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El Banco de España enfría las previsiones económicas del Gobierno y rebaja el crecimiento de 2023 al 1,4%

El supervisor mejora la previsión para este año en cuatro décimas hasta el 4,5% pero empeora en punto y medio la del año que viene por el debilitamiento de la actividad en la segunda mitad del año y en el primer trimestre del próximo

Antonio Maqueda
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.Juan Barbosa (Europa Press)

El Banco de España deja en papel mojado la previsión que el Gobierno acaba de actualizar para elaborar los Presupuestos de 2023. Solo un día después de que el Ejecutivo presentase un cuadro macro que prevé un crecimiento del 2,1% para el año que viene, el organismo supervisor rebaja en siete décimas esa estimación hasta el 1,4%. La Autoridad Fiscal, que avaló la cifra de crecimiento del Gobierno porque entra dentro del rango de probabilidades, también publicó este martes que su proyección para el 2023 era del 1,5%. Y la semana pasada la OCDE vaticinó otro 1,5% de avance del PIB para el mismo periodo. La previsión recogida en los presupuestos parece haberse quedado algo desfasada al compararla con las predicciones más recientes.

Las proyecciones del Banco de España mejoran algo el crecimiento de este año, del 4,1% al 4,5%, por el buen comportamiento de la actividad y el empleo durante la primera mitad del año, gracias en buena medida a la robusta recuperación del turismo y la hostelería tras el levantamiento de las restricciones por la pandemia. Este factor compensó holgadamente las consecuencias de la crisis energética desatada por la guerra de Ucrania, señala el organismo.

Sin embargo, para 2023 el banco empeora su anterior previsión de junio en torno a un punto y medio, del 2,8% al 1,4%, debido a la persistencia de la inflación, unas condiciones financieras menos favorables, las dificultades de las industrias y empresas afectadas por la crisis energética, el aumento de la incertidumbre y el debilitamiento de la demanda global, con una economía europea particularmente afectada por las consecuencias del conflicto bélico en Ucrania. “En los trimestres más inmediatos, los elevados precios del gas y la electricidad afectarán adversamente a la actividad económica”, subraya la institución que dirige Pablo Hernández de Cos. Pese a la interrupción del suministro de gas ruso, el supervisor contempla que en este escenario no serán necesarios racionamientos severos en la Unión Europea.

Aun así, el informe publicado hoy destaca “la debilidad” de la economía española “en la segunda mitad de este año y en el primer trimestre del próximo”. El banco observa, ya con datos del tercer trimestre, una ralentización del empleo, una menor facturación empresarial, la persistencia de una inflación que lastra el consumo y el rápido deterioro de las condiciones de financiación y de la confianza.

De acuerdo con sus estimaciones, el PIB español solo repuntará un exiguo 0,1% entre julio y septiembre. Este peor comportamiento en el tramo final del año limitará, por el efecto arrastre, el crecimiento del año que viene, dice el supervisor. Si bien a partir de la primavera vaticina un mayor dinamismo, empujado por el alivio gradual de los precios energéticos, la consiguiente recuperación de las rentas y de la confianza de los agentes, un desatascamiento paulatino de los cuellos de botella globales y una mayor ejecución de los fondos europeos. Esta mejora se plasmaría en un crecimiento del 2,9% en 2024. En todo caso, como resultado de estos cambios en las proyecciones, se retrasa el momento en el que se recobrarían los niveles de PIB previos a la pandemia hasta principios de 2024. Estas proyecciones se basan en que no hay una resolución temprana del conflicto bélico en Ucrania y en que no se produzca una escalada adicional.

En cuanto a los precios, estos siguieron sorprendiendo al alza, dice el supervisor. Y añade que “una proporción cada vez más elevada de rúbricas ha ido registrando tasas de inflación muy elevadas”. Destacan las subidas en alimentos, bienes industriales no energéticos y ocio y hostelería una vez terminadas las restricciones de la pandemia. Aunque los precios de los carburantes se han moderado, esta desaceleración se ha visto neutralizada por los fuertes incrementos en los precios del gas y, por tanto, de la electricidad. Además, la acusada depreciación del euro frente al dólar también ha provocado un mayor encarecimiento en Europa de las materias primas compradas en los mercados internacionales.

No obstante, las medidas del Gobierno han contribuido a reducir la tasa de inflación en unos tres puntos, de los que en torno a uno se corresponde con el mecanismo ibérico para limitar el precio del gas en el mercado eléctrico. La previsión del Banco de España es que la inflación se sitúe este año de media en el 8,7%, y que en los dos años siguientes se modere hasta el 5,6% en 2023 y el 1,9% en 2024. La persistencia de la inflación es tal que el supervisor ha subido su estimación respecto a la de junio en 1,5 puntos para este año y en 3,1 puntos para el que viene. Estos cálculos se sustentan en que la asunción de que las empresas ya han trasladado buena parte de sus subidas de costes y en que solo hay aumentos de los salarios moderados que no retroalimentan la inflación. Hasta el momento no está habiendo efectos de segunda ronda significativos, apunta el documento. Mientras que los salarios en convenio están repuntando un 2,6%, los márgenes de las empresas se mantienen estables en términos nominales y con una pérdida una vez restada la inflación, aunque con cierta heterogeneidad por sectores y tipos de empresas. Es decir, el pacto de rentas se estaría produciendo por la vía de los hechos.

Al tratarse de aumentos de precios de una magnitud inusitadamente elevada, las empresas tienen menos margen para acomodarlos. Y respecto a los efectos de la inflación en los colectivos más vulnerables, el Banco de España insiste una vez más en que las ayudas públicas se concentren en estos grupos.

El organismo recuerda que todas estas previsiones están sujetas a una gran incertidumbre y que hay riesgos de que haya un menor crecimiento y una mayor inflación. Entre estos riesgos, señala que un escenario más desfavorable de precios, con las cotizaciones del gas en los máximos de agosto, podría restar hasta un punto de PIB adicional a la proyección. Si bien también reconoce que la economía podría crecer más en 2023 si se produce un escenario favorable en los precios del gas. El banco ve además riesgos de que se dé una menor ejecución de los fondos europeos y en la posibilidad de que haya un aumento del ahorro por precaución. Y alerta de que las subidas de tipos para reaccionar ante la inflación combinadas con un empeoramiento de las perspectivas económicas están provocando un endurecimiento de las condiciones de financiación que podría llegar a provocar “algún episodio potencialmente disruptivo en los mercados de capitales”.

El empleo se desacelerará transitoriamente. Pero el banco no contempla cambios muy sustanciales en el mercado de trabajo y cree que los ajustes se producirán más en las horas trabajadas. Así que la previsión de la tasa de paro solo repuntará muy levemente hasta al 12,9% el año que viene. La del Gobierno en cambio se sitúa ligeramente por debajo: en el 12,2%.

En relación con el déficit público, el banco no quiere hacer valoraciones porque todavía tiene que analizar los Presupuestos. Dicho esto, hace hincapié en el buen comportamiento que están exhibiendo los ingresos tributarios. Y recuerda que ya ha dicho en numerosas ocasiones que las pensiones, salvo las más bajas, deberían formar parte del pacto de rentas en lugar de revalorizarlas con el IPC.

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Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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