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La inflación de la eurozona encadena tres meses a la baja tras empezar el año en el 8,5%

El nivel de precios servirá al Banco Central Europeo para decidir si sigue subiendo los tipos de interés

Manuel V. Gómez
Un hombre comprando en un supermercado de Marsella (Francia)
Un hombre comprando en un supermercado de Marsella (Francia)NICOLAS TUCAT (AFP)

Los precios aflojan ligeramente la presión en el Viejo Continente. El IPC armonizado de la zona euro ha cerrado enero con un aumento del 8,5% sobre el mismo mes del año anterior, siete décimas menos que en diciembre del año pasado, según Eurostat. Ese porcentaje es el más bajo desde mayo de 2022 y confirma la tendencia que comenzó a verse en noviembre, cuando la inflación empezó a perder fuerza. A pesar de este freno, la cota en la que sigue encaramada los precios siguen siendo muy elevada cuando se compara la evolución de la serie estadística de los últimos 20 años.

Ya han pasado tres meses desde que los precios tocaron techo. En octubre, el IPC de la zona euro llegó al 10,6%. Se superó por primera vez el listón del 10% desde que se creó el euro y cayó el mito de que el Banco Central Europeo, hecho a imagen y semejanza del Bundesbank, siempre lograba controlar la inflación. En su descargo hay que señalar que la causa principal de esta subida de la inflación, los precios del gas, dependen del capricho de un solo hombre, Vladímir Putin, que tiene en su poder la llave de paso.

El dato conocido este miércoles tendrá un gran protagonismo en las deliberaciones del Consejo de Gobierno del BCE de este jueves. No obstante, la desaceleración de los precios observada no parece que vaya a cambiar los planes de aumento de tipos. “El resultado es que, como destacan nuestros colegas, el BCE todavía tiene licencia para subir, y un aumento de 50 puntos básicos está prácticamente grabado esta semana”, apuntaban los analistas de ING un día antes de que se conociera el dato que acaba de divulgar Eurostat, la oficina europea de estadísticas.

Ya en diciembre, a la salida de la última reunión del Consejo de Gobierno del BCE, la presidenta, Christine Lagarde, advirtió de que en los meses siguientes continuarían las subidas de tipos de interés. Y eso es lo que esperan los mercados, donde se especula con un aumento de esos 50 puntos básicos ahora y otros 50 en marzo. Al fin y al cabo, ese 8,5% de IPC armonizado —aunque por debajo de lo esperado por los analistas— está todavía muy lejos del 2%, el objetivo medio que tienen en Fráncfort.

Uno de los elementos que lleva a pensar que así será es la marcha de los precios cuando se elimina el impacto de la energía y los alimentos no procesados del índice. Cuando se elimina solo el primer componente, el dato armonizado crece una décima, del 7,2% al 7,3%. Si además se resta a los alimentos frescos, la subida pasa del 6,9% al 7%.

Además, la marcha del PIB deja margen. Que la zona euro haya esquivado la recesión invernal permite a Fráncfort para seguir subiendo los tipos de interés. El gran temor con la abrupta subida de tipos de la autoridad monetaria era que sus decisiones encareciendo el precio del dinero para frenar la escalada de precios enfriara mucho la economía y acabara por abocar al área monetaria a una recesión profunda. Ese temor, gracias al desplome de la cotización del gas en otoño, se ha alejado por ahora.

Los datos nacionales conocidos en los días anteriores, principalmente, España y Francia, llevaban a pensar que la desaceleración de precios podía ser menor. En ambos países la inflación anual aumentó en enero. Sin embargo, los fuertes frenos vistos en Italia, Bélgica y Países Bajos han pesado más. A todos los números conocidos este miércoles hay que añadirles una importante advertencia: contrariamente a lo que suele suceder Eurostat no ha incluido a Alemania en su primera estimación de precios.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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