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El bucle perverso del que no logran salir los griegos

El tutelaje económico de Bruselas finalizó en agosto, pero el país se enfrenta ahora a una fuerte inflación que afecta sobre todo a los más pobres

Un puesto de carne en el Mercado Central de Atenas.
Un puesto de carne en el Mercado Central de Atenas.Marcos del Mazo (LightRocket via Getty Images)

A las puertas del casino de Loutraki, a menos de una hora en coche de Atenas, no hay vehículos caros aparcados en primera fila ni revoloteo de vestidos relucientes subiendo las escalinatas de su entrada. Es uno de los más grandes de Europa y se encuentra cerca de la ciudad de Corinto. “Uno de mis mejores amigos se suicidó en 2012, después de perderlo todo jugando”, comenta Manolas, un lugareño. Desde hace ya unos 10 años, a nadie se le escapa que más de un conocido, vecino o familiar frecuenta —o frecuentaba— estas instalaciones.

Grecia anunció el verano pasado el fin de la supervisión de sus cuentas públicas por parte de la Comisión Europea. Así lo comunicó el 20 de agosto el actual presidente del país, Kyriakos Mitsotakis, del partido conservador Nueva Democracia. Calificado como un “día histórico”, la noticia fue recibida en mitad de una temporada veraniega que ha batido récords de turismo, superando por primera vez en la historia los ocho millones de visitantes entre los meses de julio y agosto, según datos de la Confederación Griega de Turismo.

“El anuncio se hizo como si se tratara de un gran hito. Se suponía que ya éramos libres. Pero nada más lejos de la realidad”, cuenta Stavros Mantzouranis, guía turístico de Atenas y licenciado en Sociología por la Universidad de Berkeley, California. Cuando volvió a Grecia trabajó durante algunos años en un centro de menores. Finalmente se decantó por los tours a demanda. “Es el trabajo que más dinero me asegura a final de mes. El turismo es nuestra mejor salida ahora mismo”.

Presión en los precios

Grecia tiene un problema con la inflación. El pasado mes de noviembre el IPC acumulado desde enero se situó en el 7,8%. Una cifra ligeramente por debajo de una media europea que se elevaba hasta el 9,6%. Los alimentos —con un incremento de precios del 15,1%— y el transporte —14,2%— son los dos sectores más afectados. “Por eso, las clases sociales con menores ingresos son las que más están sufriendo la inflación”, indica Manos Matsaganis, director del observatorio económico Eliamep.

“Los precios han subido mucho, la mayoría de los meses por encima de la media europea. A pesar de esto, utilizar la palabra crisis para la situación que vivimos hoy en Grecia no sería el término adecuado”, matiza Matsaganis. Al calvario que han vivido los griegos desde 2010 se le suma ahora la posible recesión económica a la que se encamina el país si la inflación no remite y la guerra de Ucrania se alarga. “La situación es muy complicada. Hemos pasado de pagar 10 litros de aceite de girasol a 12 euros a más de 35 en apenas unos meses”. Este es el testimonio de Pete Flores, uno de los dueños del restaurante familiar Xenia, a escasos kilómetros de Esparta. “La temporada ha sido muy buena, pero los precios han subido demasiado. Si no logramos mantener este ritmo, vamos a enfrentarnos a problemas serios”.

El queso les cuesta a los dueños de Xenia un 200% más que el año pasado, y la carne, casi un 150%. Pero los sueldos de los trabajadores siguen siendo los mismos. A pesar de formar parte de la familia propietaria, Flores es un asalariado más. “No hay margen para subir los sueldos. Ahora en enero, cuando empieza la verdadera temporada baja, trabajo en los olivos. Y así llevamos haciéndolo cada año. Hay pocos por aquí que sobrevivan con un solo trabajo estable durante los 12 meses”.

El Gobierno de Mitsotakis ya impuso un tope a 51 productos básicos el pasado mes de noviembre y recientemente anunció que a partir de febrero el Estado se hará cargo del 10% de la cesta de la compra de todos los griegos. Una medida que, se calcula, tendrá un coste de alrededor de 650 millones de euros. Todo ello con una tasa de endeudamiento público del 224% del PIB, la segunda más alta del mundo tras Japón (259%).

Matsaganis, que también ejerce como profesor de Finanzas Públicas en la Universidad Politécnica de Milán, se muestra especialmente cauto cuando se le pregunta acerca de la evolución económica a medio plazo. “El incremento de los salarios no llega al 1%. Además, hay numerosos estudios que señalan a los grupos de poblaciones de menores ingresos como los más afectados por esta inflación prolongada”. El salario mínimo, modificado en mayo de 2022, se sitúa en los 713 euros mensuales.

“Las clases más bajas son invisibles. Ese es nuestro verdadero problema. Viven una vida tan precaria que apenas tienen tiempo de participar en ninguna iniciativa de cambio”, explica Aranitou Valia, profesora de Sociología Económica en la Universidad de Atenas. Los últimos datos de la OCDE sobre el riesgo de pobreza extrema muestran que el 20% de los jóvenes de entre 18 y 24 años viven en hogares con una privación de recursos grave (la media se sitúa en el 6,5%).

Ingresos familiares

Según cuenta la profesora Valia desde su despacho en el centro de Atenas, el 40% de las familias viven con unos ingresos por debajo de los 12.000 euros anuales. El otro 40% se sitúan entre los 12.000 y los 30.000 euros anuales. La situación de precariedad se traduce en que el 35,6% de los griegos no puede pagar a tiempo sus facturas de servicios públicos de suministro. Estos mismos datos, recogidos por Eurostat, sitúan al país heleno en la peor situación de toda Europa en lo que se refiere a pobreza energética. Por detrás únicamente está Bulgaria, con un 30%, y Croacia, con un 17,5%.

“Todas estas familias gastan más de la mitad de sus ingresos en alimentación, transporte y gastos asociados al hogar. Es la verdadera realidad del país”. Y añade: “Hasta ahora hemos tenido unas temperaturas mucho más altas de lo que tocaría. Veremos qué pasa cuando llegue el frío y la gente tenga que hacer frente a sus facturas de calefacción”.

La crisis de los combustibles ha azotado al país como a pocos. Según la Comisión Europea, el precio medio del litro de gasolina eurosúper 95 se sitúa en los 1,85 euros. Solo le supera Finlandia, con 1,87 euros. Todo ello a pesar de que Grecia fue el país de Europa que más dinero destinó a medidas de protección para negocios y familias frente a la crisis energética. Según el Bruegel Institute, dedicó el 3,7% de su PIB. Solo Lituania, en segundo lugar, superó el umbral del 3%. El director general de la Fundación para la Investigación Económica e Industrial (­IOBE), Nikos Vettas, sostiene que las crisis energéticas tienen un efecto mucho más profundo en este país. “Grecia es totalmente dependiente a nivel energético. Los negocios son débiles y el nivel de endeudamiento es muy elevado”. Esta situación podría alargarse, según Vettas, si ocurre un cambio en el mercado energético europeo. “El Gobierno ya no tiene dinero para seguir dando ayudas y subvenciones al sector. El año 2023 será complicado”.

Como el mito de Sísifo, los griegos parecen condenados a empujar siempre una pesada piedra. Tras el adiós al tutelaje europeo, ahora es la inflación lo que les quita el sueño.

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