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ChatGPT también hunde empresas: una firma educativa se desploma al admitir que los estudiantes usan más inteligencia artificial

La estadounidense Chegg pierde casi 1.000 millones de valor en Bolsa al advertir de que su crecimiento se puede ver mermado por el auge de esta tecnología

ChatGPT
Ilustración con el logo de ChatGPT.DADO RUVIC (REUTERS)
Álvaro Sánchez

La inteligencia artificial es algo parecido a una bendición para muchas empresas. Promete ahorros millonarios en personal que ya no necesitarán, y acelerar procesos que antes les llevaban mucho más tiempo. Para otras compañías, sin embargo, es más bien una amenaza existencial. En este último grupo puede encuadrarse a la estadounidense Chegg, del sector educativo, que entre otras cosas alquila y vende libros de texto digitales y físicos, proporciona tutorías y ofrece ejercicios online que ayudan a preparar un examen o hacer los deberes. “Desde marzo vimos un aumento significativo en el interés de los estudiantes en ChatGPT. Ahora creemos que está teniendo un impacto en nuestra nueva tasa de crecimiento de clientes”, señaló durante la presentación de resultados su consejero delegado, Dan Rosensweig.

En un momento donde los inversores miran con lupa los cambios que la nueva tecnología puede causar, premiando a sus potenciales beneficiarios y atacando sin piedad a los perdedores del cambio de paradigma, el directivo probablemente infravaloró la reacción del mercado. Las acciones de la firma con sede en Santa Clara (California) perdieron un 48,41% de su valor en la sesión de este martes. Es decir, redujo su valor prácticamente a la mitad tras evaporarse casi 1.000 millones de dólares.

La frase salió muy cara. Por eso, Rosensweig trató de calmar los ánimos en una entrevista posterior con el canal financiero CNBC. Tildó de “exagerada” la reacción bursátil, y buscó colocar a su firma en el bando de los ganadores de la inteligencia artificial al recordar que tienen pensado lanzar en mayo una plataforma impulsada por GPT-4. Además, puso en duda la fiabilidad de ChatGPT. “Los estudiantes no pueden equivocarse cuando hacen la tarea o aprenden cosas. ChatGPT a menudo está mal, y no va a estar bien en el corto plazo”, dijo sobre los errores en las respuestas de la herramienta.

El batacazo bursátil provocó un efecto contagio en Bolsa a otros actores relevantes del sector, como la británica Pearson, antaño dueña del Financial Times y ahora centrada en la educación. Sus directivos también salieron a la palestra para negar que vayan a verse perjudicados, y explicaron al FT que su posición como creadores y dueños de contenidos de calidad les coloca en el bando de los agraciados, porque combinados con la IA generativa pueden ganar en sofisticación.

Parece prematuro aventurar qué compañías desaparecerán bajo el peso de la competencia de ChatGPT y sus réplicas, pero anticiparse equivale a ganar dinero. Los cazadores de tendencias pueden apostar a la baja contra las empresas que pueden verse afectadas, igual que lo hacen al alza con las ganadoras, entre ellas el fabricante de chips Nvidia, que surte al mercado de los modelos más utilizados para inteligencia artificial. Mientras tanto, la sensación es de incertidumbre. Los analistas del banco de inversión estadounidense Jefferies han rebajado su recomendación sobre Chegg desde comprar a mantener, pero tanto sus acciones como las de Pearson rebotaban este miércoles ante la posibilidad de que el castigo por la confesión de Rosensweig —tan aparentemente sincera como perjudicial para los intereses de su firma— haya sido excesivo y los títulos estén ahora infravalorados.


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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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