El equipo que une a Villa Arriba y Villa Abajo

El Juaristi ISB es el club más humilde del baloncesto profesional, pero representa a 26.000 vecinos de Azpeitia y Azkoitia, una comarca que ha hecho del básquet su pasión

El coordinador del Juaristi ISB, José Luis Zubizarreta, en la sala de prensa del polideportivo de Azpeitia (Guipuzkoa).
El coordinador del Juaristi ISB, José Luis Zubizarreta, en la sala de prensa del polideportivo de Azpeitia (Guipuzkoa).Javier Hernandez Juantegui

Los baloncestistas Ierai Azpitarte y Manex Ansorregi estaban destinados a ser rivales. El primero nació en Azpeitia y el segundo, en Azkoitia, dos municipios guipuzcoanos separados apenas por cuatro kilómetros de carretera en las montañas que circundan el valle de Iraurgi y que compiten en casi todo: ambos reivindican ser la cuna de san Ignacio de Loyola, cuyo santuario se levanta entre los dos pueblos, o tener el frontón más grande de la comarca. En el deporte, la rivalidad late en el fútbol, la bicicleta o la pelota vasca. Pero Azpitarte y Ansorregi, de 22 y 21 años, respectivamente, eligieron dedicarse al baloncesto. Justo lo que más une a los 26.000 vecinos de la zona. Llevan cuatro años compartiendo el vestuario en el Juaristi ISB, el club de la liga LEB Oro que representa a los dos pueblos, los más pequeños con un equipo en primera o segunda. “Le vacilamos un poco por ser de allí arriba”, bromea Azpitarte, “pero en este equipo muchos nos conocemos desde pequeños”. Ansorregi, por su parte, confirma esa comunión: “Hay bastantes niños de Azkoitia que vienen a jugar aquí abajo, como hice yo. Me siento como en casa”. La etimología los delata. Son Villa Arriba y Villa Abajo, según su posición sobre el río Urola.

De izquierda a derecha, los jugadores del Juaristi ISB Manex Ansorregui, Ierais Azpitarte e Ibón Guridi.
De izquierda a derecha, los jugadores del Juaristi ISB Manex Ansorregui, Ierais Azpitarte e Ibón Guridi.

Varios grupos de adolescentes salen al atardecer del pabellón azpeitiarra, protegiéndose del chirimiri con sudaderas negras y grises del Juaristi ISB. Acaban de presenciar, con caras de fascinación, cómo Azpitarte, Ansorregi y sus compañeros de equipo entrenan intensamente durante más de dos horas. El reto lo merece: se están jugando la permanencia en LEB Oro, la segunda categoría profesional del baloncesto español. La pasada campaña se salvaron al ganar cuatro de los cinco últimos partidos; en esta, a falta de cinco jornadas, ya han sumado tres victorias seguidas. Un ritmo de milagro en el que algunos vecinos ven el empujón de san Ignacio de Loyola. El hecho real es que el equipo tiene apoyo hasta en los entrenamientos.

El capitán del equipo, Ibón Guridi, azpeitiarra de 31 años, recuerda la heroica permanencia del año pasado como “uno de los momentos más emotivos” en sus 10 años en el club. La cantera es, a su juicio, el mayor tesoro del Juaristi ISB. Más de 300 chicos y chicas por debajo de los 13 años pertenecen a la escuela de tecnificación. Hay 23 equipos federados en la estructura del club, entre ellos, el Domusa Teknik ISB, el equipo femenino que compite en la LF Challenge, la segunda división femenina nacional. En 2014, este conjunto debutó por primera y única vez en la Liga Femenina Endesa, la primera división, aunque la aventura solo duró una temporada.

De estar al borde de la desaparición a la élite

“En la plantilla tenemos protagonismo tres chavales de los dos pueblos”, enumera Guridi, desviando la mirada hacia Azpitarte y Ansorregi. “Somo un equipo jovencísimo. Viendo los jugadores que hay en la categoría, tiene un mérito tremendo lo que estamos consiguiendo”.

Para entender cómo el Juaristi ISB se ha mantenido en el baloncesto profesional hay que preguntar a José Luis Zubizarreta. Nació hace 62 años en uno de los caseríos de los montes que rodean Azpeitia y Azkoitia. Él se considera de Loiola por la cercanía de su hogar con el santuario, la enorme basílica del siglo XVIII, reclamo turístico local, construida en honor al fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola, nacido en Azpeitia en 1491 pero de madre de Azkoitia. De ahí la polémica.

El coordinador del Juaristi ISB, José Luis Zubizarreta, en la sala de prensa del polideportivo de Azpeitia (Guipuzkoa).
El coordinador del Juaristi ISB, José Luis Zubizarreta, en la sala de prensa del polideportivo de Azpeitia (Guipuzkoa).Javier Hernandez Juantegui

Zubizarreta lo ha sido todo en el club: jugador, entrenador, tesorero, presidente y de vez en cuando speaker en los partidos en casa. Todo sigue pasando por él. Cuenta que fue Josu Arregui, exjugador del Bilbao Basket en la década de los 70, “el que empezó a darle dinámica al baloncesto en esta zona” al crear un club en Azpeitia, el Iraurgi, germen del actual club. En 1978, con 17 años, Zubizarreta ingresó en la primera plantilla de aquel club para jugar como escolta. Cinco años después comenzó a ejercer como jugador-entrenador hasta que a los 28 años se centró en su segunda habilidad. “Esa época fue de las más bonitas. Salíamos a jugar fuera y nos seguían dos autobuses repletos de vecinos tanto de Azpeitia y Azkoitia para apoyarnos”, rememora.

Pese a todo, no fueron años fáciles. “No podíamos mantener los tres equipos que teníamos y los balones con los que entrenábamos estaban hechos un huevo. Hasta 2001 fue una agonía”, explica Zubizarreta. Ese año, Zubizarreta reunió a los 40 vecinos más vinculados al club para disolver el club o darle la vuelta. Tres años después, en 2004, ascendieron por primera vez a la liga EBA, la cuarta división nacional; en 2010, a la LEB Plata, la tercera; en 2014, su equipo femenino debutó en la segunda, donde siguen, y en 2016, el equipo masculino alcanzó la LEB Oro, la segunda, donde compite ahora.

Unos 800 aficionados de media se dan cita en las gradas de Azpeitia. En la pasada campaña se registró una asistencia récord de 1.200 personas en algunos de los partidos por la permanencia. Muchos de esos aficionados se sientan en sillas de madera a apenas unos metros del parqué. Son niños y niñas pertenecientes a los escalafones inferiores del club en una iniciativa que les permite disfrutar de los encuentros a pie de campo.

Miren, de 13 años, es una de ellas. Juega en el infantil. Su hermana Nerea, de 18 años, jugó hasta los 17 años en la cantera del club. El padre de ambas es Txetxu Urbieta, jefe de deportes de Eitb, la radio autonómica vasca, azpeitiarra de 54 años. “Lo más importante es que muchos chavales practican baloncesto aquí y a los partidos traen a sus padres. Esa implicación es muy importante”. Y relata su propio caso: “Miren está como loca. Conoce todas las estadísticas de los jugadores del Juaristi ISB porque se lee todas las actas de los partidos en internet. Me lo ha contagiado: antes era muy tranquilo y ahora me pongo cardíaco en los partidos. Ella me dice: ‘tranquilo, aitá, que vamos a ganar”.

El ala-pívot Íñigo Royo venda a su compañero Ierai Azpitarte antes de un entrenamiento en el polideportivo municipal de Azpeitia.
El ala-pívot Íñigo Royo venda a su compañero Ierai Azpitarte antes de un entrenamiento en el polideportivo municipal de Azpeitia.

El pueblo con más BMW de España

La tasa de paro de Azpeitia (7,1%) está un punto por debajo de la media de Euskadi y la renta media por habitante (48.721 euros) en 2020, por encima del promedio en la Comunidad (45.266 euros), según datos del Instituto Vasco de Estadística. “Nos dicen, en broma, que somos el pueblo de España con más BMW”, cuenta Urbieta. Hace una década, el panorama se ensombreció tras el cierre de la empresa de metales Corrugados, que dejó sin trabajo a 500 personas en la comarca. “Fue una tragedia, pero aquí hay muchas empresas de 100 o 150 empleados que funcionan bastante bien y hay un nivel de vida alto”. Dos empresas locales de fabricación de maquinaria pesada, Juaristi y Domusa Teknik, patrocinan a los equipos masculino y femenino, respectivamente.

José Luis Zubizarreta coincide desde su despacho en el pabellón de Azpeitia en que la situación es distinta a la de hace 20 años. Entre trofeos y una mesa repleta de archivadores y carpetas con documentos, destaca un pequeño aparato electrónico. “Estoy guardando la lista de canciones para el partido del domingo”, dice. Presume de que el club “nunca ha gastado más de lo que ha generado”. El objetivo ahora es profesionalizar la estructura del club, crear “un organigrama más definido en el área económica y de actividades”.

El relevo está en la casa

El Juaristi ISB atrapa incluso a aquellos que no han crecido en el valle de Iraurgi. El donostiarra Mikel Odriozola maduró deportivamente en el Easo de San Sebastián, un club que rivaliza en categorías inferiores con las promesas de Azpeitia y Azkoitia. Bioquímico de formación, quiso marcharse a trabajar en el extranjero como investigador oncológico pero la pandemia trastocó sus planes. Ahora es el entrenador del Juaristi ISB. “Conozco el club desde hace mucho tiempo. Representa una gran opción para que la gente joven haga deporte. Viven una experiencia buenísima y tienen ilusión por crecer, que es lo importante”, dice Odriozola.

El entrenador del Juaristi ISB, Mikel Odriozola, da indicaciones a sus jugadores durante un entrenamiento.
El entrenador del Juaristi ISB, Mikel Odriozola, da indicaciones a sus jugadores durante un entrenamiento.Javier Hernandez Juantegui

Nathan Hoover, escolta estadounidense de 27 años, llegó a Azpeitia el pasado agosto como fichaje estrella. Esta temporada es el segundo máximo anotador de LEB Oro. Salió de Estados Unidos con 25 años y fue a probar a Bielorrusia. “Cambié de representantes y busqué un agente español que me encontró este equipo”. Adora su nuevo hogar, a pesar de que es “muy diferente” de su Tennessee natal, una de las ciudades con “más tradición de baloncesto” de su país. Cada mañana entrena su tiro en solitario. “Mis compañeros y mis entrenadores confían en mí, y eso me permite hacer mi juego”. Hace unos meses vinieron su padre y su tío a verle jugar. “Les encantó esta zona. Estuvieron bebiendo vino y probaron la sidra por primera vez. Pero sobre todo les pareció increíble el ambiente del baloncesto aquí”.

En el Juaristi juegan dos estadounidenses, dos neerlandeses, un francés, un sueco y cinco españoles, de los tres que son nacidos en el valle. Ierai Azpitarte trabaja a media jornada por las mañanas en la fábrica que Juaristi tiene en Azkoitia, uno de los principales motores económicos de la comarca. Se dedica a ensamblar máquinas que pueden alcanzar el millón de euros. “La gente en la empresa me suele preguntar por los partidos, me da suerte”, dice el base. Agradece a la empresa la flexibilidad que le permite viajar para los partidos “y luego recuperar los turnos”. Manex Ansorregi, por su parte, también compagina la temporada con estudios de Magisterio en el campus de la Universidad de Mondragón, a una media hora en coche.

Varios jugadores del Juaristi ISB durante uno de los partidos de entrenamiento.
Varios jugadores del Juaristi ISB durante uno de los partidos de entrenamiento.Javier Hernandez Juantegui

“La filosofía de aquí es que mientras estés jugando aproveches para hacer otra cosa. Todos hemos estudiado o trabajamos”, explica Ibón Guridi, que estos días se encuentra en su mes de mayor actividad: es asesor fiscal. El capitán reconoce que muchos en el equipo no se ven a sí mismos como profesionales, por lo que pertenecer a un club que les brinda salidas profesionales más allá del deporte es un lujo. “Sientes que el equipo es una parte de ti. Al final has estado aquí toda la vida y has conocido mucha gente. Algunos hemos tenido la suerte de llegar arriba, y eso te hace que lo lleves en el corazón”.

Proyectos con valores

El baloncesto puede ser una potente herramienta con la que promover valores fundamentales para la sociedad. Endesa ha impulsado durante más de una década proyectos que confirman esos beneficios. Iniciativas como Liga Endesa de Corazón, el programa social en colaboración con acb que cada año busca las mejores historias de igualdad, sostenibilidad y compañerismo en el entorno del básquet. Los finalistas se reparten 15.000 euros para convertir en realidad sus proyectos. 

En los últimos 12 años, Endesa ha impulsado otras iniciativas como Basket Girlz, un proyecto que trata las causas del abandono precoz del baloncesto en mujeres de 12 a 18 años con el objetivo de corregir esa dinámica, y ha dado voz a decenas de historias como la del Juaristi ISB, que demuestra cómo el básquet puede convertirse en un elemento de cohesión social. 
 

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