La hegemonía social del Barça: una marea azulgrana inundó Bilbao en el récord de asistencia a una final de la Champions
Las culés logran una movilización histórica de aficionados a la capital vizcaína para conquistar su tercera Liga de Campeones que contrasta con la dificultad del todopoderoso Lyon para atraer seguidores
En medio de la conversación pública sobre si el Barcelona arrebató el sábado en San Mamés la hegemonía futbolística en Europa al Olympique de Lyon al tumbarlo por primera vez en una final de Champions, hubo una superioridad que quedó patente: la social, la capacidad del club azulgrana para movilizar a decenas de miles de seguidores a Bilbao mientras que ...
En medio de la conversación pública sobre si el Barcelona arrebató el sábado en San Mamés la hegemonía futbolística en Europa al Olympique de Lyon al tumbarlo por primera vez en una final de Champions, hubo una superioridad que quedó patente: la social, la capacidad del club azulgrana para movilizar a decenas de miles de seguidores a Bilbao mientras que el ocho veces campeón continental vio cómo en las gradas del estadio había solo un puñado —en torno a 2.000— de aficionados lioneses. San Mamés y la capital vizcaína estuvieron teñidos con los colores azulgrana durante todo el fin de semana. La arribada de hinchas catalanes fue tan formidable que se batió el récord de asistencia a una final de la Champions con 50.827 espectadores, por encima de los 50.212 que llenaron el Estadio Olímpico de Múnich en 2012 en la segunda orejona del Lyon.
La UEFA estima que más de 35.000 fans del Barça viajaron este fin de semana para animar al equipo en San Mamés. El sábado, con los hoteles llenos, el tranvía y los autobuses funcionaron con demoras por la sobrecarga de gente y era casi misión imposible coger una mesa para tomar algo en una terraza en un día con un tiempo soleado y agradable que invitaba a disfrutar de los famosos pintxos de Bilbao. La movilización culé fue histórica, a priori solo por detrás de las 45.000 personas que se acercaron a Sevilla para presenciar la final de la Champions de 1986 perdida contra el Steaua de Bucarest. Pero en el estadio la sensación fue que el equipo liderado por Aitana Bonmatí jugaba en casa y que no había solo 35.000 fans, sino que estos ocupaban prácticamente la totalidad de las gradas a excepción de un par de sectores en los que se colocó la afición francesa. “Cuando veníamos en bus y veíamos todas las calles llenas alrededor del estadio, a mí se me ponía la piel de gallina”, dijo Bonmatí, elegida mejor jugadora de la final, tras el partido.
El conjunto femenino del Barça es un polo de atracción fortísimo para los seguidores culés. En un annus horribilis para la sección masculina de fútbol, el equipo de mujeres ha logrado un póquer inédito de títulos —Liga, Copa, Champions y Supercopa— y ha movilizado a su masa social de una forma que no se recordaba desde hace casi 40 años en el club. Su situación contrasta con la del Lyon, que ha dominado Europa durante casi una década y media pero que nunca ha conseguido el impacto en la afición que ha logrado el Barça tras profesionalizar la sección femenina en 2015, 11 años después de que lo hicieran las francesas. “El Barcelona es un club mucho más potente que el Lyon. Incluso con esa competitividad de otros grandes clubes que están apoyando ahora también el fútbol femenino, el Barça sigue liderándolo y puede hacerlo por muchos más años”, opina la delantera de la Fiorentina Vero Boquete, el primer gran icono del fútbol en España jugado por mujeres.
Bonmatí y Jonatan Giráldez, el técnico del Barça, pasaron de soslayo al acabar la final por el debate de si el dominio continental ha cambiado después de que el club haya conquistado tres de las últimas cuatro Champions —la del sábado, derrotando al fin a su bestia negra— y los tres últimos Balones de Oro —dos Alexia Putellas y uno Bonmatí—. El equipo tiene asuntos pendientes que serán fundamentales para corroborar la hegemonía futbolística durante los próximos años y tratar de acercarse a los ocho títulos del Lyon. En medio de los problemas económicos que atraviesa la entidad, dos titulares en la final como Mariona Caldentey y Lucy Bronze no han renovado y el técnico del histórico póquer abandonará el banquillo a final de curso para irse a Estados Unidos, pero la repercusión futbolística y social de esta generación de futbolistas es indiscutible.
El Barcelona tiene la plantilla más valiosa del mercado (unos 5,6 millones de euros), por encima del Chelsea (4,1) y del Lyon (4) —según la web especializada Soccerdona—, y ha conseguido superar el impacto social que tuvo el conjunto francés durante su reinado. El equipo azulgrana cuenta con más de 6,2 millones de seguidores en Instagram y más de 1,1 en X (antes Twitter), por los 249.000 y los 139.000 del Lyon, respectivamente. La progresión es enorme desde la primera final de la Champions del Barça en 2019 contra el OL, cuando las francesas lograron movilizar a Budapest a más aficionados que las catalanas en un estadio con capacidad para 22.000 personas que no se llenó. Tres años después, en el duelo decisivo en Turín otra vez entre ellas, tampoco se vendieron todas las entradas: 32.257 espectadores en un recinto con capacidad para 41.507. “Tenemos que felicitar al Barcelona por esta pasión de sus seguidores. Me puedo imaginar lo que sienten sus jugadoras con tanta gente apoyándolas en las gradas. Es algo que tenemos que conseguir también en Francia y aprender de estas lecciones”, dijo la entrenadora del club francés, Sonia Bompastor, en la rueda de prensa posterior a la final.
En plaza Catalunya, en el centro de Barcelona, unas 1.000 personas siguieron el partido —la final femenina de la Champions más vista de la historia en La 1 con un 13,8% de cuota de pantalla— y este domingo se espera en la capital catalana una recepción masiva para las tetracampeonas. Mientras, el Lyon afronta un futuro con algunas incertidumbres en un momento crítico para el club. Primero, por la situación de su banquillo: los medios ingleses apuntan a que Bompastor, la primera mujer en ganar la Champions como jugadora y entrenadora, está cerca de fichar por el Chelsea, aunque la técnica no quiso hablar del tema ayer en la rueda de prensa. Y, sobre todo, por el cambio en la presidencia de la entidad. Jean-Michel Aulas, el hombre que en 2004 compró el FC Lyon —un conjunto amateur— y cambió la historia del equipo al apostar como nadie había hecho hasta entonces por la profesionalización de la sección femenina, dejó la dirección hace un año después de que la empresaria surcoreana Michele Kang —propietaria también del Washington Spirit— se hiciera con el control del club. “Aulas es el gran autor de este equipo y de este dominio. Siempre hace falta tener a alguien que realmente confíe en el proyecto, y él lo hizo desde el inicio, fue un enamorado del fútbol femenino. No entendería un Lyon así de ambicioso sin ese presidente, y la duda que se genera es si van a poder conseguir mantenerse en ese nivel sin él”, resume Vero Boquete.
Alexia Putellas, en la celebración de la Champions: “Hemos hecho historia”
Afónicas, con gafas de sol, pero bien acompañadas entre trofeos. Las jugadoras del FC Barcelona entraron en la Plaça Sant Jaume de Barcelona acogidas por unos 2.300 aficionados del club culé y los cuatro títulos conquistados esta temporada, además de un lema clave en la camiseta: “Movem el món” (Movemos el mundo). Las copas estuvieron repartidas entre las capitanas: Alexia Putellas, Sandra Paños, Marta Torrejón, Patri Guijarro e Irene Paredes, además de Caroline Graham Hansen, y seguidas por del resto sus compañeras. “Estoy afónica, eso es buena señal. Hemos conseguido la tercera, algo complicado, más aún los cuatro títulos. Hemos hecho historia”, celebró la capitana en el balcón del Palau de la Generalitat. “Estas jugadoras tienen humanidad y humildad. Mientras hacen historia nos hacen tocar la gloria con ellas”, la acompañó Joan Laporta, presidente de la entidad azulgrana, en el clásico recorrido de las campeonas entre el interior y los balcones del Palau y el Ayuntamiento de Barcelona, donde las recibieron Pere Aragonés, presidente de la Generalitat en funciones, y Jaume Collboni, alcalde de la ciudad.
“Ayer se consiguió un hecho histórico”, quiso recalcar Aragonés. “No es que sea el mejor equipo del mundo, es que está haciendo historia. Recordamos aquellos equipos que lideraron Cruyff y Guardiola, y algún día recordaremos aquel que lideraron Alexia y Aitana”, añadió Collboni. Fuera, el clamor y los cánticos llenaron la plaza. La capitana salió al balcón de la Generalitat con la Champions, golpeándola al ritmo del himno del Barcelona. “De nuevo, culés, ya la tenemos aquí. Aquí está la tercera”, animó a la afición, que saltaba con los diferentes cánticos que las jugadoras proponían, pasándose el micro entre ellas, sin voz tras la fiesta de la noche anterior en Bilbao. “Llevamos 24 horas sin dormir”, confirmó Cata Coll. Gritos adulando a Alexia, otros reclamando la continuidad de Mariona Caldentey —termina contrato el próximo 30 de junio y aún no ha renovado— y Jonatan Giráldez, que se marchará a final de temporada. No pudo, el técnico, evitar ponerse morriñoso. “Me gustaría destacar el trabajo día a día, dentro y fuera del césped. He sido muy feliz en el Barça y en Barcelona. No es un adiós. Pero he estado 12 años aquí. Hay una parte mía que es catalana, y estos años me han hecho mejor persona”, contó el entrenador vigués.
Giráldez recordó a Asisat Oshoala, la futbolista que dejó el club tras el primer tramo de temporada. Sandra Paños, que abandonará el equipo tras nueve años como leyenda en la portería, también habló a la aficion. “Son mis últimos días aquí. Estoy súper orgullosa de este equipo, que ha hecho historia; de este club, que es el mejor del mundo. Mi etapa aquí ha terminado. Pero seré una barcelonista más que seguirá al equipo allá donde vaya”, concluyó Paños, emocionada y arropada por sus compañeras. “Es un placer ser capitana de este equipo, con unas jugadoras que se lo merecen todo”, siguió Alexia. Delante, la afición culé, que ya acompañó en Bilbao a las campeonas con una movilización histórica, y que este domingo siguió haciéndolo en su ciudad.
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