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Casas coladero: así pierde usted calor y mucho dinero

Millones de propietarios pagarán este invierno por energía que se acabará escapando por ventanas, puertas, muros, cubiertas y suelos

Casas
Un trabajador colocaba aislamiento en el techo de una vivienda.Westend61 (Getty Images/Westend61)
Sandra López Letón

Hay algo peor que tener que pagar la factura de la calefacción a precio de oro este invierno. Es pagar por un calor que se escapa. Debido al gran número de viviendas ineficientes que hay en España, lo más probable es que usted viva en una de ellas. Son casas coladero que pierden energía constantemente y cientos de euros cada mes. “Después de apagar la calefacción, todo el calor desaparece en muy pocas horas. Aunque esté puesta la calefacción, toda la energía que produces la terminas desperdiciando”, sentencia Alfredo Sanz, presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE).

El calor acumulado huye por ventanas, puertas, muros, fachadas, cubiertas, suelos, grietas, rejillas, tuberías, enchufes, cajones de persianas, pasos de instalaciones, cantos de forjado… Todo lo que no esté aislado, sellado y hermetizado. ¿Cuánto se escapa? Hasta un 80% del calor que emiten los radiadores. “Un edificio pierde de media el 25% por las fachadas, 18% por las ventanas, 7% por los suelos y 30% por la cubierta. El 20% restante se pierde al ventilar la casa, algo recomendable para asegurar la ausencia de humedades”, indica Sanz. Respecto a esto, lo conveniente es ventilar cinco minutos cada dos horas y no más.

La falta total o parcial de aislamiento térmico es la causa de que no se conserve el calor, de que se pierda a través de la piel del edificio. “Hay viviendas que no tienen aislamiento térmico o no es suficiente o está mal instalado. Si tenemos cualquiera de estos tres supuestos, tenemos un edificio con puentes térmicos, fisuras o filtraciones, que se dan sobre todo en las juntas entre las ventanas, entre fachada y forjado, entre cubierta y fachada…”, explican en la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac).

Pocas viviendas en España se libran de semejante despropósito energético y económico. La mitad de las casas se construyeron antes de que se aprobase una normativa (la primera fue en 1979). “Las viviendas anteriores a esta fecha no tienen ningún aislamiento, el calor se escapa por todos lados”, comenta Dolores Huerta, directora general de la organización Green Building Council España (GBCe). El resto tiene mayor o menor aislamiento según su fecha de construcción —en 2006 se publica el primer Código Técnico de la Edificación, con mayores exigencias—, pero los expertos coinciden en que no es suficiente. “En España hay recorrido para mejorar las condiciones térmicas de los edificios y minimizar las pérdidas de calor”, opina Luis Mateo, director general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Materiales Aislantes (Andimat). De los más de 25 millones de casas construidas en España, “23 millones no tienen requerimiento de aislamiento térmico o estos son mínimos, según la antigüedad y normativa aplicable”, señala Itziar Quirós, vicepresidenta de la Plataforma Passivhaus. Celia Pérez, directora de Global Building Solutions de Cementos Molins, insiste: “Prácticamente, la totalidad de viviendas sufren derroches innecesarios de energía. Más de la mitad de nuestros edificios supera la mayoría de edad y no han sido construidos bajo los estándares de eficiencia energética del nuevo Código Técnico de la Edificación, lo que provoca que sean grandes depredadores de energía”. Pérez pone el ejemplo de las filtraciones y humedades, causantes de una de cada cuatro patologías. “Afectan a la pérdida innecesaria de energía e impactan también en la factura energética de quienes las sufren”.

Con este parque edificado tan ineficiente, propietarios e inquilinos afrontan un invierno gélido y no solo por los precios del gas y la luz, sino por las cuantiosas pérdidas energéticas. El presidente del CGATE lo explica: “En las casas antiguas sin aislamiento necesito cinco veces más de energía para mantener el calor que en una vivienda actual”. Este colegio profesional ha puesto en marcha una calculadora energética para que cualquiera cuantifique cuánto supone en euros. Por ejemplo, la diferencia entre una vivienda construida recientemente y una edificada hace 60 años es de entre 2.000 y 2.500 euros anuales en calefacción. Aunque el sistema calefactor sea el mismo, la pérdida por la envolvente obliga al piso sin aislamiento a aportar más calor para mantener una temperatura de confort de, al menos, 22 grados.

¿Cómo saber si mi casa pierde calor? Hay diferentes maneras de averiguarlo. “Podemos detectar infiltraciones de aire no deseadas acercando la palma de la mano o una vela por las carpinterías, enchufes, cajas de persianas y rodapiés”, propone Quirós. “Si estamos poniendo la calefacción muy alta y, aun así, no alcanzamos una temperatura de confort, es porque hay pérdidas”, añaden en Andimac. Hay que tener en cuenta, además, “que estas pérdidas térmicas, puntos fríos e infiltraciones de aire incontroladas son perjudiciales para la salud de los habitantes”, sostiene Quirós.

Algunos propietarios y comunidades de vecinos están contratando inspecciones termográficas. “Hay más demanda de particulares, además de arquitectos y empresas”, cuenta Sergio Melgosa, profesional de la termografía infrarroja en eBuilding. Estos estudios se suelen hacer en invierno. “Nos interesa ver por dónde se escapa el calor. Este se genera en el interior de la vivienda [la calefacción] y viaja al exterior a través de los puntos débiles de la envolvente, de manera que con la cámara térmica se toman las imágenes”, añade. El coste se mueve entre los 250 y 300 euros. De todos modos, la fecha de construcción del edificio es un buen chivato: “Es un indicador indiscutible del nivel de aislamiento”, dice Mateos.

Existen algunas medidas exprés (el invierno está a la vuelta de la esquina) y económicas para minimizar lo más posible las pérdidas de calor, aunque ninguna garantiza una mejora sustancial. Desde el CGATE piden prestar especial atención a las carpinterías (ventanas), poner burletes en puertas y ventanas e, incluso, cintas adhesivas que impidan la entrada de aire descontrolado por algunos huecos. Cambiar las ventanas por otras de altas prestaciones —bien colocadas— siempre ayuda, aunque ojo: “Hay que sustituir los cajones de las persianas también, porque si se dejan los antiguos se escapará todo el calor”, avisa Huerta. Cambiarlos o, en su defecto, rellenarlos de aislamiento. En el caso de familias vulnerables hay remedios más caseros, como poner unas cortinas pesadas, una alfombra o colocar papel de aluminio por detrás de los radiadores para que se refleje el calor hacia dentro y se eviten filtraciones.

Segunda piel

Pero la solución definitiva pasa por hacer una reforma energética profunda que cree una segunda piel en el edificio. “Supone aislar fachadas, cubiertas y cambiar carpinterías”, dice Guillermo Muñiz, arquitecto y director comercial de Sto Ibérica. Esto, insiste, evitaría perder entre el 30% y el 80% de la energía. De media, “más del 50%”. “Abrigar los edificios por fuera, es decir, con sistemas de aislamiento térmico por el exterior puede reducir el gasto de energía, calefacción y refrigeración hasta en un 70%, según nuestras estimaciones”, indice Pérez. El coste de la actuación depende del tamaño de la fachada y el número de pisos, pero se sitúa entre 11.000 y 15.000 euros por vecino, calcula Muñiz. En otros casos rondará los 6.000 euros. El problema es que la comunidad debe consentir la obra. ¿Y si un vecino quiere aislar su casa, pero el resto no? “Solo podría cambiar sus ventanas y aislar por el interior, pero es costoso y menos eficaz que por el exterior”, cuenta Huerta. Y, además, puede ser contraproducente. “Al tener una parte de la fachada bien aislada y otra peor se podrían generar humedades por condensación”, añade Muñiz.

Los arquitectos técnicos animan a las comunidades a que no dejen de aprovechar las ayudas de los fondos europeos. “Es una oportunidad única que puede que no volvamos a tener”, cree Sanz. Luis Mateos se pronuncia en la misma línea: “El aislamiento debe ser el protagonista de los programas de recuperación por ser la inversión más rentable”. Gracias a estas ayudas, la obra puede costar un 60% menos y unos 3.000 euros de media. “Si necesitamos financiar la obra y la ponemos a cinco o seis años, la letra del crédito es más baja que el ahorro en calefacción. Podemos estar pagando una letra de 60 euros y estar ahorrando 80 euros en calefacción”, resume el presidente del CGATE.

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Sobre la firma

Sandra López Letón
Redactora especializada en el sector inmobiliario, del que informa desde hace más de dos décadas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en EL PAÍS. Actualmente, escribe en el suplemento de información económica 'Negocios'. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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