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Cristina Sánchez: “Sin el compromiso de las empresas no podremos alcanzar un futuro sostenible”

La directora ejecutiva en España del Pacto Mundial de la ONU reflexiona, junto a otros expertos, sobre la ya iniciada transición a una economía verde y el papel de las empresas en este proceso

Participantes en una manifestación por el clima en Glasgow, Reino Unido, en enero de 2022.
Participantes en una manifestación por el clima en Glasgow, Reino Unido, en enero de 2022.William Gibson
Nacho Meneses

Mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados, tal y como establecieron los Acuerdos de París de 2015, se vuelve un objetivo cada vez más improbable al comprobar cómo, lejos de reducir las emisiones de dióxido de carbono, el mundo sigue aumentándolas. Así al menos lo afirma el informe de Global Carbon Project que se presenta este viernes en la cumbre del clima de Sharm el Sheij, en Egipto. La COP27 es el capítulo más reciente del continuo tira y afloja entre la necesidad de adoptar medidas drásticas que frenen el calentamiento global y lo que los países, en virtud de sus prioridades, estén dispuestos a hacer. La sostenibilidad es un objetivo ineludible que demandan tanto la sociedad como el mercado laboral, y según la Organización Mundial del Trabajo, la economía verde creará hasta 24 millones de empleos de aquí a 2030. Una transición que se ha visto estimulada en los últimos años por el objetivo de alcanzar emisiones neutras de carbono en 2050. Iniciativas como la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU recuerdan, además, el hecho de que la sostenibilidad no solo tiene un componente medioambiental, sino también social y económico.

Puede que, de cara al público, el vínculo más claro con la sostenibilidad se observe en sectores como el energético, la gestión de residuos, el transporte, la construcción, las manufacturas o la agricultura. Pero la realidad es que esta afectará a todos los puestos de trabajo del futuro (incluyendo muchos que aún no existen), “como ya ha sucedido con la tecnología. Primero surgieron los expertos en transformación digital, y ahora los habrá en transformación sostenible”, esgrime Jacobo Muñoz, Executive Search Associate de Hays España. En la economía verde, afirma, todos necesitarán nuevas habilidades y conocimientos: “Cualquier puesto de trabajo es susceptible de contar con una visión de sostenibilidad 360 grados para desempeñar sus funciones de la forma más idónea posible con la transición verde, manteniendo un equilibrio entre el crecimiento de la economía, el respeto al medioambiente y el bienestar social”.

Incorporar la sostenibilidad a la estrategia de negocio de una compañía tiene un profundo impacto económico (muchas ayudas y fondos europeos como los de Next Generation, por ejemplo, van encaminados a la transformación de las empresas hacia modelos más sostenibles), pero también en su reputación y en la capacidad de atraer y retener el talento, consiguiendo una mayor implicación por parte de sus empleados: “Cuando estos sienten que su día a día tiene relevancia y que su empresa se preocupa por reducir su impacto medioambiental en la sociedad, se consigue un mejor ambiente de trabajo y un mayor rendimiento”, afirma Guillermo Martínez, consultor de Spring Professional. Un estudio realizado por Deloitte muestra también cómo el 48 % de aquellos pertenecientes a la llamada Generación Z, y un 43 % de los millennials, han presionado a las empresas donde trabajan para que actúen contra el cambio climático, aunque solo el 18 y el 16 % de ellos, respectivamente, se muestran convencidos de que sus organizaciones se lo han tomado en serio. No cumplir con los objetivos de Responsabilidad Social Corporativa puede hacer, además, que una empresa pierda atractivo entre consumidores, clientes e inversores.

Las empresas y el cambio climático

“Sin el compromiso de las empresas no podemos alcanzar un futuro sostenible”, sostiene Cristina Sánchez, directora ejecutiva del Pacto Mundial de la ONU en España. Esta iniciativa, presentada por Koffi Annan en julio de 2000, establecía un vínculo entre Naciones Unidas y el sector empresarial, como actor imprescindible en cualquier intento de adoptar un modelo más sostenible. “Apostar por ello implica adoptar un pensamiento estratégico que no solo se centra en los resultados económicos, sino que tiene en cuenta también el valor positivo que puede añadir a la sociedad y al planeta”, añade Sánchez. “Una empresa no puede considerarse sostenible si tiene una estrategia de reducción de emisiones, pero vulnera los derechos humanos de sus empleados, por ejemplo. Tampoco vale que realice proyectos e inversiones para ayudar a países en desarrollo, pero que luego vierta residuos en el océano. Se trata de ser coherentes y reconocer la interconexión de las tres esferas”.

Ahora bien, ¿dónde se sitúan las empresas españolas en esa transición verde? Según estudios realizados por el Pacto Mundial de la ONU en España, nueve de cada 10 empresas llevan a cabo acciones que impactan positivamente en los ODS, aunque los esfuerzos aún no resultan suficientes para alcanzar las metas de la Agenda 2030: solo cuatro de cada 10 tienen actualmente un compromiso de reducción de emisiones de CO₂, y únicamente un 16 % cuenta con una política específica contra el cambio climático. Sin embargo, la inversión sostenible y responsable ha ido en aumento, hasta el punto de alcanzar los 35 billones de dólares. En España, la inversión en criterios ambientales, sociales y de gobernanza superó los 370.000 millones de euros en 2021.

No adaptarse a las exigencias de la economía verde puede tener consecuencias muy negativas que van más allá de los ya mencionados efectos sobre su reputación, el acceso a ayudas o fondos europeos o su capacidad para atraer y retener talento. Las empresas que lo ignoren “podrían llegar a desaparecer”, en opinión de Sánchez. “Parece drástico, pero es un impacto posible y muy realista, teniendo en cuenta que, cada vez más, los grupos de interés demandan a las empresas que se alineen con la economía verde; y esto está ocurriendo por parte de todos los actores. Los movimientos de la sociedad en favor del clima están en auge, y las normativas, tanto nacionales como comunitarias, reclaman una mayor ambición a las empresas para reducir sus emisiones, establecer estrategias de economía circular y reducción de residuos y contribuir al objetivo, a nivel de país, de alcanzar una disminución de las emisiones de un 55 % en 2030″.

Empleos verdes

De acuerdo con los expertos consultados, muchos de esos empleos verdes del futuro serán, como ocurre con las nuevas tecnologías, para perfiles que aún no existen. Pero, en cualquier caso, se trata de empleos que afectan de manera transversal a muchas áreas corporativas. Así, por ejemplo, sucede en el caso del compliance manager, un profesional que se encarga de que la compañía cumpla con sus requisitos legales y políticas internas, asegurándose de que las políticas de sostenibilidad generan un impacto real y no se quedan en un mero greenwashing (vender una imagen de sostenibilidad que no es real).

En este esfuerzo coral, la formación se antoja como un elemento imprescindible. Hay que recordar, como explica Fiona Place, directora de sostenibilidad del grupo Hays, que el 80 % de la fuerza laboral de 2030 ya está trabajando, “y puesto que ellos serán instrumentales en alcanzar cualquier objetivo de sostenibilidad, debemos asegurarnos de que están equipados con las herramientas adecuadas”, mejorando las capacidades individuales de cada uno para que, desde su puesto, tomen decisiones que favorezcan una economía más verde. “Las empresas necesitan plantillas alineadas con sus objetivos sostenibles. Nosotros recomendamos que la sostenibilidad llegue a todos los departamentos y personas de una empresa, porque si no, nos podemos encontrar con que el área de medioambiente esté alineada con los objetivos empresariales pero, por ejemplo, desde el área de compras se tomen decisiones contrarias a los objetivos ecológicos”, avisa Sánchez.

Vamos en buen camino, pero queda mucho por hacer: según los datos que maneja el propio Pacto, solo una tercera parte de las empresas españolas ha formado a sus plantillas en materia de sostenibilidad. Y tampoco conviene olvidar que una transición justa tiene, además de un componente medioambiental, otros relacionados con la diversidad, los derechos humanos y diálogo social, “para que las decisiones que se tomen no dejen de lado la protección de los grupos vulnerables ni los beneficios socioeconómicos locales”, advierte Sánchez.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

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