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Àngels Fitó, rectora de la UOC: “Evitar el fraude académico pasa por preguntar aquello que ChatGPT no puede hacer”

La académica, recientemente elegida a los mandos de la Universidad Abierta de Cataluña, repasa los retos y oportunidades de la formación a distancia al inicio de un mandato de siete años

Àngels Fitó, nueva rectora de la Universidad Abierta de Cataluña.
Àngels Fitó, nueva rectora de la Universidad Abierta de Cataluña.Andreu Fotograf
Nacho Meneses

¿Cuáles pueden ser los retos de una universidad digital en el contexto social, educativo y económico de la pospandemia? Para la economista Àngels Fitó (Barcelona, 1970), nueva rectora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), los esfuerzos se dirigen ya hacia aspectos tan esenciales como la formación a lo largo de la vida, con la introducción de las microcredenciales; la innovación tecnológica como desafío y herramienta de futuro; el acompañamiento pedagógico y profesional de los alumnos y la accesibilidad de un estudiantado tan heterogéneo como la trayectoria educativa o profesional que les ha llevado hasta sus puertas. “Estamos en un contexto donde trabajamos más años, y durante ese tiempo, nuestro perfil profesional debe evolucionar más rápido. [Las personas a quienes formamos] tienen mochilas personales, formativas y profesionales muy distintas, y por eso nuestro primer reto tiene que ver con la personalización y la atención a la diversidad de un alumnado que puede tener 25, 40 o 60 años, que vive en contextos diferentes y que tiene competencias muy variadas”, explica durante una videoconferencia con EL PAÍS.

Manejar las necesidades formativas de los 87.000 alumnos matriculados en la UOC (datos del curso 2021-22), con competencias y trayectorias previas, exige un alto grado de flexibilidad que, en los próximos años, se potenciará con el desarrollo de las llamadas microcredenciales, una formación de corta duración, modularizada y personalizable en la que serán claves tanto la universidad como la Formación Profesional. “En este contexto de necesidad creciente de capacitación masiva en el ámbito profesional, las universidades tendremos muchos competidores no universitarios (…). Pero nuestra batalla deberá estar en la calidad, en la investigación y en las certificaciones de conocimiento”, esgrime Fitó.

Para la rectora, ese escenario donde se consideraba “que solo había una etapa para formarse” ha quedado superado por una realidad donde la evidencia señala que la formación tendrá lugar a lo largo de toda la vida: “Aprender a aprender es la primera competencia más valorada en el mercado de trabajo. Tenemos que promover que la gente que haya hecho Formación Profesional continúe sus procesos formativos hacia los grados, pero también que la gente que ha empezado un grado y se le hace cuesta arriba, pueda en un momento dado pasar a la FP y acceder al mercado de trabajo mediante una certificación quizá con menos tiempo”, apunta.

Tras su toma de posesión el pasado 13 de abril, Fitó ha comenzado un mandato que durará, si no hay contratiempos, hasta 2030. Forma parte del reducido grupo de mujeres que han conseguido llegar hasta lo más alto de la gestión universitaria: en España, tan solo hay 19 rectoras (nueve en la pública y 10 en la privada) en las 76 universidades (50 públicas y 26 privadas) que forman parte de CRUE. Sin ir más lejos, la Universidad Complutense de Madrid, que recientemente reeligió a Joaquín Goyache como rector, nunca ha tenido una mujer al frente, y ya son 56 los hombres que la han regido desde que la institución se mudó de Alcalá de Henares a Madrid, en 1822. La brecha de género se hace más palpable según se sube de categoría: si las mujeres representan el 54 % del alumnado, el porcentaje baja al 49 % de las tesis doctorales leídas (donde, por lo tanto, hay paridad) y el 43% del Profesorado Docente e Investigador (PDI), pero tan solo el 25% de las catedráticas y las rectoras.

“Mientras los requisitos para acceder a los puestos de rector sigan conteniendo atributos fuertemente masculinizados, es difícil revertirlo”, señala Fitó. “En cambio, si consideramos un criterio más amplio en cuanto a las posibles contribuciones en el mundo académico, e incorporamos cuestiones vinculadas con la investigación, pero también la docencia, la gestión y la innovación, seguramente el acceso a estas posiciones será más neutral en términos de género”, añade. “Está demostrado (y hay mucha investigación al respecto) que esa tijera de género (…) se da porque ha habido una invisibilización sistémica de la contribución de la mujer al ámbito académico y científico. Toda la cadena de reconocimientos que se necesitan para llegar a puestos superiores está sesgada, y por lo tanto el resultado final también lo está”.

El reto tecnológico

La integración de las innovaciones tecnológicas, desde ChatGPT y todo lo que conlleva la inteligencia artificial a herramientas emergentes como la realidad virtual o la aumentada, es otra de las grandes prioridades señaladas por Fitó: “Las nuevas oportunidades tecnológicas son también oportunidades educativas, retos para mejorar nuestro modelo educativo y un coste de oportunidad si no lo hacemos”. Y, en una institución de formación online como la UOC, la innovación sirve para mejorar la calidad del asesoramiento que se ofrece a los alumnos: “Hay que aprovechar la tecnología para dar el mejor acompañamiento a escala, de manera masiva, a un mayor número de personas en el ámbito profesional; pero, a la vez, humanizar también al máximo el acceso y el acompañamiento pedagógico, para que sean verdaderamente inclusivos”, afirma Fitó. Durante los dos primeros semestres, los estudiantes de UOC “tienen una persona a su disposición en cualquier momento”; y después, en el ámbito de cada asignatura, hay un responsable académico que le da apoyo y que dinamiza las aulas y el proceso de aprendizaje. “En la parte profesional estamos desarrollando una herramienta para la autoorientación laboral, además de incorporar un conjunto de orientadores profesionales”.

“La investigación nos dice que lo que quieren los universitarios son experiencias educativas relevantes; que no solo sean útiles para su futuro, sino que les sean satisfactorias desde el punto de vista experiencial”. En fase de experimentación está, por ejemplo, la incorporación de la realidad virtual o la aumentada a los procesos formativos, algo que puede multiplicar por cuatro la retención de conocimientos y que, para la rectora, resulta especialmente beneficioso a la hora de desarrollar algunas habilidades blandas: “Por ejemplo, tenemos una experiencia con un hospital donde estamos trabajando todo lo que es la realidad virtual para enseñar, en este caso, a los profesionales sanitarios a dar determinadas noticias a las familias, y utilizamos la realidad virtual porque nos va muy bien”.

Otro caso es todo lo relacionado con la inteligencia artificial y, en especial, las IA generativas como el popular ChatGPT. Una presencia llamada a cambiar el paradigma de la formación y la evaluación que despierta dudas por su posible impacto sobre la integridad académica de los alumnos. “Yo creo que estas inteligencias artificiales son una oportunidad porque, en el fondo, son herramientas para aumentar nuestra productividad individual, pero tenemos que saberlas usar. Este es un reto inmediato que está encima de la mesa”.

Ahora bien, ¿qué sucede si le preguntamos a ChatGPT acerca de los retos que afrontará la educación online? Esto es precisamente lo que hicimos, y le pedimos a la nueva rectora de la UOC que confirmara o desmintiera cada uno de los seis puntos que destacó la inteligencia artificial. Este fue el resultado:

  1. La educación online a menudo carece de interacción cara a cara, lo que dificulta el construir relaciones y obtener apoyo individualizado. “Esto se corresponde con el prejuicio de pensar que la relación cara a cara solo puede darse con la presencialidad, pero el contacto con un estudiante en la formación virtual puede ser igual de individual, intenso y personalizado que en un formato presencial”.
  2. Problemas tecnológicos como una conexión lenta a internet, equipos que no funcionan o programas incompatibles pueden ralentizar el proceso de aprendizaje. “Eso es cierto. Los entornos de aprendizaje virtual están asentados sobre una base tecnológica y, por lo tanto, una buena integración de tecnologías es fundamental para que el aprendizaje fluya como debe. Las cifras dicen que estamos bien cableados a nivel de fibra óptica, aunque en los hogares con menos recursos económicos, un tercio de los niños no tienen acceso a internet ni a un ordenador en condiciones”.
  3. El aprendizaje online exige a los alumnos una mayor responsabilidad de gestión sobre su propio aprendizaje, sus horarios y su dedicación, sin el apoyo de un entorno educativo tradicional. “También es cierto; pero esto se puede aprender. De hecho, en ese acompañamiento pedagógico que mencionaba, ponemos el foco en ese tipo de competencias. Y a su vez, tenemos que pensar que cuando preguntas en el mercado de trabajo sobre los graduados online, reconoce que son personas con una capacidad de organización y de gestión del tiempo muy elevadas”.
  4. Acceso limitado a fuentes de consulta como bibliotecas, laboratorios o grupos de estudio. “En absoluto. El acceso a los nuevos recursos de aprendizaje está en red y, por lo tanto, es al revés: la accesibilidad es máxima. Hoy casi nadie se desplaza a buscar manuales físicos”.
  5. La educación online hace que sea más fácil hacer trampas en trabajos o exámenes. “Esta es una cuestión universal, no solo de la formación a distancia. Nosotros disponemos de los mecanismos tecnológicos suficientes para garantizar la autoría de los trabajos de nuestros estudiantes. Además, lo inteligente es integrar esas tecnologías para que la gente pueda aprovechar su productividad. Evitar el fraude académico pasa por diseñar procesos de evaluación que sean adecuados, es decir, por preguntar aquello que ChatGPT no puede hacer”.
  6. El aprendizaje online puede no ser idóneo para todos los estilos de aprendizaje. “Sí, aunque las universidades presenciales tienen el mismo reto; el proceso de personalización del aprendizaje es una necesidad universal. Nosotros contamos con dos activos para hacer frente a esas necesidades especiales o diferenciadas: la tecnología, por una parte, y el acompañamiento humano, académico, pedagógico y profesional”.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

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