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Un espectáculo teatral para aprender a desarrollar las habilidades blandas

‘BeLiquid’, impulsada por Antonio Resines y Coté Soler, usa actores y dinámicas teatralizadas para trabajar competencias como la empatía, la adaptabilidad al cambio y la comunicación

Los actores participantes en las dinámicas de BeLiquid, dirigiéndose a la audiencia y haciéndoles partícipes del espectáculo.
Los actores participantes en las dinámicas de BeLiquid, dirigiéndose a la audiencia y haciéndoles partícipes del espectáculo.BeLiquid
Nacho Meneses

En un escenario central, un grupo de cuatro actores apela continuamente a la audiencia que les rodea. No se trata de una representación al uso: durante la dinámica que empieza, se levantarán, caminarán, responderán, reirán y, sobre todo, reflexionarán acerca de sus propias habilidades interpersonales, aquellas que utilizan para relacionarse con los demás y ser no solo más eficaces y productivos, sino también más positivos y felices en su vida y en su trabajo. El evento, salpicado con las intervenciones de Antonio Resines a través de una pantalla, es solo el primer paso de una innovadora manera de formar a los trabajadores en las archiconocidas (y muy demandadas) habilidades blandas: liderazgo, empatía, mentalidad de crecimiento, comunicación, resiliencia, trabajo en equipo...

Ahora bien, ¿se trata de una moda pasajera o de una realidad? “Lo principal, a la hora de inspeccionar un currículum o de hacer una entrevista, ya están siendo las habilidades personales de quien se va a contratar. Los responsables de recursos humanos optan por candidatos que se adapten bien, que tengan don de gentes y que vengan con ilusión. Porque la realidad es que la formación técnica es muy parecida en todas las personas”, explica Coté Soler, ingeniero informático, actor, productor y cofundador de BeLiquid, un método formativo que aplica las artes escénicas al mundo de la empresa. Si las hard skills (habilidades duras) son las competencias técnicas necesarias para desarrollar un trabajo, como la educación, el nivel de idiomas, los cursos o certificados, las soft skills (habilidades blandas) ponen en valor ese conocimiento según cómo realizamos esas tareas y nos relacionamos con los demás, mostrando empatía, manteniendo la calma en momentos de presión o sabiendo gestionar conflictos.

La demanda de estas competencias no es nueva, pero se ha visto acelerada a raíz de la pandemia: “La covid nos ha llevado, como sociedad, a situaciones límite con entornos cambiantes e imprevisibles, que han hecho que las habilidades blandas tengan un papel fundamental. En entornos de incertidumbre, la capacidad de adaptación, de comunicar y de relacionarse entre compañeros es de vital importancia para el éxito de cualquier organización”, asegura Raquel González, directora territorial de la consultora Spring Professional, del grupo Adecco. En un entorno donde el 69 % de los trabajadores afirmaban sentirse preocupados por una posible reducción salarial, y un 42 % de la población presentaba síntomas importantes de ansiedad, la gestión emocional cobró más importancia que nunca, figurando desde entonces entre las características más valoradas por los empleadores de cara al futuro.

Estas habilidades, junto a otras como el liderazgo, el pensamiento analítico y crítico, la creatividad, el aprendizaje activo, la resolución de problemas, la resiliencia y la inteligencia emocional, figuran entre las 15 competencias que serán necesarias en 2025, según el informe The Future of Jobs Report 2020, del Foro Económico Mundial. “Para aprovechar el talento de manera eficiente, tenemos que saber mantener conversaciones valientes de desarrollo, tener un pensamiento crítico, adaptar nuestro lenguaje y empatizar con el interlocutor, dar un feedback basado en hechos concretos y ser parte de la solución y no del problema. Pero también controlar las emociones para no enjuiciar, y saber reponerse rápido cuando las cosas no salen como uno espera”, esgrime Mar Cárdenas, responsable del programa de Recursos Humanos en ESIC Business & Management School.

Uno de los problemas recurrentes en las empresas a la hora de abordar la formación de sus empleados es conseguir que sea lo suficientemente interesante como para que estos se impliquen en ella. “Las personas no se interesan porque esas formaciones les resultan tremendamente aburridas y tediosas. Y eso hace que, cuando por fin acuden a los cursos, acaben por coger sus dispositivos digitales y desconecten”, cuenta Soler. Y fue precisamente esa búsqueda la que les llevó a crear BeLiquid: “Yo soy productor teatral, y me preguntaba sobre cómo podríamos aplicar lo que hacemos en los espectáculos; conseguir que la gente se levante, que aplauda, que se abracen, se emocionen y salgan diciéndole a los demás: “Joder, no te pierdas esto”. Y ahí surgió la idea de convertir la formación en un espectáculo”. Al mastershow inicial, en compañía de los actores, le siguen una serie de contenidos audiovisuales que cada uno trabaja después, a diario y por su cuenta, así como talleres, seminarios, sesiones de team building con las empresas y los trabajadores, para que al final aprendan cómo aplicar esas habilidades recientemente adquiridas en sus lugares de trabajo.

Los actores de BeLiquid, durante un momento de su espectáculo formativo en habilidades blandas.
Los actores de BeLiquid, durante un momento de su espectáculo formativo en habilidades blandas.BeLiquid

La importancia de liderar y saber comunicar

“Los CEOS ahora demandan liderazgo, pero ¿qué es realmente, y cómo lo expresamos? Porque un jefe es el que hace que los demás hagan, pero un líder es el que consigue que los demás quieran hacer”, se pregunta Soler. Para él, un líder es esa persona capaz de inspirar y motivar, resolver los conflictos de sus equipos y dar un buen feedback, “haciéndole ver a una persona las cosas en las que tiene mucho valor y en qué cosas no está teniendo tanto, y ayudarle a que no se hunda cuando le dices en qué no está funcionando bien”, añade. Una habilidad que está relacionada con la saber comunicar de una manera clara, eficiente y asertiva, no solo de puertas para adentro, sino también en sus relaciones externas. Muchos CEOs, apunta Soler, carecen de los necesarios recursos de comunicación para vender su empresa: “No todo el mundo tiene que comunicar en público, subirse a un auditorio y hablar ante 300 personas. Pero todos han de hacer presentaciones en su trabajo, y es enorme la cantidad de problemas que la gente tiene con eso”.

¿Y qué sucede con la adaptabilidad al cambio? “Cuando le preguntas a una persona si tiene problemas para adaptarse a los cambios, con casi toda seguridad te dirá que no. Nosotros hicimos una encuesta a 3.000 personas y creo que no llegaban ni al 2 %. Alucinante, porque la realidad es totalmente la opuesta”, cuenta Soler. No habla, por supuesto, de cambios pequeños e irrelevantes, sino de aquellos que suponen un reto importante. La dinámica teatralizada de BeLiquid, si bien maleable a otros enfoques, se centra precisamente en la curva del cambio, un proceso de cuatro pasos por el que, consciente o inconscientemente, pasan muchos trabajadores: negación, resistencia, exploración y compromiso frente a nuevas circunstancias laborales. “Y todo ello se relaciona con el estado emocional de las personas, que es crítico. Estamos hablando con empresas en las que hay más de un 42 % de trabajadores con síntomas de ansiedad preocupantes, y de esas, un nivel muy alto está cercano a la depresión, porque no soportan la presión ni los cambios constantes”.

Empezar a salir de esta mentalidad negativa pasa necesariamente por cobrar consciencia de las limitaciones que tenemos; de cómo nos afectan y de qué podemos hacer para revertir esa tendencia, de manera que logremos avanzar y seguir creciendo. El aumento de la inestabilidad laboral y los cambios constantes nos obligan a adaptarnos rápidamente, y para ello la formación continua resulta fundamental. “Muchas de las personas que formamos tienen miedo a hacer las cosas de una forma diferente, y a que se cuestione el valor que ellos tienen dentro de la empresa. Pero formarse no implica tirar al río la mochila con todo lo que has acumulado hasta ahora, sino que lo que estás haciendo es sumar nuevas posibilidades de dirección”.

La audiencia participa activamente en una de las dinámicas de BeLiquid, en Madrid.
La audiencia participa activamente en una de las dinámicas de BeLiquid, en Madrid.BeLiquid

Habilidades blandas y entrevistas de trabajo

Evaluar las habilidades blandas de una persona no es tan difícil como pudiera parecer. “Algunas de ellas se valoran de manera muy natural y sencilla en una entrevista de trabajo, como por ejemplo la comunicación, la capacidad de escucha activa o la asertividad”, señala González. Cada reclutador tendrá su propio mecanismo, “pero normalmente se diseñan las preguntas y las pruebas de selección pensando en que puedan mostrar cómo es el candidato y cómo responde a determinadas circunstancias”, explica Ángel Luis Gilsanz, director de personas y organización de la consultora Watch & Act. “Lo importante, muchas veces, no es lo que el candidato cuenta, sino lo que transluce en cuanto a por qué responde así y qué supone eso respecto a sus capacidades”, añade. Lo recomendable, en cualquier caso, es ser sincero y responder o actuar con naturalidad.

Ninguno de los expertos consultados pone en duda la necesidad de poseer este tipo de competencias, pero tampoco el impacto positivo que tendrán en la trayectoria profesional de cualquier persona. “Sin su desarrollo, se irán alejando cada vez más de las demandas de las organizaciones e incluso de la sociedad”, termina Gilsanz. “Hay sectores y puestos en los que el contenido pasa por la gestión de estos elementos, ya que de los aspectos formales y técnicos se ocupa la tecnología. Y habrá muy pocos casos donde el conocimiento especializado sea el único requisito para obtener éxito profesional”.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

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