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El empeño final de Luka Modric

El croata se quedó sin poder luchar de nuevo por la Copa en un partido en el que aguantó jugando hasta el 3-0

Luka Modric disputa el balón con Enzo Fernández durante el partido entre Argentina y Croacia de las semifinales del Mundial.
Modric disputa el balón con Enzo Fernández durante el partido entre Argentina y Croacia de las semifinales del Mundial.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)
David Álvarez

Luka Modric no se va todavía de Qatar pero se despidió del Mundial en el estadio en el que se imaginaba jugando la final el domingo, la segunda seguida después de la de Rusia, que perdió pero le procuró un Balón de Oro. Se fue de la zona noble de los Mundiales de una manera rara, con la cara enrojecida por un pelotazo que empezó en un disparo suyo que le regresó tras rebotar en la bota de un contrario. Fue raro, pero también fue como siempre, sin un lamento, igual que trazó su camino hasta esta orilla que casi alcanza y donde finalmente se quedó. Siguió como si confiara en que, como otras veces, dos brazadas en el último instante podrían devolverlo a él y a los suyos a la superficie.

Con 37 años y 3-0 abajo, todavía tocó, corrió, defendió y tiró. Hasta que el último disparo le regresó a la cara y Dalic lo retiró al banquillo bajo un discreto aplauso en un estadio ensimismado por la final a la que se asomaba Messi. Era el minuto 81, y hasta ahí llegó, en Lusail, el asombroso Modric. Sin guardarse nada.

“Puede que sea el final de una generación en los Mundiales. Irán retirándose con la Eurocopa de 2024. Una generación excelente que ha alcanzado dos veces seguidas la semifinal”, recordó Dalic.

Ya antes, cuando solo se había jugado la mitad y marchaban con dos goles de desventaja, Modric había realizado uno de esos gestos que han venido provocando tembleque en cualquier rival confiado. Todavía a un peldaño de su segunda final, se apresuró a alcanzar el vestuario. Sin bajar la vista, apretó el paso por el túnel y de repente sonrió, casi rio, se detuvo y se giró a esperar a alguien. Ahí lo perdieron las cámaras, pero detrás venía su tropa, que habla de sí misma como familia, como dicen los carteles en su campamento de Doha. Quería seguir jugando.

El final del receso encontró a los croatas formados en la boca de salida, con Modric de nuevo al frente. Tuvieron que esperar así algo más de un minuto, con las miradas perdidas en la hierba de fuera, hasta que aparecieron los argentinos. Modric quería seguir tirando paredes, caños. Siempre.

Pero esta vez estaban heridos de verdad. Argentina había encontrado el camino para destruir su imperio. Del mismo modo que para acabar con la Estrella de la Muerte las naves rebeldes debían colarse por un canal hacia el centro, para desarmar a Croacia le bastó a Argentina con lanzar un par de balones también por el canal central. Por ahí se desarticulan los croatas, como ya les pasó en el partido de cuartos contra Brasil.

Ahí sufrieron el primer golpe de Argentina, una pelota por el centro que pilló descolocados a los centrales, Gvardiol y Lovren, de tal forma que Julián Álvarez se encontró de frente con Livakovic. Se la picó por encima, se estrelló contra él, y Lovren evitó que entrara, pero el portero había hecho penalti. Se encontró ante Messi después de haber detenido cuatro en las tandas contra Japón y Brasil, el más inspirado en la historia de los Mundiales con Schumacher, Goycoechea y Subasic. También adivinó la dirección del lanzamiento, como en cinco de los otros siete anteriores, pero esta vez no llegó al balón, demasiado alto.

“Ha cambiado el rumbo del partido totalmente”, explicó Dalic. “Teníamos el control, llevábamos las riendas del partido. No generamos muchas ocasiones, pero sí teníamos el control”.

El segundo se pareció mucho, de nuevo por el conducto central, por donde se lanzó de nuevo Álvarez, esta vez el regate. Y marcó un punto del que Modric ya no iba a regresar, aunque se negara a rendirse.

Le quedaron todavía unos pases, unas carreras, unos últimos empeños sobre la pradera de la final que no jugará. Y los abrazos de los suyos, y de los argentinos, que acudieron en orden a despedirlo. Pero todavía no se fue. Juntó a su gente y se acercaron a aplaudir a su fondo, mientras al otro lado Messi cantaba como el último hincha.

A Croacia le queda un trámite incómodo, pero que se propone gestionar con honor, el partido por el tercer puesto, como dijo Dalic: “Es muy complicado reponerse después de un partido tan duro, pero les he dicho que tienen que irse con la cabeza alta y estar muy orgullosos, y darlo todo para luchar por el tercer puesto”.

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David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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