vienen a ser como los másteres de FP, tienen una duración de 300 a 900 horas y constituyen el Grado E. La gran novedad del decreto proviene, sin embargo, de la subdivisión del Grado D. Un ejemplo que comienza con uno de estos, el título de Técnico superior de sistemas electrotécnicos y automatizados, ayuda a entenderlo.

Grado C

El Ministerio de Educación puede elegir tres asignaturas de dicho título y agruparlas en una formación de Grado C destinada a cubrir la expansión que está experimentado la domótica. Dichas asignaturas serían Técnicas y procesos en instalaciones domóticas y automáticas; Configuración de instalaciones domóticas y automáticas, y Configuración de instalaciones eléctricas. Educación prevé que se oferten entre 400 y 600 formaciones de Grado C. Quienes completen una de ellas obtendrán el correspondiente “Certificado profesional”, y su duración oscilará entre las 600 y las 1.000 horas.

Hasta la reforma actual existían unos títulos parecidos a estos de Grado C en el sistema de formación para el empleo orientado a adultos, que con la reforma se fusiona con la FP educativa (la dirigida a jóvenes) para crear un solo sistema de Formación Profesional. “El modelo anterior no tenía coherencia. Si alguien quería aprender, por ejemplo, a ser instalador de paneles solares, y lo hacía a través de la formación del sistema educativo, tenía un currículo, y si lo hacía a través de la formación para el empleo, tenía otro, con distintas asignaturas, distinta duración, centros distintos, requisitos diferentes… No tenía sentido. La formación en el montaje de paneles solares se puede hacer bien o mal, pero no de dos formas distintas”, comenta Sanz.

Grado B

Continuando con el ejemplo anterior, el trabajador de una empresa eléctrica con años de experiencia puede considerar que le conviene especializarse. Pero que solo le interese o solo disponga de tiempo para matricularse de una asignatura. En concreto, de Configuración de instalaciones domóticas y automáticas. Completar una formación de este tipo, de Grado B, permitirá obtener un “Certificado de competencia”. El ministerio calcula que habrá en torno a 1.500 y cada uno durará unas 100 o 200 horas. Si el trabajador cursa después las otras dos asignaturas que formaban el Grado C antes descrito, obtendrá también el correspondiente Certificado profesional. “La formación se va acumulando, es acreditable y certificable”, dice Sanz.

Grado A

Es posible, sin embargo, que el trabajador no pueda o quiera estudiar una asignatura completa. O que solo le interese especializarse en un campo muy concreto, en el que sabe que su empresa va a entrar, como los montajes domóticos en industrias. En ese caso podrá matricularse solo de una parte de la asignatura, Caracterización de instalaciones y sistemas automáticos en industria, que le costará 30 o 40 horas y le será reconocida oficialmente con una “Acreditación parcial de competencias”, o formación de Grado A. También en este caso, si el trabajador completa con el tiempo las otras partes que conforman la asignatura, obtendrá un Certificado de competencia o Grado B. El ministerio prevé que haya muchas de estas microformaciones, hasta 6.000.

El objetivo del Gobierno, y del conjunto de la UE, es que todos los alumnos completen, al menos, la secundaria postobligatoria. Es decir, que estudien hasta los 18 años y terminen, si han elegido la FP, un ciclo formativo medio que les habilite como técnicos. Los Grados A, B y C no están por ellos inicialmente pensados para jóvenes, sino para adultos. Si bien los chavales que hayan abandonado el sistema sí podrán acceder a ellos a partir de los 16 años. Los Grados A, B y C podrán ofertarse tanto en centros de formación para el empleo como en los centros educativos de FP (que son los únicos que pueden ofertar los Grados D y E), y serán las comunidades autónomas las que planifiquen de forma integrada dónde deben estudiarse.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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