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Por qué compro letras del Tesoro: “Los bancos racanean y con la inflación me descapitalizo”

Tres ciudadanos que han invertido en deuda pública explican las razones por las que han elegido buscar rentabilidad en este tipo de emisiones

Comprar letras del Tesoro
El abogado David Miranda invierte parte de sus ahorros en letras del Tesoro.Albert Garcia
Álvaro Sánchez

Hacía frío, pero cientos de personas esperaban desde antes del amanecer su turno para comprar letras del Tesoro. Las largas colas a las puertas del Banco de España fueron el pasado febrero la imagen más llamativa de una realidad: la de los ciudadanos en busca de rentabilidad para sus menguantes ahorros, golpeados por una inflación que no da tregua desde hace dos años. Las filas —en las que proliferaban jubilados, menos familiarizados con la operativa tecnológica— han desaparecido porque ahora es necesario pedir cita previa para efectuar la operación presencialmente, pero eso no quiere decir que el interés haya decrecido: según datos recientes, a finales de febrero los particulares tenían 7.613 millones de euros en letras públicas, la cifra más alta de la historia y más del doble que un mes atrás.

Una gran mayoría tramita sus peticiones a través de internet, y el hecho de que los bancos sigan ofreciendo remuneraciones mínimas continúa animando el trasvase de fondos hacia estos títulos, un refugio que no evita del todo la pérdida de poder adquisitivo, pero la reduce. Para Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, su auge es lógico. “Son muy líquidas, y al estar remuneradas en general mejor que una cuenta corriente, el impacto erosionador de la inflación en el ahorro se minimiza”. ¿Quiénes son los españoles que se decantan por este producto financiero? ¿Por qué lo hacen? Tres de ellos explican sus motivaciones.

David Miranda, abogado, 49 años: “El banco no te da nada”

Como sucede con todos los consultados, para el abogado David Miranda, de 49 años, tarraconense afincado en Barcelona, es la primera vez. Nunca antes había comprado letras del Tesoro. Su perfil temporal, sin embargo, es más corto que el habitual: ha invertido en deuda pública a tres meses porque luego necesita el capital para pagar a Hacienda el impuesto de la renta. La alternativa a esa decisión era dejar el dinero dormido en una cuenta corriente. Por eso prefirió las letras. “Son bastante seguras, y ahora hay pocas cosas que te den esto. El banco no te da nada”, resume. En ambos argumentos tiene razón: la idea de que el Estado sea incapaz de devolver sus deudas es ahora mismo descabellada, y en la última subasta la rentabilidad de las letras a tres meses superó el 3%.

Miranda realizó la adquisición a través de su entidad bancaria, a la que afirma no pagar demasiadas comisiones. Las letras le parecen una buena opción, pero solo puntualmente. No es partidario de comprarlas en plazos largos. “Piensa que la inflación fue del 8,5% el año pasado, y un inversor debe batir a la inflación”. Por eso, el grueso de sus inversiones a largo plazo están en activos de más riesgo, concretamente en Bolsa, fondos y algo de inmobiliario. “Últimamente ha ido mal, pero la rentabilidad histórica del índice S&P 500 es del 8% anual”, recuerda.

Diego Álvarez, administrativo, 54 años: “Mejor un 3% que cero”

El santanderino Diego Álvarez utiliza Twitter como su principal fuente de información financiera. En la red social se hace llamar @creandocartera, un reflejo de su interés por el mundo de la inversión. No solo ha comprado deuda pública española, también alemana. Su banco, Renta 4, le permite esa opción, y no lo dudó. “Alemania tiene un 60% de deuda respecto al PIB, casi la mitad que España, y tiene un rating crediticio triple A, mejor que el de España”, justifica. Se enteró de la subida de rentabilidad de las letras porque sigue la actualidad del mercado. “Es difícil batir a la inflación a menos que te metas en Bolsa. Eres consciente de que vas a perder poder adquisitivo, pero mejor recibir un 3% que cero”, dice pragmático. Si los tipos de interés siguen subiendo, y con ellos aumenta la rentabilidad, doblará su posición en letras, que ahora representa un 5% de su cartera, diversificada entre Bolsa, renta fija y materias primas.

El santanderino Diego Álvarez, en la sede del Banco de España en Santander, este miércoles.
El santanderino Diego Álvarez, en la sede del Banco de España en Santander, este miércoles.

Se plantea la inversión como un sobresueldo a su salario como administrativo. Desde pequeño ha sido una persona ahorradora, y ahora, dadas las recientes turbulencias financieras en EE UU y la caída de Credit Suisse, le da más confianza comprar deuda del Estado que confiar su dinero a los bancos. “España tiene mucha deuda, pero si no pasó nada en la crisis aquella de deuda periférica...”.

Alfonso Moya, redactor de Documentación, 62 años: “Vi las colas hojeando la prensa”

El jiennense Alfonso Moya, de 62 años, no está nada contento con los bancos. No ofrecen depósitos con rentabilidades atractivas, y cree que ya no cuidan a los clientes como antaño. “Cada vez racanean más mientras sus beneficios crecen. Cabrea que den menos servicios. Ya no son bancos, son cajas fuertes donde metes tu cash y no te dan nada a cambio. Con la inflación me descapitalizo igual que teniéndolo en una caja fuerte”, compara. Redactor en un departamento de Documentación, se define como un inversor conservador, de los que prefieren dormir tranquilo a pegar un pelotazo que cambie su cuenta corriente de un día para otro. “No me gusta la Bolsa porque te obliga a estar pendiente día a día”, explica. Moya dice que se enteró por los medios del bum de las letras, y decidió unirse a la tendencia. “En febrero empecé a ver las colas hojeando la prensa, y pensé: “cuando la gente mayor se mete en estos fregaos tiene que haber algo”. Entonces vi que daban el 3% de rentabilidad”.

Desde entonces ha ido entrando en todas las subastas, al principio con 5.000 euros en cada una, luego con 10.000, y ha rechazado ofertas de su entidad financiera. “Me llamó la semana pasada el del banco para ver si quería invertir en algo. Le dije: mira mis movimientos, yo estoy moviendo mi dinero, vosotros me ofrecéis seguros que no quiero para nada, las letras son como mi banco público”. La contraoferta de remunerar su cuenta un 1% tampoco le agradó. “Le dije: de qué me estás hablando, si las letras me dan el 3%”. En su caso, compró la deuda pública utilizando su certificado digital. “En las de seis meses me han ingresado 80 euros a cambio de invertir 5.000, y en las de 12 meses, 150 euros, cuando mi banco me da 2 o 3 míseros euros”. Si de repente la banca cambiara de estrategia y entrara en una guerra de depósitos que hiciera repuntar la rentabilidad, Moya volvería con ellos. “Me arrimo al sol que más calienta”, reconoce.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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