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Lagarde ve el fin de la escalada de los tipos: “Estamos acercándonos a nuestra altitud de crucero”

La presidenta del BCE duda de que la inflación subyacente haya “tocado techo”

Christine Lagarde
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante un discurso en Colonia, el pasado 16 de mayo.THILO SCHMUELGEN (REUTERS)
Lluís Pellicer

El Banco Central Europeo (BCE) empieza a llegar al final del ciclo de subidas de tipos. “Ahora, estamos aproximándonos a nuestra altitud de crucero”, ha afirmado este jueves la presidenta de la institución, Christine Lagarde, en un discurso en Hannover que pone de manifiesto los difíciles equilibrios que empiezan a darse en el seno del Consejo de Gobierno entre los guardianes de la ortodoxia y los más preocupados por el crecimiento. A dos semanas del próximo cónclave en Fráncfort, el mensaje de la francesa a los mercados es doble: la escalada del precio del dinero llega a su fin, pero —y ahí mantiene el tono de halcón— la autoridad monetaria se mantendrá a esa altura el tiempo necesario para devolver a la inflación al 2%. “Estamos decididos a reducirla hasta nuestro objetivo a medio plazo”, ha advertido Lagarde.

Tras subir los tipos de interés del 0% al 3,75% en menos de un año, llega el momento en el que Fráncfort empieza a sopesar cómo frenar ese ritmo de subidas. Los mercados dan por hecho que el BCE volverá a aumentar los tipos en un cuarto de punto dentro de dos semanas, pero ven signos de agotamiento de esa dinámica. Así lo ha confirmado también este jueves el vicepresidente del Eurobanco, Luis de Guindos, quien en una entrevista a RNE ha afirmado que los movimientos de 0,25 puntos porcentuales son “la nueva norma” en la “recta final” de la escalada. Al contrario de lo sucedido en el Reino Unido, la inflación parece ir domándose en la zona euro. Según Eurostat, el IPC cayó más de lo previsto, del 8,1% de abril al 6,1% el mayo, mientras que la inflación subyacente cedió tres décimas en ese mismo periodo, pasando del 5,6% al 5,3%. Y por el lado de los daños, el Eurobanco vigila con atención los posibles focos de nuevas turbulencias, que se concentran en el sector inmobiliario, los fondos de inversión e incluso los criptoactivos.

Lagarde ha comparado el recorrido del instituto monetario europeo con el de un avión. La jefa del BCE ha recordado que las aeronaves necesitan acelerar lo más rápido posible para llegar a una altitud en la que puedan avanzar con velocidad de crucero. El BCE, según la francesa, se estaría aproximando a esa altura. “Eso dependerá de nuestra evaluación de los datos que nos lleguen”, ha sostenido la francesa. Es decir, quedan unos metros por recorrer. Pero la subida que queda la determinarán tres factores: las nuevas previsiones económicas, la inflación subyacente y cómo se siga transmitiendo la política monetaria en el conjunto de la zona euro.

Las últimas previsiones de los economistas de la zona euro, formuladas a comienzos de marzo, señalaban una inflación del 2,1% para 2025. Esa cifra era menor que la esbozada en enero, pero todavía inaceptable para el BCE. “Sobre la base de estas proyecciones pasadas aún no podemos decir que estamos satisfechos con las perspectivas de inflación”, ha afirmado Lagarde. El próximo día 15, la francesa tendrá en su poder los nuevos pronósticos de sus economistas. En el pasado, estos servían para decidir la política monetaria. Ahora el BCE necesita más datos. “En el entorno de incertidumbre y volatilidad al que nos enfrentamos hoy, no sería prudente condicionar nuestras políticas únicamente a las proyecciones a medio plazo, que están rodeadas de demasiada incertidumbre”, ha aseverado.

Peligro de subidas salariales

La jefa de BCE ha afirmado que el consejo valorará también el dato de la inflación subyacente. Este ha mejorado en el último mes en el conjunto de la zona euro, pero Lagarde desconfía de que esa tendencia se mantenga estable. “No hay una evidencia clara de que la inflación subyacente haya tocado techo”, ha considerado. De hecho, Lagarde ha advertido sobre los incrementos salariales, que a su juicio son cada vez mayores y agitan el fantasma de una segunda ronda inflacionista. “Un periodo de recuperación del crecimiento salarial no tiene por qué causar una inflación indebidamente persistente a lo largo del tiempo, si los costes del shock energético finalmente se comparten de forma equilibrada entre empresas y trabajadores. Pero si empezamos a ver lo que llamo inflación del ojo por ojo, con ambas partes tratando de compensar cualquier pérdida de ingresos reales, podríamos ver una espiral negativa tomando fuerza”, ha alertado.

La decisión también se tomará, por último, de acuerdo a cómo sigue trasladándose el endurecimiento monetario a la economía. Por ahora, los préstamos son más caros y costosos de lograr. “Este es el efecto deseado de nuestra política: queremos que las condiciones de financiación se endurezcan”, ha dicho. No obstante, el BCE quiere seguir muy de cerca ese proceso. Las subidas todavía no han llegado a la economía por completo y, por lo tanto, aún no se han visto todas las consecuencias. Es decir, la actividad puede encajar mejor o peor el golpe, facilitando o dificultando el trabajo del BCE. “Las empresas no han afrontado un fuerte aumento en los costes de financiación durante más de una década, mientras que la economía ha cambiado considerablemente en este tiempo y es posible que aún esté cambiando tras la pandemia”, ha remachado Lagarde.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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