_
_
_
_
_
Reportaje:PROPUESTAS

Noguchi reforma su casa

Visita al renovado museo que el polifacético artista creó en Nueva York

Andrea Aguilar

Ocurrió mucho antes de que el artista Matthew Barney instalara su estudio en Long Island City y su pareja, Björk, anclara su barco en la ribera de Queens. En 1960 Isamu Noguchi (1904-1988) se trasladó a esta zona sembrada de hangares, garajes mecánicos y almacenes que dan la espalda a una de las vistas más espectaculares de Manhattan. El escultor quería estar cerca de sus proveedores de mármol y piedra en Vernon Boulevard, y aunque más adelante regresaría a Manhattan y abriría otro estudio en Japón, fue aquí donde decidió montar su museo. Veinticinco años después de su fundación, sigue siendo uno de los lugares más calmados de la ciudad. La exposición Noguchi ReINstalled celebra hasta octubre la renovación del centro.

Frente a su estudio, el edificio de una antigua planta de impresión y el esquinazo que ocupaba una gasolinera sirvieron al artista para construir un delicado espacio en el que exterior e interior se solapan. Muros de cemento y techos de uralita dan paso a un interior de madera y paredes blancas que abre sus puertas al jardín de esculturas que Noguchi diseñó mezclando flora norteamericana y japonesa. Más allá de la forma, este artista aspiraba a controlar el espacio. Aquí se funden con naturalidad las piezas distribuidas en el jardín y el patio cubierto, esculturas que integran superficies crudas y pulidas con una extraña armonía. No sorprende encontrar Spin Off #1, una piedra sin tallar traída del río Uji en Japón. Vista aquí parece que salió del East River y Noguchi la esculpió.

Dos países, Estados Unidos y Japón, marcaron la personalidad de este artista. Hijo de un poeta japonés y una joven progresista norteamericana, Noguchi nació en Los Ángeles y a los tres años se trasladó a Tokio con su madre. Vivió en Japón hasta los 13, cuando fue enviado a Indiana (EE UU) para completar su formación. En la Universidad de Columbia de Nueva York empezó la carrera de medicina y por las noches se apuntó a un taller de escultura. La piedra pudo más que las lecciones de anatomía. Unos meses después celebró su primera exposición. Fascinado por el trabajo de Brancusi, Noguchi viajó a París y un encuentro casual en un café le llevó a trabajar en su estudio. Quería aprender a destilar la forma.

El montaje de la muestra recrea la disposición que el propio Noguchi ideó para las más de 300 piezas de su colección. Hay esculturas que brotan del suelo; otras están alineadas en repisas o plantadas sobre troncos de madera; un par de ellas cuelgan del techo... Las obras dan cuenta de la pluralidad de líneas y estilos que el artista exploró a lo largo de casi 60 años de carrera: desde los bustos y cabezas de corte realista que realizó al comienzo, hasta las piezas de metal ensamblado que fueron mostradas en la exposición 14 Americans de 1946 en el Moma, pasando por los grandes círculos bicolores en mármol o el sorprendente relieve de tono social que talló en el Mercado de Abelardo Rodríguez en México en 1936 (cuyas fotografías se exponen).

Parque de Riverside

Pero Noguchi no se detuvo ahí. Su trabajo rebasó la escultura y se volcó en el diseño de espacios públicos, de escenografías y muebles. "Puede decirse que estoy contra la escultura", declaró, "me interesa el espacio". Una maqueta de bronce muestra el diseño del parque de Riverside Drive que hizo junto al arquitecto Louis Kahn y que nunca llegó a realizarse. Junto a otro de los grandes, Neutra, trabajó en el diseño de la piscina para la casa de Josef von Sternberg. El considerable sobrepeso del temido productor hollywoodiense planteaba un reto espacial que el escultor resolvió con éxito, tal y como explica una de las cartelas del museo.

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

El diseño de la escenografía del ballet Embattled garden de Martha Graham es una de las piezas más singulares y llamativas de la colección. Se trata de una tabla roja y verde alzada en uno de sus extremos, sembrada de palos con dos grandes huecos; un espacio onírico, un jardín de madera, que encajó perfectamente en el trabajo de la revolucionaria coreógrafa. La colaboración entre Noguchi y Graham se prolongó durante tres décadas. Otro gran amigo y ocasional colaborador del escultor fue el prolífico y excéntrico inventor de la arquitectura Buckminster Fuller, que le animó a diseñar espectaculares fuentes de agua.

La pequeña tienda-café del museo es el espacio reservado a los diseños domésticos de Noguchi. Sus experimentos con la luz acabaron por conducirle hasta un pequeño taller de faroles de papel en Japón. El resultado de aquello son las emblemáticas lámparas Akari, cuya veintena larga de modelos están a la venta. También lo está un juego de café, su mesa de centro, las butacas de mimbre y su clásico sofá, donde uno puede apoltronarse sin más y disfrutar, como dijo el artista Jean Claude, del "espacio de energía" que Noguchi creó a su alrededor.

Más propuestas e información en la Guía de Nueva York

<b>Las piedras de </b><i>Practice rocks in placement</i> (1982-1983) y la escultura <i>Indian dancer</i> (1965-1966) en el jardín del Museo Noguchi, en Long Island City (Nueva York).
Las piedras de Practice rocks in placement (1982-1983) y la escultura Indian dancer (1965-1966) en el jardín del Museo Noguchi, en Long Island City (Nueva York).GEORGE HIROSE. Foto cedida por el Museo Noguchi

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_