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España alcanzará este año el 50% de generación renovable, según Red Eléctrica

En 2022, la cuota de electricidad verde sobre el total se quedó en el 42%, lastrada por el impacto de la sequía sobre la hidráulica

Aerogeneradores en el concello coruñés de Carnota, en noviembre de 2022.
Aerogeneradores en el concello coruñés de Carnota, en noviembre de 2022.Cabalar (EFE)
Ignacio Fariza

La revolución renovable en la que está inmersa Europa, y de la que la península Ibérica es punta de lanza, vivirá un nuevo hito en 2023. El 50% de la electricidad que se generará este año en España será de origen renovable, según la previsión desvelada este jueves por la presidenta de Red Eléctrica (REE), Beatriz Corredor, en la presentación de su informe anual del sistema. Más generación verde no solo es sinónimo de menores emisiones y residuos, sino también de precios a la baja: cuanto mayor es la cuota del agua, del sol y del viento sobre la matriz de generación, menor es también la cotización del megavatio hora (MWh) en el mercado mayorista de la luz.

De cumplirse el pronóstico de REE, 2023 sería el primer año de toda la serie histórica en el que se alcanzaría ese umbral: en 2022, la sequía —que lastró, y mucho, la generación hidráulica: se hundió un 40%— y el tirón de Francia —que, golpeada por el parón nuclear se vio obligada a aumentar al máximo las compras de electricidad a sus países vecinos— dejaron esa cota en el 42,5% a pesar del récord de producción eólica y solar. El máximo hasta ahora se batió en 2021, cuando el 46,7% de la energía consumida y exportada por España fue hidráulica, eólica, solar o procedente de biomasa.

Los primeros compases del año invitan al optimismo. En enero, la cuota de generación renovable rozó el 60%. En febrero superó el 45%. Y en lo que va de marzo también supera con creces el citado 50%.

La previsión de REE no tiene en cuenta el autoconsumo —un fenómeno creciente: la potencia instalada se duplica año tras año, drenando demanda a la red— y descansa, sobre todo, en el aumento de la potencia instalada tanto de eólica como de solar fotovoltaica. También en una cierta normalización de las exportaciones a Francia y a Portugal —tras un 2022 en el que España vendió más energía de la que compró, algo inédito desde 2015—, y en la paulatina recuperación en la actividad de los saltos de agua tras los mínimos del año pasado. Todo, a pesar de la inusual ausencia de lluvias en el tramo final del invierno y en la todavía incipiente primavera.

“2023 será un gran año para la transición ecológica en España y un ejercicio trascendental para que consolidemos nuestra posición como motor renovable de la Unión Europea”, ha afirmado Corredor en el acto celebrado este jueves en Madrid. “Tenemos que aprovechar entre todos la gran oportunidad que supone la transición energética”, ha completado, a su lado, la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen. “Tiene un beneficio inmenso para ciudadanos y empresas, pero hay que hacerla de forma inteligente, con el medioambiente y el territorio”.

El 60% de potencia instalada ya es renovable

A 31 de diciembre de 2022, la potencia instalada de renovables ya rozaba el 60% del total, la segunda mayor de toda la UE tras Alemania. La discrepancia entre esa cifra y la de generación responde, en cambio, al menor número de horas en que están disponibles, por ausencia de sol, de viento o —en menor medida—de agua. En el caso específico de la fotovoltaica, sin embargo, España es uno de los países de la UE en los que estas plantas están volcando más tiempo energía a la red a lo largo del año. Una gran ventaja competitiva que están llevando a muchos gigantes europeos del sector a poner sus ojos en la Península a la hora de instalar paneles.

El año pasado, las renovables sumaron 5,9 gigavatios (GW) de nueva potencia instalada: 1,4 de eólica y, sobre todo, 4,5 de fotovoltaica. Los aerogeneradores ya suponen uno de cada cuatro gigavatios de potencia instalada en España, y las instalaciones solares superaron a los saltos de agua y fueron ya la tercera mayor fuente de energía eléctrica.

En 2022, la demanda de electricidad se contrajo un 3,3%, ya corregida por calendario y temperatura. Las mayores temperaturas de lo habitual registradas tanto en verano como en invierno hicieron que el pico de consumo se produjese en época estival —el pasado 14 de julio, entre las dos y las tres de la tarde—, algo que no ocurría desde 2016.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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