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Jan Gurri, el último pipiolo de la factoría Granollers para otra gesta europea

El joven, nuevo valor de la fértil cantera vallesana que ya ha debutado con los Hispanos, se presenta como un arma clave en la asombrosa Final Four de la Liga Europea de balonmano que disputa su equipo este fin de semana

Lorenzo Calonge
Jan Gurri
Jan Gurri, esta semana en el Palacio de Deportes de Granollers.MASSIMILIANO MINOCRI

A Jan Gurri (La Roca del Vallès, Barcelona; 20 años) le gustaba el motocross. En su primera adolescencia, el novio de su madre le llevaba a circuitos y a ver motos con su hermano mayor, y con 15 llegó a tener un ciclomotor de 49 centímetros cúbicos para andar por el pueblo. Pero, cuando tuvo que elegir, donde de verdad aceleró fue en el balonmano. Él es el último cañón salido de la factoría del Balonmano Granollers, una máquina expendedora de producir nuevos jugadores que este fin de semana disputa la Final Four de la Liga Europea (la segunda competición continental), toda una hazaña para un club de cantera como este que vive con lo puesto.

Este sábado (18.00), en semifinales, se enfrentará al Göppingen, de Alemania, mientras el otro cruce es Montpellier-Füchse Berlin (15.30) en busca de la final del domingo (18.00; todo por DAZN). “No pensábamos ganar al Flensburg [en cuartos], pero ahora ya… Además, el sorteo podía haber sido peor”, suelta al otro lado de la videollamada este pipiolo de 1,90, 85 kilos y con un brazo derecho que dispara de lo lindo. En octavos, ante el Aarhus, en la primera de las grandes remontadas del Granollers, le clavó 14 goles en 18 lanzamientos al equipo danés.

A tres días de viajar a la F4, Jan Gurri se define con aire cándido como “un jugador del pueblo de al lado” [de Granollers], que vive todavía con su familia y pasa el tiempo “con amigos tomando algo”, que no se come la cabeza, y que apenas se estudia en vídeo. “Lo que sí he ido aprendiendo es la constancia y disciplina. Al principio, te lo pasas bien con amigos, pero ahora estás con gente que trabaja de esto. En el equipo te encuentras padres y otros que aún están en el Bachillerato. Yo me llevo con todos”, cuenta con inocencia.

Fijo en las categorías inferiores de la selección y pieza clave del oro europeo júnior del pasado verano, el gran salto lo ha dado las dos últimas temporadas. “Hace un año, pensé: ‘ostras, es que puedo vivir de esto y todo’. Vi que tenía continuidad con el Granollers y me di cuenta de que podía hacer carrera en el balonmano”, apunta. Este curso, en la Asobal, ha doblado su cifra de tantos (de 50 a 107) y, en marzo, Jordi Ribera lo convocó por primera vez con los Hispanos. El primero de su generación que llega al vestuario de los mayores.

“Ha pasado de 10-15 minutos en su club a jugador referencia”, analiza Rodrigo Reñones, su técnico en la base de España. “Físicamente está bien, en el apartado técnico y táctico tiene un gran conocimiento, y es polivalente para jugar en varios puestos de la primera línea. Si todo va normal, será importante en la absoluta”, vaticina el entrenador. De momento, Ribera lo tiene en la parte alta de su agenda de aspirantes, ya lo ha probado, y después de algún partido le manda mensajes con cosas que hace bien y otras que debería mejorar. “Eso me gusta”, dice Gurri.

Su caso vuelve a subrayar los cacareados puntos fuertes y débiles del balonmano español. Su asombrosa capacidad para producir talentos que encuentran pronto un hueco en la Liga por el escaso margen económico de los clubes para fichar grandes jugadores ya hechos y retener los que han creado ellos mismos. Moldear y exportar, un círculo que no se detiene. Al Granollers ya se le fueron valores como Ian Tarrafeta o Pol Valera, y ahora el niño que más puja es Jan Gurri. “La crisis del balonmano nos ha dado más oportunidades a los jóvenes”, destaca este veinteañero. “Sabemos que, si no, muchos no estaríamos aquí o nos resultaría más complicado. Todos los buenos que están en Alemania o Francia no se irían y sería más difícil llegar. Si no fuera por la crisis, yo igual no estaría aquí”, zanja sobre la historia interminable. Aunque, según informó hace un par de meses TV3, a él puede que le quede poco “al lado de casa” porque el Sporting de Portugal tiene la intención de pagar los 80.000 euros de cláusula. “Yo aspiro a llegar a un equipo top de Champions y estar con la selección. Es todo lo que un deportista puede pedir. Jugar con los mejores y optar a títulos. Antes o después, me veo fuera de casa”, se limita a decir este jugador que cita como referentes a Nicola Karabatic, Mikkel Hansen, Andy Schmid y Tarrafeta.

Entre él, otros jóvenes como Bruno Reguart (20) o Yusuf Faruk (19), veteranos como Esteban Salinas (31), el portero Rangel Da Rosa más el infinito Antonio García (39 años) –”el que lleva la voz cantante estos días en la caseta”, dice Gurri-, buscarán la última gesta europea del Granollers después de dejar a todo el mundo pasmado con su clasificación para la Final Four de la Liga Europea.

La federación proyecta la Ciudad del Balonmano

La Federación Española anunció la construcción de una Ciudad del Balonmano en San Sebastián de los Reyes (Madrid). El proyecto inicial cuenta con un edificio administrativo, un auditorio y un museo de este deporte, un pabellón para 3.000 espectadores destinado a los equipos nacionales, un segundo pabellón básico de entrenamiento, una residencia, un complejo exterior con instalaciones de playa, un gimnasio, un centro médico, otro de fisioterapia, y diversos espacios polifuncionales. Se calcula que no estará operativo hasta, al menos, dos o tres años.

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