Portugal, Cristiano y el barullo

Todo parece excesivo alrededor de Cristiano Ronaldo, tanto que hasta semeja que el estreno de Portugal en el Mundial se empequeñece ante las tribulaciones de su astro, liberado de su contrato con el Manchester United y sobre el que se debate sobre su próximo, y desconocido, destino. Por detrás subyace la discusión sobre su aportación futbolística actual, con tres goles en lo que va de temporada y un peso que decrece en la selección: Cristiano apenas marcó en uno de los nueve últimos partidos que jugó con Portugal, ocho de ellos al completo. En el último amistoso previo al viaje a Qatar, el equipo goleó a Nigeria (4-0), con Ronaldo en todas partes menos en el césped. Vio el partido desde la grada mientras en la televisión se emitía la segunda parte de la entrevista que actuó como detonante de su salida de Manchester. Pero nadie puede imaginar que Fernando Santos, el seleccionar luso, se marque un Ten Hag y guarde en la reserva al autor de 117 goles en 191 partidos con la selección portuguesa. A veces la historia tiene más lastre que el presente.

“Contra Nigeria jugamos con alegría, dinámica y garra. Fuimos imprevisibles y al mismo tiempo tuvimos una gran capacidad para reorganizarnos en la reacción tras perder la pelota”, valora Santos, criticadísimo tras el último fiasco ante España en la Liga de las Naciones. La cuestión es cómo se puede integrar a Cristiano en ese sudoku. La pasada noche en la transmisión de la BBC del partido entre Francia y Australia, Gary Lineker aprovechó un breve debate en el tiempo de descanso para bromear con Vincent Kompany, gloria del Manchester City que ahora adiestra al Burnley, sobre la posibilidad de fichar a Cristiano Ronaldo. “Necesitamos jugadores que puedan correr...”, replicó el belga. En un fútbol de presiones altas, cuando el gol deja de acompañar, los problemas se acumulan para los delanteros poco esforzados.

“¿Ronaldo? No sé si le afecta a Portugal y tampoco quiero saberlo”, despeja Otto Addo, el seleccionador ghanés, que sigue driblando como en sus tiempos de extremo en Dortmund o Hannover. Tampoco Santos ofrece muchas pistas. “No estamos incómodos porque se hable de él. Tenemos el foco en el partido y sus asuntos ni siquiera son tema de conversación en la concentración”, asegura antes de taparse un poco: “Tampoco sé si los chicos hablan de eso cuando están en sus habitaciones”.

Con todo, que en la víspera del duelo contra Ghana salga a la palestra Bruno Fernandes en la rueda de prensa oficial de la FIFA tampoco ayuda a que el estruendo se desvanezca. Sobre el ya excompañero de Cristiano en el United se llegó a advertir una relación tirante después de que el veterano delantero no le señalase entre una corta relación de futbolistas del equipo a los que identificaba como ejemplares. “Cris no habló conmigo sobre la decisión. Aquí todos estamos con la mirada en el Mundial. Para mi es un honor jugar a su lado en la selección y haberlo hecho en mi club fue un sueño. Pero nada dura para siempre. Fue bonito mientras duró”, explicó Fernándes tras el último entrenamiento previo al debut mundialista, en la que deslizó una teoría sobre el ruido que genera tener a una estrella en el equipo. “Se habla de los que hacen más barullo y Cristiano es el que hace más barullo en el mundo del fútbol”.

En medio de tanto estrépito la federación inglesa sancionó a CR con dos partidos de suspensión por “conducta impropia” por un episodio que tuvo lugar el pasado mes de abril en Goodison Park cuando el luso tiró al retirarse a los vestuarios tiró al suelo el teléfono de un joven seguidor del Everton que le hacía una foto y lo rompió.

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