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Alemania suaviza su ley de inmigración para atraer trabajadores extranjeros de fuera de la UE

El ministro de Trabajo pide hacer un “esfuerzo nacional” para conseguir los 400.000 empleados al año que necesita el país

Elena G. Sevillano
Una enfermera se prepara para entrar en una habitación de la UCI en la clínica Westerstede, en el noroeste de Alemania.
Una enfermera se prepara para entrar en una habitación de la UCI en la clínica Westerstede, en el noroeste de Alemania.Martin Meissner (AP)

“Asegurar trabajadores cualificados es asegurar nuestra prosperidad”. La frase del ministro de Trabajo, Hubertus Heil, define a la perfección el espíritu de la reforma de la ley de inmigración alemana que este miércoles ha aprobado el Consejo de Ministros. Berlín se dispone a desplegar un enorme esfuerzo legislativo para hacer más atractivo el país a los extracomunitarios que se plantean emigrar para trabajar. La escasez de mano de obra cualificada es un problema de primer orden para la mayor economía europea, que tiene la necesidad de incorporar a 400.000 personas de fuera cada año para compensar su envejecida pirámide poblacional.

El Gobierno alemán, una coalición de socialdemócratas, verdes y liberales, va a suavizar los requisitos para que los trabajadores de fuera de la UE accedan al complicado mercado laboral alemán. Lo hará reduciendo la tediosa burocracia; facilitando la homologación de títulos extranjeros o incluso eliminando la necesidad de poseerlos en algunos casos, y permitiendo la llegada de personas sin contrato de trabajo con visados temporales para que, una vez en el país, traten de encontrar un puesto de trabajo. Heil se ha referido a la reforma como “una estrategia de contratación masiva” y ha asegurado que es necesario hacer “un esfuerzo nacional” para ponerla en marcha.

La falta de personal en Alemania es acuciante para muchas empresas y se aprecia a simple vista dando un paseo por cualquier calle comercial. Los carteles de “Trabaja con nosotros” o “Buscamos a alguien como tú” se suceden en los escaparates de tiendas y establecimientos de restauración. Pero la escasez es enorme también en sectores que se consideran claves para el futuro del país, como la digitalización y las energías renovables. La sanidad también reclama personal especializado. En educación, hay Estados, como Berlín, que sufren para cubrir las plazas de profesor que se quedan libres en los colegios públicos.

El Gobierno es consciente de que Alemania necesita mejorar su atractivo con respecto a otros países europeos y a lugares como Estados Unidos y Canadá. “En la competencia por el talento y las manos amigas, ofrecemos nuevas formas y, sobre todo, más fáciles de trabajar aquí. Nuestro objetivo es crear la ley de inmigración más moderna de Europa”, señaló Heil durante la presentación de las líneas generales de su propuesta, que en los próximos meses se redactará como proyecto de ley.

Entre las mejoras que plantea el documento está que los trabajadores extranjeros cualificados también podrán trabajar en ocupaciones que no tengan nada que ver con su formación. Un mecánico podrá ser contratado como empleado de almacén, por ejemplo, algo hasta ahora casi imposible por la rigidez de la normativa y las acreditaciones oficiales que se exigen para casi todos los oficios. Tampoco será necesario ya homologar los títulos antes de llegar a Alemania, como sucede ahora. Y contará más la experiencia laboral que la titulación a la hora de pedir un visado de trabajo.

Sistema de puntos

Un sistema de puntos inspirado en el modelo canadiense permitirá la llegada de solicitantes de empleo de fuera de la UE sin contrato previo. La llamada “tarjeta de oportunidades” será como un visado temporal para quienes cumplan varios requisitos, entre los que se baraja tener un título universitario o cualificación profesional, al menos tres años de experiencia profesional, conocimiento del idioma o residencia previa en Alemania y no ser mayor de 35 años. Se está estudiando que estos permisos de residencia tengan validez durante un año.

Muchas empresas alemanas dan preferencia a los nacionales y a ciudadanos de la Unión Europea para evitar las trabas burocráticas que supone contratar a empleados del resto del mundo. Algo que al final les acaba perjudicando, porque muchos puestos quedan sin cubrir. Los procedimientos para acelerar esta inmigración cualificada que necesita el país “deben implementarse de manera rápida y pragmática”, señaló por su parte el ministro de Economía y Clima, Robert Habeck. La Agencia Federal de Empleo calcula que Alemania tiene que incorporar 400.000 trabajadores extracomunitarios cada año.

La puesta en marcha de la reforma de la ley de inmigración coincide con otro debate candente en Alemania, la propuesta para facilitar el acceso a la nacionalidad alemana de los ciudadanos de origen extranjero. La ministra del Interior, Nancy Faeser, se dispone también a presentar un proyecto de ley para reducir de ocho a cinco años el periodo de residencia necesario para convertirse en ciudadano alemán, entre otras novedades. Los planes de Faeser incluyen permitir la doble nacionalidad, es decir, que el nuevo ciudadano alemán pueda mantener su ciudadanía de origen.

Esta reforma, en cierto modo complementaria de la otra, tiene visos de convertirse en el próximo campo de batalla entre la coalición que lidera Olaf Scholz y la oposición. Y también en fuente de desacuerdos entre los socios del tripartito. Los liberales del FDP ya están mostrando su preocupación por alguno de los puntos que baraja la ministra socialdemócrata. El canciller le ha dado respaldo en público: “Cualquiera que viva y trabaje aquí de forma permanente también debería poder votar y ser elegido; debería ser parte de nuestro país con todos los derechos y deberes que ello conlleva”, señaló el lunes en un acto sobre integración.

La Asociación de Cámaras Alemanas de Industria y Comercio (DIHK) acogió con satisfacción los planes del Gobierno para facilitar la inmigración de trabajadores cualificados, pero pidió mejoras, por ejemplo, en la contratación de aprendices del extranjero. El número de plazas de aprendiz que se quedan vacantes aumenta año a año y los empresarios ven en los extracomunitarios la solución a sus problemas para reclutar y formar a jóvenes empleados. El responsable de Oficios de la organización, Hans Peter Wollseifer, reclamó a las autoridades migratorias que se conviertan en “centros de bienvenida” y que emitan visados con mayor rapidez. “De lo contrario, la gente no vendrá, porque, la verdad, Alemania no tiene la mejor reputación como país al que emigrar”, señaló en una entrevista en el Rheinishe Post.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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