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La pesadilla del PSG

El club que compró el emir de Qatar en 2011 tras un supuesto acuerdo con Sarkozy se estrella en la Champions después de culminar el proyecto más deficitario que existe

Messi
Messi conduce el balón ante Kimmich, Mussiala y De Ligt, el miércoles en Múnich.Andreas Schaad (AP)
Diego Torres

Kylian Mbappé, el futbolista mejor pagado del mundo, líder de la plantilla del PSG por origen, veteranía y talento, salió del Allianz Arena tocado con un gorro gris. Mientras saludaba amablemente a sus admiradores, respondió a la pregunta de un periodista: “¿Esto afectará a tu futuro en el PSG?”. Su respuesta fue tan abierta y líquida como la realidad de una institución que tras quedar eliminada de la Champions este miércoles por el Bayern (3-0), en octavos de final, se ha instalado en la incertidumbre: “No, yo estoy muy tranquilo. Ahora lo único que me importa es ganar la Ligue 1, y después ya veremos”.

“Ya veremos”, como mensaje estratégico, es lo único que parece seguro de una empresa que lleva invertidos 1.600 millones de euros en fichajes desde que la adquirió el fondo soberano de Qatar, en 2011, en la estela del acuerdo que supuestamente sellaron el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, y el jeque Tamim al-Thani, actual emir de Qatar. Así lo refirió Michel Platini a la fiscalía francesa de finanzas cuando lo investigó por fraude, en 2017. Según Le Monde, a finales de 2010, justo antes de que la FIFA eligiera la sede del Mundial de 2022, Sarkozy se comprometió a impulsar la candidatura de Qatar a cambio de que el país árabe invirtiera su dinero en Francia. En los meses siguientes a la elección de Qatar, los fondos soberanos qataríes compraron 50 aviones A350 de Airbus, una partida de jets de combate Rafale, un escuadrón de helicópteros Tiger y un sistema de misiles de defensa, además del PSG y los derechos de retransmisión de la Ligue 1.

“Construimos un equipo para ganar la Champions”, proclamó Nasser al-Khelaifi, el nuevo presidente del PSG. Encaramarse a lo más alto de la mayor de las montañas de las competiciones de clubes se convirtió en la divisa existencial del proyecto. Desde entonces, han transcurrido 12 temporadas y el club ha ganado nueve ligas francesas. Pero lo más cerca que estuvo de levantar la Copa de Europa fue cuando alcanzó la final en el contexto distópico de la pandemia, sin público, durante un mini-torneo de diez días en Portugal. El Bayern se quedó con aquella Champions.

Había más hinchas aclamando a los perdedores que a los ganadores en las puertas del Allianz Arena, cuando este miércoles iban saliendo del vestuario Ramos, Messi, Verratti y Mbappé. Para la afición planetaria son más populares que los Mané, Kimmich, Mussiala y De Ligt, héroes del Bayern. Los traspasos más caros de la historia hasta hoy —Neymar por 222 millones y Mbappé por 180— aseguraron al PSG la clase de prestigio que se relaciona con el poder más que con el fútbol. La contratación de Messi, que llegó libre en 2021, culminó la escalada. Esta vez, al menos, con más retornos. Las fuentes consultadas en el club de París advierten de que Messi es, con mucho, la estrella que más patrocinadores atrae. Estiman que gracias a los derechos de imagen asociados a Messi el PSG factura 135 millones de euros más por temporada. Esta es la razón principal que ha empujado a los jeques a ofrecerle una renovación al argentino, que acaba contrato el próximo junio y sigue sin anunciar públicamente si aceptará la prórroga o hará las maletas. Si es así, la derrota de Múnich pudo haber sido su última aparición en Champions.

Messi, igual que Mbappé y Neymar, parecen aletargados en París. Lo decía Unai Emery y lo reconoció Mauricio Pochettino, entrenadores durante cinco años en el Parque de los Príncipes: la Ligue 1 no entusiasma a las grandes figuras. Como no se motivan, tampoco se disciplinan para entrenar al máximo nivel de manera continuada. Disputar ocho partidos de Champions por temporada no es suficiente para adquirir ritmo competitivo. “En Múnich los jugadores hicieron un esfuerzo que pocas veces se ha visto en esta plantilla”, señalan desde el club. Tanto, que cuando entraron al vestuario en el descanso experimentaron las primeras agujetas y ya en la segunda parte no pudieron sostener la frecuencia de esfuerzos que les impusieron sus rivales, mejor acondicionados física y mentalmente en un régimen de disciplina y rendimiento que está muy por encima del de París.

Dicen en el entorno del PSG que el emir de Qatar no durmió en la noche del miércoles. El resultado global de la eliminatoria ante el Bayern (3-0) proyecta una realidad sangrante para los administradores del club con el balance de ingresos y gastos en fichajes más deficitario de la última década, tras el Manchester United, maquinaria de facturar por excelencia de la industria del fútbol. Según la web Transfermarkt, desde que los qataríes se hicieron con la propiedad, la diferencia entre ventas y compras de jugadores del PSG ofrece un saldo negativo de 1.100 millones de euros; más del doble que el Bayern, que goza del respaldo del empresariado más sólido de Alemania y exhibe un saldo negativo de 450 millones.

Giro a la Premier

“¡Despídeme!”, fue la respuesta que le dio Neymar a uno de sus entrenadores en el PSG, cuando le advirtió de que debía corregir su sobrepeso. Honrado y trabajador como pocos cuando pisa la hierba, el brasileño hizo de la vida nocturna en Francia una rutina corrosiva para su cuerpo. Cuando Mbappé renovó su contrato en 2022, condicionó su consentimiento a que Al-Khelaifi tomara medidas que promovieran “el profesionalismo” y la “organización”, según eufemismos empleados en sus declaraciones públicas. El PSG sondeó el mercado en busca de destinos para el brasileño, pero solo el Newcastle se ofreció a pagarle los 40 millones netos que le aseguran en Qatar hasta 2025 por todos los conceptos. La contratación de Luis Campos como director deportivo —petición expresa de Mbappé— fue la gran consecuencia de la intentona rigorista. Campos acabó enfrentándose a Neymar en discusiones inflamadas. La sensación de desgobierno gravita sobre una institución cuyos empleados ahora se temen lo peor. El primero Mbappé, que tiene 24 años y ha firmado un contrato hasta 2025 con una cláusula liberatoria en 2024. Por si acaso.

Mbappé es, hoy por hoy, la autoridad más visible del club. Los qataríes quieren echar a Christope Galtier sin demora. Pero el técnico seguirá en el cargo a menos que Mbappé y Campos —su valedor— dejen de respaldarle. Respecto al emir de Qatar, es demasiado orgulloso para abandonar. Desde el PSG aseguran que los compromisos que supuestamente alcanzaron Al-Thani y Sarkozy siguen vigentes. Pero estas mismas fuentes, próximas a los propietarios, indican que los jeques estudian reducir el volumen de gastos si ponen un pie en la Premier.

El 17 de febrero el fondo soberano de Qatar anunció que pujará para comprar el Manchester United, propiedad de la familia Glazer. Los abogados de las dos partes coinciden en lo fundamental, a la espera de que la UEFA autorice una operación plagada de conflictos de intereses. Qatar ofrece 4.500 millones de euros y los Glazer esperan sacar 1.500 más, casi el doble de lo que estiman que vale realmente el United.

La eliminación de la Champions, la más estrepitosa que ha sufrido el PSG de la nueva era, puede acelerar la mudanza. Amortizada su aventura francesa, Tamim al-Thani sueña con comprar la mayor perla del collar de la Premier.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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