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PRECIO ENERGÍA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Teresa Ribera golea a Núñez Feijóo en Europa

La fijación de un tope europeo al precio del gas es otro logro de la estrategia energética española, pese a la oposición del PP

Teresa Ribera
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, esta semana en el Congreso.JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)
Xavier Vidal-Folch

La reciente fijación de un tope europeo al precio del gas a las importaciones desde países terceros en 180 euros MWh es solo otro logro, quizá el más sonado, de la estrategia energética española. Que ha acabado encontrando la comprensión resignada de Alemania.

Era difícil, porque el planteamiento jugaba a la contra: de los intereses norteños y de la ortodoxia de la comisaria del ramo, la ultraliberal estonia Kadri Simson. Pero que acabará generando beneficios tangibles a los consumidores de los Veintisiete.

España afrontaba un viento de cara, la enrocada oposición interna, del PP, concretada en sus dos documentos económicos, fracasados en toda regla.

En el segundo de ellos (Propuestas para un pacto energético, 12/11/2022) sostenía que a diferencia de España, “Europa se inclina más por la propuesta marcada por Italia” de un precio máximo, lo que tampoco aplaudía. Mario Draghi lo propuso en marzo. Pero la vicepresidenta Ribera sostenía desde hace año y medio la necesidad de acotar el precio del gas, luego el del gas para fabricar electricidad y al cabo, esa misma fórmula solo para la Península. Y ahora todos la reconocen en Bruselas como impulsora de la idea.

Más grave ha sido su oposición a la excepción ibérica (tope al precio, que los dirigentes del PP encabezado por Feijóo intentaron ridiculizar y desautorizar como “timo ibérico” (Elías Bedondo y los tuits del propio partido).

El mismo paper sostenía que “no ha contenido los precios” y “no era la decision más acertada”. Falso. Ha contenido los precios. España y Portugal han rebajado los mayoristas a una tercera, cuarta y quinta parte de la media. Y aún a menos: ayer los dos países ibéricos se situaron, en el tramo de las 12.00 a 13.00, en 10,85 euros/MWh, en torno a una veinteava parte de Alemania (223,91), Italia (210,79) y Francia (191,33), según datos de REE. No está mal como timo.

Claro que también influyen otros elementos (temperatura, viento, menor demanda por descenso del consumo), por otra parte hoy no tan extremamente dispares entre muchos de los Veintisiete. Pero en lo esencial, la diferencia se debe a la excepción ibérica.

En consecuencia, los consumidores han ahorrado unos 4.000 millones de euros desde el 15 de junio, calcula el Ejecutivo, cifra similar a las de distintos expertos.

Bruselas “rechaza” la excepción ibérica “para el conjunto de la UE por cara y arriesgada”, sostenía el documento de la estrategia feijóoista. También falso. Porque la Comisión cifraba en 13.000 millones el ahorro (lo contrario de un sobrecoste) que supondría aplicarla a toda la UE. (EL PAIS y Ara , 26/10/22022).

No es pues raro que España se haya encaramado a la mejor posición europea en cuanto al descenso de la inflación, pues ésta cabalga en primer término sobre el coste de la energía. Nuestro país registró el 6,7% en noviembre, frente a una media del 10,1%; casi la mitad que Italia (12,6%) y casi cuatro puntos inferior a Alemania y Holanda, 11,3%). Será que es otro timo al ciudadano.

Pero hubo más. El 20 de octubre de 2022 Feijóo aseveró que “la excepción ibérica nos está saliendo muy cara a los españoles” y que no se había producido “ninguna declaración de la UE en favor de la ampliación de la excepción”. Falso. El día 19, la presidenta de la Comsiión, Ursula Von der Leyen afirmaba ante el Parlamento Europeo que en cuanto a precios “el modelo ibérico entra en juego, realmente merece ser considerado al nivel europeo” ¿Es que Leyen no tiene nada que ver con la UE, o es que Feijóo siesteaba? Y además las conclusiones de la cumbre, el día 21, recogieron la necesidad de explicar esa misma reforma.

Algo parecido sucedió con el impuesto español a los beneficios caídos del cielo a las energéticas, cuya “retirada” propugnó el partido de la derecha en el mismo documento. Claro que enseguida la UE configuró un impuesto global —aunque calculado sobre beneficios y no sobre facturación— con la intención de extraerles 140.000 millones.

En ese y otro papel (Plan de medidas urgentes y extraordinarias, 12 de abril) el PP auguró dificultades para la bonificación de la gasolina; extender el plazo de las subvenciones (lo que estaba previsto desde el inicio); y alargar la vida de las nucleares, eso que tanto déficit de suministro eléctrico está causando en Francia.


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