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Jon Rahm hereda el carácter y la pasión de Seve

El deportista vasco, vencedor del Masters de Augusta, refleja una personalidad indomable y el amor por el juego de Ballesteros: “Él me empujó desde arriba”

Jon Rahm, con la chaqueta verde recordando a Seve. Foto: DAVID J. PHILLIP (AP) | Vídeo: EPV
Juan Morenilla

De Seve a Seve. El destino de Jon Rahm parece grapado a la figura de Ballesteros. Fue el genio cántabro la razón por la que el golf entró en la vida de una familia de Barrika cuando ni siquiera hay un campo en esta pequeña localidad vizcaína. Y es el gran mito la inspiración que ha conducido al vasco a lo más alto de su deporte, campeón del Masters de Augusta este domingo con una exhibición de juego y carácter. Después del último putt, una mirada al cielo juntando las palmas para recordar al maestro, que ese 9 de abril hubiera cumplido 66 años. El segundo grande de Rahm, tras el US Open de 2021, es el décimo del golf español, la sexta chaqueta verde en un relevo generacional que ya es historia: Seve (1980, 83), Olazabal (1994, 99), Sergio García (2017) y Rahm (el único europeo en reunir US Open y Masters).


“¡Hazlo por Seve!”, le gritaban los aficionados al golfista español en su imperial camino hacia el éxito, vencedor con -12, cuatro golpes de ventaja sobre Phil Mickelson y Brooks Koepka y una ronda siempre bajo control, con unos nervios de acero. El mismo aliento que escuchó en la Ryder Cup de 2018, cuando el vasco se disponía a convertir un putt que le otorgaba un triunfo individual ante Tiger Woods y acercaba a Europa a la victoria ante Estados Unidos.

Un fuerte hilo une a Seve y a Rahm. Olazabal prolongó las mágicas tardes en Augusta del pionero, y culminó ese amor por la Ryder que aprendió de Ballesteros con la inolvidable remontada europea de 2012, el milagro de Medinah. Pero es Rahm quien mejor representa el fuego interior de Seve, su pasión incontenible, su carácter indomable, un hierro que no se puede doblar. Así lo reconocen los seguidores, que espolearon a Rahm con el grito de Seve aunque estuviera combatiendo por el Masters con un chico de la casa, Koepka. La gente celebraba los birdies de Rahmbo porque ven en él esa personalidad y carisma que tanto adoraban en el beatle de Pedreña. Curiosamente también le seguían este domingo en el campo Miguel y Carmen Ballesteros, hijos del campeón de cinco grandes.

“Jon tiene ese carácter y esa pasión de Seve. Él fue nuestro ejemplo por su actitud, su espíritu de lucha, el hecho de no abandonar nunca. Jon tiene todo eso”, explica Olazabal. El doble vencedor de la chaqueta verde esperaba al alumno en el green del 18, y ambos se fundieron en un emotivo abrazo que simbolizaba la herencia del golf español en Augusta. “Tenía que ser hoy”, le dijo Rahm. “Olazabal me habló de Seve y si hubiera seguido un poco más hubiéramos llorado los dos”, contó luego el nuevo número del mundo.

Rahm es una enciclopedia del golf, “un yonqui” que puede estar viendo vídeos antiguos y consultando estadísticas históricas a las cinco de la mañana, casi un biógrafo deportivo de Seve, de quien puede recitar de memoria cada golpe que dio en una edición concreta del Open Británico o del Masters. “Seve me empujó desde arriba. Él es una de las razones por las que juego. Si no fuera por la Ryder del 97, mi padre y yo hablamos de eso todo el tiempo, no sé dónde estaría ahora”, explicó Rahm.

El viaje comenzó por casualidad. No había tradición de golf en la familia —un estudio genealógico señala al carpintero suizo George Rahm, abuelo del tatarabuelo de Jon, como el origen del apellido en el País Vasco—, y el joven Jon soñaba con ser futbolista del Athletic (su abuelo Sabin fue durante 33 años delegado del equipo). El padre, Edorta, jugaba al pádel con sus amigos. Y uno de ellos fue invitado por Repsol a la Ryder de 1997, la del capitán Seve. Volvió tan entusiasmado por el golf que convenció a sus colegas de cambiar la raqueta por la bolsa de palos. Así entró el deporte en casa de los Rahm. El club deportivo Martiartu, el club de golf Larrabea, a una hora en coche, la escuela de Eduardo Celles…

Aquel niño que empezó a imitar a su padre es hoy, a los 28 años, el mejor golfista del mundo, el gran líder europeo de la Ryder junto a Rory McIlroy, una bandera del circuito americano en sus cuitas con la Liga saudí y el dueño de una chaqueta verde. La ganó el día del aniversario de Seve, como guiado por una fuerza invisible que alentaba su bola. “En el Masters hay algo que se transmite a todos nosotros. Como español te crees que aquí hay algo especial, que es nuestro destino”, dijo Rahm, el heredero de Seve.

Clasificación del Masters de Augusta.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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