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Gary Lineker enciende a los diputados conservadores británicos con sus críticas a la nueva ley de inmigración

La BBC se compromete a llamar al orden al ex jugador y presentador, que comparó el lenguaje de la ministra del Interior hacia los inmigrantes con el de la Alemania de los años treinta

Gary Lineker
Gary Lineker, durante un partido en Inglaterra.OWEN HUMPHREYS (Reuters)
Rafa de Miguel

Gary Lineker, como se encarga de recordar Wikipedia, es uno de los pocos jugadores de fútbol que nunca recibió una tarjeta amarilla. Al menos en el campo. En su posterior vida como presentador televisivo ya le han presentado varias. La dirección de la BBC ha vuelto a prometer que llamará al orden al conductor del popular programa deportivo Match of the Day (El Partido del Día), después de que Lineker lograra desatar la ira de los diputados conservadores con su comentario en Twitter sobre el nuevo proyecto de ley de inmigración del Gobierno de Rishi Sunak. “Por Dios, esto es algo más que espantoso”, se había limitado a escribir en un retuit al vídeo publicado por el Ministerio del Interior, en el que la titular, Suella Braverman, repetía el mensaje que las terminales de Downing Street lanzan estos días para vender las bondades de un texto legal bautizado como Ley de Inmigración Ilegal (el Ejecutivo británico prefiere definir como “inmigrantes ilegales”, en vez de “irregulares” como recomienda la ONU, a los que llegan en patera a las costas inglesas): “Si vienes aquí de un modo ilegal, no podrás quedarte. Serás detenido y deportado a tu país de origen, si es seguro, o a un tercer país seguro como Ruanda”, promete Braverman. “Ya basta. Debemos poner freno a la llegada de embarcaciones”, proclama.

Acostumbrado a dar la batalla en Twitter, Lineker se expandía en su denuncia después de que algunos usuarios cuestionaran la irritación que había expresado: “No es cierto que la cifra de llegadas sea enorme [en 2022, fueron interceptados 46.000 inmigrantes en el canal de la Mancha]. Acogemos muchos menos refugiados que la mayoría de los países europeos. Esta [el nuevo proyecto de ley] es simplemente una medida política increíblemente cruel que va dirigida contra las personas más vulnerables, en un lenguaje que no difiere mucho del que se usaban en la Alemania de los años treinta. ¿Y soy yo el que me he salido de tono?”, se ha defendido el ex jugador.

Una ola de diputados y de columnistas conservadores se ha lanzado contra sus comentarios, y muchos de ellos han regresado a los argumentos tradicionales contra la leyenda del fútbol británico e internacional: recuerdan su patrimonio multimillonario, le acusa de pertenecer a una “izquierda caviar” (champagne labour, en la jerga británica, o laborismo de champán), y le recomiendan, con un tono que resulta objetivamente tan condescendiente como el que ellos denuncian de Lineker, “que se atenga a hablar de fútbol”. “Otro ejemplo de lo alejados que están de la ciudadanía estas estrellas que cobran en exceso. En vez de dar lecciones, el Sr. Lineker debería limitarse a leer los resultados de los partidos y a promocionar patatas fritas”, ha escrito en Facebook Lee Anderson, el vicepresidente del Partido Conservador. El contrato promocional de Lineker con la marca de aperitivos Walker fue utilizada por una derecha política y mediática que le tenía ganas desde hacía tiempo para acusarle de promover hábitos alimenticios que favorecían la obesidad.

La propia ministra Braverman se ha sumado a las críticas, y ha calificado la comparación de Lineker con la Alemania nazi de “inapropiada” y “decepcionante”. “Creo que estamos del lado de la gente. Todo el mundo puede ver claramente que los británicos ya están hartos de una situación en la que miles de personas llegan hasta aquí ilegalmente, con un enorme coste para el contribuyente y socavando nuestras leyes y la generosidad británica. Hay que poner freno a esto”, ha dicho Braverman a la BBC.

La corporación pública británica tiene pautas de comportamiento muy estrictas respecto al uso que sus periodistas pueden hacer de las redes sociales, pero el caso de Lineker, un colaborador que no trabaja en la redacción informativa, es más difícil de gestionar. “Ya he hablado en varias ocasiones con Gary, y ha escrito miles de tuits. Es una conversación constante, en la que tratamos de definir dónde está el límite, y creo que él ha entendido cuáles son nuestras recomendaciones”, explicaba recientemente Tim Davie a la comisión parlamentaria de Cultura y Asuntos Digitales. La BBC se ha comprometido a volver a dar un toque de atención al ex futbolista.

El máximo goleador del Mundial de México 86, y uno de los mejores delanteros del mundo durante sus años en activo, Lineker definió al Huffington Post su posicionamiento político como más bien moderado: “Corro más hacia la banda izquierda que hacia la derecha, pero nunca me he sentido cómodo en los extremos”, decía. Cuando en la temporada 1988/89, el entrenador del F.C. Barcelona, Johan Cruyff, decidió utilizar al futbolista inglés como extremo izquierdo disminuyó considerablemente su marca goleadora.

Muy activo en la batalla contra el Brexit —fue a partir de ese momento cuando se granjeó la enemistad de políticos conservadores relevantes—, no tuvo pelos en la lengua a la hora de criticar al entonces líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, por su ambigüedad y doble juego a la hora de defender la permanencia del Reino Unido en la UE.

Lineker no está solo en sus críticas hacia una política de inmigración de los gobiernos conservadores que ha recibido los ataques de numerosas organizaciones no gubernamentales, de la Iglesia de Inglaterra y hasta del rey Carlos III, cuando todavía era príncipe de Gales. “Nunca en mi vida había recibido tanto apoyo y cariño como el que estoy recibiendo esta mañana (aparte de cuando marqué los goles para Inglaterra en el Mundial, posiblemente)”, ha escrito el ex jugador en Twitter este miércoles. “Quiero daros las gracias a cada uno de vosotros. Significa mucho vuestro apoyo. Seguiré intentando hablar por aquellas pobres almas que no tienen voz. Gracias a todos”.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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