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La inflación cierra septiembre en el 8,9%, una décima menos de lo previsto pese a la subida récord de los alimentos

La tasa española acaba por debajo de la media europea por primera vez desde marzo de 2021

Puesto de carniceria
Dos carniceros, en un puesto del mercado madrileño de Ventas, este viernes.Álvaro García
Álvaro Sánchez

Gobiernos, organismos y economistas llevan meses buscando un punto de inflexión al que agarrarse en medio de las continuadas subidas de precios. Y septiembre ha proporcionado el que probablemente sea el indicio más serio de un cambio de tendencia para la inflación en España, todavía incipiente, todavía resbaladizo y expuesto a riesgos tan variopintos como la meteorología invernal, el repunte del petróleo o nuevos cortes de suministro en los gasoductos, pero señal, al fin y al cabo. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha anunciado este viernes que la inflación cerró en el 8,9% en tasa interanual, una décima menos que el dato adelantado de hace dos semanas y 1,6 puntos mejor que en agosto. En términos mensuales baja un 0,7%, la mayor caída en un mes de septiembre desde 1961, cuando comenzó la serie histórica.

La estadística tiene su reverso. Recoge el mayor crecimiento interanual del precio de los alimentos desde que empezaron a registrarse en 1994, de un 14,4%. Entre ellos, el INE destaca los incrementos en legumbres, hortalizas, leche, quesos, huevos y carne. Los mayores encarecimientos los protagonizan otros aceites [no incluye el de oliva] (65,9%), harinas y otros cereales (39,4%), mantequilla (33%) y pastas y cuscús (29,6%). En cambio, el organismo constata bajadas de precio en combustibles, electricidad y transporte, este último debido a los descuentos promovidos por las administraciones para animar a usar el tren, el autobús, el metro y el tranvía, un modo de facilitar una alternativa más barata al vehículo particular.

Los citados aumentos en la cesta de la compra, unidos a la cercanía de la inflación al doble dígito y a los 18 meses por encima del 2% objetivo del BCE vuelven apresurado hablar de buenas noticias si no es con la boca pequeña. El año y medio de pérdida de poder adquisitivo ha dejado tocados a muchos hogares, y ha elevado las facturas de miles de empresas, especialmente las de aquellas que dependen de la electricidad para funcionar.

Aun así, el comportamiento de los precios ofrece algunos síntomas positivos, tanto en los mercados internacionales como a nivel nacional: septiembre fue el primer mes desde enero en el que el barril de petróleo brent no sobrepasó ningún día los 100 dólares, y casi la mitad de días osciló incluso por debajo de los 90, lo que se tradujo en un abaratamiento de la gasolina y el diésel. Y el precio de la electricidad, aunque sigue en niveles históricamente muy altos, cayó un 21% frente a agosto en el mercado mayorista, gracias en parte al tope al gas implantado en España y Portugal.

Eso ha tenido su reflejo en las cifras del INE, que calculan una subida de la electricidad del 20,2% en septiembre frente al mismo mes de 2021, un respiro considerable si se tiene en cuenta que en agosto subió a una tasa del 60,6%. Parte de la mejoría no proviene de las dinámicas del mercado, sino de los impuestos: sin tener en cuenta las rebajas fiscales del Gobierno, la luz habría subido más de ocho puntos más, un 28,6%. En la tasa general también se nota esa reducción de impuestos: sin ella, habría sido del 9,3% y no del 8,9% en la que cerró septiembre.

Un viandante camina junto a un cartel donde un restaurante anuncia un menú del día, en Madrid, la semana pasada.
Un viandante camina junto a un cartel donde un restaurante anuncia un menú del día, en Madrid, la semana pasada.THOMAS COEX (AFP)

Por debajo de la zona euro

El respiro de la energía ha permitido a España situar su inflación por debajo de la de la zona euro por primera vez desde marzo de 2021, hace un año y medio. Y mejorar su posición cuando se mide con sus socios de la moneda única: solo en seis de los 19 países el ascenso de los precios fue menor. Los otros 12 sufrieron encarecimientos más acentuados.

La política comparada, sin embargo, no supone mayor consuelo que el estadístico: el hecho de que la inflación repunte entre los miembros del club comunitario ralentiza la salida de España de la crisis inflacionista, que importa de ellos muchos bienes y servicios a un precio mayor —la maquinaria exportadora alemana opera ahora con la inflación en el 10%, la mayor de los últimos 70 años—, y además propicia una política de tipos del BCE más agresiva, que lastra el crecimiento y eleva el coste de las hipotecas.

Ángel Talavera, economista jefe de Oxford Economics, se posiciona entre los que creen que la inflación ya ha tocado techo en España. “Con toda la cautela del mundo, diría que ahora sí parece que hemos dejado atrás el pico de inflación, en parte porque los precios de la energía ya empezaron a subir con fuerza en la parte final de 2021, por lo que los incrementos anuales cada vez serán más moderados”, asegura. Es lo que los economistas llaman efecto base. Eso no significa que los precios desciendan a su cifra original, sino simplemente que al equipararse con un periodo en el que ya subieron con fuerza, es más difícil que continúen aumentando al mismo ritmo, y ese es el primer paso para la normalización.

Que no alcance nuevos récords no implica que el problema esté ni mucho menos resuelto. Talavera augura que seguirá alta bastantes meses, teniendo en cuenta que la inflación subyacente —que no incluye energía ni alimentos, y da pistas sobre la persistencia de la inflación— está aún en el 6,2% y todavía absorbe el incremento de costes derivado de los precios de la energía.

Hay otras fichas en el tablero: el menor crecimiento que todos los organismos prevén para 2023 significa menos consumo, y la teoría dice que una menor demanda anima a bajar los precios, o al menos a no subirlos tanto. “Las perspectivas de desaceleración económica deberían ayudar a mantener esta dinámica de moderación en la inflación, pero una de las grandes cuestiones será ver cuánto crecen los salarios en 2023. Espero una subida sustancial, pero aún por debajo de la tasa de inflación, lo que por ahora limita el riesgo de una espiral salarios-inflación”, prevé el experto.

Mal comienzo de octubre

La llamada a no lanzar las campanas al vuelo cobra aún más sentido si se observan los primeros días de octubre, cuando se han interrumpido tendencias esperanzadoras para la rebaja de la inflación. Por un lado, el recorte de producción de crudo en dos millones de barriles diarios anunciado por la OPEP y Rusia ha sido un jarro de agua fría que ha provocado el enfado público de la Casa Blanca con Arabia Saudí porque vuelve a empujar al alza el precio del petróleo. Y en España ya se perciben efectos en los surtidores: el diésel roza de nuevo los dos euros por litro, tras subir 15 céntimos en una semana; y la gasolina, tras escalar alrededor de 10 céntimos, supera de nuevo los 1,75 euros de antes de la subvención del Gobierno. Por otro, los contratos regulados de la luz, los únicos que tiene en cuenta el Instituto Nacional de Estadística (INE) para calcular el índice, también apuntan valores algo más altos. Para acabar, el dólar continúa exhibiendo su fortaleza frente al euro, lo que encarece las compras de la energía y las materias primas.

Como contrapeso, el mencionado efecto base puede notarse con más fuerza. En 2021, la mayor subida mensual (1,8%) y anual (1,4%) de la inflación se produjo en octubre, lo cual puede restar empuje al ritmo de avance de los precios. Octubre y noviembre son también los meses que determinarán la revalorización final de las pensiones en 2023. El Ejecutivo prevé que sea del 8,5%, pero la media de los 10 meses hasta ahora contabilizados es del 8,74%, por lo que si no baja, la factura será mayor de lo que espera.

El dato de inflación publicado el jueves por EE UU (8,2% en septiembre) prueba las dificultades que están teniendo las economías más desarrolladas para contener los precios. Olivier Blanchard, ex economista jefe del FMI, hizo esta semana un ejercicio de comparativa sobre la situación en los dos bloques, EE UU y Europa, y sus conclusiones respaldan la idea de que para el BCE será más sencillo lidiar con la inflación que para la Reserva Federal estadounidense. Entre sus argumentos, esgrime que en los Diecinueve el mercado laboral no está sobrecalentado, los salarios no están subiendo tanto, y al verse sus consumidores más afectados por el aumento de precios energéticos es más fácil que la demanda se desacelere por sí sola, sin necesidad de subir tanto los tipos, al menguar el ahorro disponible. El mayor pero a esa predicción lo pone en los efectos de posibles racionamientos de gas, seguramente la mayor preocupación que sobrevuela hoy las capitales europeas.

Clientes esperan su turno en una pollería del mercado de Ventas (Madrid), este viernes.
Clientes esperan su turno en una pollería del mercado de Ventas (Madrid), este viernes.Álvaro García

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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