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Tesla: la carroza de Elon Musk se convierte en calabaza

La compañía pierde más del 70% de su valor en Bolsa y los analistas dudan de que pueda liderar a largo plazo el mercado de coches eléctricos

Elon Musk
Elon Musk en el inicio de operaciones de la planta de Tesla en Gruenheide (Alemania), en marzo de 2022.PATRICK PLEUL (dpa-Zentralbild POOL/AFP via Get)
Miguel Jiménez

A Tesla le está ocurriendo lo mismo que al coche que usó la Cenicienta para llegar al baile. Marcó un récord de valor en Bolsa de 1,2 billones de dólares hace poco más de un año. En ese momento, con una cuota del 1% del mercado mundial del automóvil, la compañía valía más que el resto de los fabricantes de coches cotizados juntos, los que acaparan casi todo el otro 99% del mercado: Toyota, Volkswagen, Daimler, General Motors, BMW, Stellantis, Ford, Ferrari, Hyundai, Nissan… Se codeaba solo con las grandes tecnológicas (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon). Un año después, la burbuja se ha pinchado. Mientras su jefe y primer accionista, Elon Musk, se enredaba en la compra de Twitter, Tesla ha perdido más del 70% de su valor. Ha sufrido el frenazo de la economía, el rebrote de la pandemia en China y la creciente competencia, pero, sobre todo, los inversores han dejado de ver a la compañía como una tecnológica. Es, a fin de cuentas, un fabricante de coches.

La última decepción ha llegado con las cifras de ventas del cuarto trimestre. Hasta ahora, el mayor problema de Tesla era que no podía fabricar tantos coches como le demandaban sus clientes. Sin embargo, las eternas listas de espera han pasado a la historia. Las últimas cifras publicadas muestran que se le acumulan las existencias sin entregar. La empresa lo atribuye a un aumento de los vehículos en tránsito desde las fábricas, pero suena a excusas de mal vendedor.

Tesla produjo 439.701 vehículos y entregó 405.278 en el cuarto trimestre de 2022, lejos de los objetivos y las expectativas. Lleva tres trimestres fabricando más coches de los que es capaz de vender. La compañía se ha lanzado a ofrecer fuertes descuentos, aunque esto ha provocado el enfado de los compradores recientes, especialmente en China, donde han acudido a protestar a los concesionarios.

Tesla es una historia de éxito y crecimiento. Los inversores pagan por su futuro, más que por su presente. Hoy por hoy, el grupo Volkswagen, por ejemplo, le triplica en ventas y logra mayores beneficios, y solo vale la quinta parte que el fabricante de coches eléctricos. La razón es su ritmo de crecimiento, sus mayores márgenes y su inmenso mercado potencial. La cuestión es cuánto de ese mercado podrá acaparar Tesla.

Los analistas de Goldman ­Sachs creen que el mercado de coches eléctricos crecerá con fuerza y que Tesla está mejor situado que otros competidores para aprovechar ese auge y defender los márgenes a través de medidas de reducción de costes, pero a la vez enumeran una serie de amenazas: “Los principales riesgos a la baja de nuestra tesis están relacionados con el ritmo de adopción de los vehículos eléctricos, la demanda de automóviles, el aumento de la competencia en los vehículos eléctricos, el ciclo del automóvil, el coche autónomo, el riesgo de persona clave, el entorno de control interno y los riesgos operativos asociados con el alto grado de integración vertical de Tesla”.

Lo que Goldman llama “riesgo de persona clave” es una indisimulada referencia a Elon Musk. El primer ejecutivo de Tesla se ha pasado 2022 enredado en la compra de Twitter, primero, y en la caótica gestión de la red social, después. Musk ha pasado de ser visto por muchos como un genio visionario a un tirano antipático. Además, se ha alineado con posiciones derechistas y ha pedido abiertamente el voto para los republicanos en Estados Unidos, lo que ha hecho que el grado de aprobación de Tesla entre los votantes demócratas haya caído más de 20 puntos, según una reciente encuesta de Morning Consult. Parece un mal negocio, tomando en cuenta que el expresidente Donald Trump y los republicanos se mofan del coche eléctrico mientras que los progresistas son sus principales clientes. “El mayor riesgo que tiene la compañía es su fundador, Elon Musk, un individuo con una personalidad excéntrica y con afán de protagonismo”, señala Carlos Arenillas, miembro del equipo de inversión de Panza Capital.

La competencia acelera

Arenillas concede que Tesla “ha tenido un gran impacto en la industria de la automoción”. “Ha sido el mayor contribuidor para popularizar los vehículos eléctricos, rompiendo el monopolio del motor de combustión y obligando a reaccionar a los incumbentes”, añade. Pero la creciente competencia de los fabricantes tradicionales se ha convertido en una gran amenaza.

Los expertos consideran que Tesla será incapaz de defender la elevadísima cuota de mercado de que disfruta. El ejemplo de Estados Unidos es palmario. Ha pasado de acaparar el 79% de las ventas de coches eléctricos en 2020 al 65% en 2022, y los analistas de S&P Global calculan que su cuota caerá al 20% en 2025. “La posición de Tesla está cambiando a medida que llegan nuevas opciones más asequibles, que ofrecen igual o mejor tecnología y fabricación. Dado que las opciones y el interés de los consumidores por los vehículos eléctricos son cada vez mayores, la capacidad de Tesla para mantener una cuota de mercado dominante se verá amenazada en el futuro”, señala la firma en un informe reciente. “A medida que lleguen nuevos vehículos eléctricos, se pondrá a prueba la lealtad” de los clientes de Tesla, añade.

Esa es una gran diferencia con las grandes tecnológicas. Google, Amazon, Microsoft y Apple han sido capaces de acaparar mercados y de defender cuotas de mercado altísimas con grandes márgenes. Tesla justificaría una valoración billonaria si fuese capaz de acaparar el mercado del coche del futuro, pero no parece contar con una ventaja competitiva sostenible para ello, ni en los coches en sí, ni en las baterías, ni en la conducción autónoma. Es más probable que el mercado del automóvil siga estando muy fragmentado, como con los coches tradicionales, y aunque Tesla ocupe una posición de privilegio, difícilmente será tan dominante como para pagar una prima de valoración tan inmensa.

Arenillas admite que “Tesla tiene un modelo de integración vertical muy diferente al resto de jugadores con algunos beneficios: mejor control de la tecnología (fabrican sus propios semiconductores y su sistema de conducción autónoma), mejor control del cliente (distribución directa en vez de a través de intermediarios) y mejor control de costes (fabricación en grandes gigafactorías)”. Sin embargo, matiza que “el modelo de negocio no ha sido testado a escala en una recesión, donde la integración vertical puede acarrear un deterioro de los márgenes por el alto nivel de costes internos”.

Los analistas de Citi explican que, si se suscribe la opinión de que el coche del futuro introduce nuevos mercados relevantes, “los métodos de valoración tradicionales se vuelven algo menos aplicables, siempre que el balance siga siendo sólido”, frente a un enfoque de valor terminal o a largo plazo. Pero ese método “inyecta una volatilidad potencial mucho mayor” a la valoración. Tesla se convierte en una apuesta sobre el futuro. “Existen demasiadas incógnitas para hacer una valoración razonable”, resume Arenillas.

Tesla presenta resultados el 25 de enero. Más que las cifras, los inversores esperan con ansiedad las palabras de Elon Musk en la conferencia con analistas. Mientras tanto, se ha pronunciado en Twitter sobre el desplome de Tesla: “Los fundamentos a largo plazo son extremadamente sólidos. La locura del mercado a corto plazo es impredecible”.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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