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Irlanda gana el Seis Naciones tras vencer a Inglaterra y celebra la gran noche de su rugby

El XV del Trébol vence a su ogro histórico y logra el cuarto pleno de victorias de su historia, el primero en Dublín

James Lowe, de Irlanda, celebra el triunfo de su selección este sábado ante Inglaterra.
James Lowe, de Irlanda, celebra el triunfo de su selección este sábado ante Inglaterra.Peter Morrison (AP)

A Irlanda le bastó su actuación más gris ante Inglaterra (29-16) para convertirse en el nuevo campeón del Seis Naciones y celebrar la mayor fiesta de su rugby. Los irlandeses, números uno del ranking mundial, se reivindican como superpotencia a medio año del Mundial de Francia. La selección gala, que defendía en esta edición el título del Seis Naciones, venció a Gales pero solo pudo ser segunda en el campeonato. Irlanda sometió sin brillo a una Inglaterra herida que jugó la segunda parte con uno menos. Los nervios de una tarde imprecisa no empañaron el cuarto Grand Slam –ganar todos los partidos del torneo– irlandés tras los de 1948, 2009 y 2018. Este, además, es especial: es el primero en Dublín y llega en pleno San Patricio ante el eterno rival.

Siete días después de encajar la peor derrota de su historia ante Francia (10-53), Inglaterra no tenía ningún tarro de las esencias, así que se fortificó en su zona de confort: evitar errores y que fuera Irlanda quien ganara el partido. Jugar con los nervios del favorito funcionó de salida ante un rival indisciplinado –cometió el triple de faltas que los ingleses en los primeros 20 minutos–, fallón en las patadas y precipitado en la finalización. El XV de la Rosa aprovechaba las infracciones y sumaba los seis primeros puntos de la tarde.

Sexton paró las revoluciones y estrenó el marcador local con una patada a palos para la historia que superaba los 557 puntos anotados por su compatriota Ronan O’Gara: el récord del torneo queda ahora en 566. Irlanda recuperó el equilibrio con su defensa, hermética en su última cortina: visualizar un ensayo inglés exigía imaginación, mérito de George, que lo logró con el encuentro ya perdido. Los verdes solo han concedido seis en cinco partidos; el siguiente mejor dato es el de Escocia, con 12. Son los orígenes de seleccionador, el inglés Andy Farrell, que logró la cima de su carrera ante su hijo Owen como número 10 rival. En los últimos 12 meses, su equipo ha vencido a sus vecinos del norte y a los tres grandes del sur: Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica.

Un título cimentado también en la polivalencia de su delantera, representada en Van der Flier, el mejor jugador del mundo de 2022. Cuando los irlandeses reciben el balón desde la banda, lo habitual es esperar un maul, la plataforma que arrasa defensas. Mientras Inglaterra se preparaba para empujar, el tercera sorprendió, salió raudo y asistió la internada libre de Sheehan. Un ensayo que ponía las cosas en su sitio al descanso (10-6).

Antes del paso por vestuarios, llegó la acción que desequilibró a ambos ejércitos. Freddie Steward se cruzó con el zaguero rival, Hugo Keenan, golpeándole con el brazo en la cabeza. El colegiado observó un grado alto de peligro y ninguna intención de mitigar el golpe: tarjeta roja. La inferioridad debió hundir a Inglaterra, pero salió peleona, aprovechando la renovada impaciencia irlandesa para acercarse a un punto a 20 minutos por jugar.

De nuevo fue la defensa la que allanó la tarea a los locales. Tras placar a Watson en su propia zona de marca, la delantera aprovechó la melé a cinco metros para el ensayo de Henshaw, materializando al fin la superioridad. Con todo cuesta abajo, Seehan posó por el flanco derecho su segunda marca y Sexton, a sus 37 años, pateó entre palos sus últimos puntos en un Seis Naciones, el torneo del que se despidió cojeando, como buen guerrero.

Francia cumplió en vano su parte para llevarse el torneo en el duelo que disputó dos horas antes en París ante Gales (41-28). Su superioridad ofensiva –Penaud repitió el doblete de Londres– permitió a los galos dominar con suficiencia a un rival inferior que termina penúltimo el torneo. Les valía cualquier derrota irlandesa, pero no llegó. Italia se llevó a su pesar la cuchara de madera –el castigo por perder todos los partidos– tras caer en Edimburgo ante Escocia (26-14).

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