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Husillos, Llopis y Jordan Díaz, trío de estrellas en los campeonatos de España de atletismo en pista cubierta

Récord de España para los tres deportistas en una mañana en la que el atletismo español envía grandes señales de cara a los Europeos de Estambul

Campeonato de España de atletismo en pista cubierta
Llopis, en la final.SERGIO PÉREZ (EFE)
Carlos Arribas

Estrellas de la mañana por orden de aparición en la escena del pabellón de Gallur, en Madrid, la pista de los récords mundiales y también españoles:

Óscar Husillos, de 29 años, 45,58s, 400m. Récord de España. Segunda mejor marca europea del año tras los 45,31s del plusmarquista mundial de vallas, Karsten Warholm. La segunda juventud, dice él, irónico, del expreso de Astudillo, el velocista que hace cinco años, en el Mundial de Birmingham en pista cubierta, fue capaz de bajar de 45s en una final de la que fue descalificado por una mala pisada después de haber sido proclamado campeón. Dentro de dos semanas le espera el Europeo de Estambul, la búsqueda de un segundo título continental tras el triunfo de 2021 y el segundo puesto de 2019. “En dos semanas haré lo que haga falta”, dice el atleta palentino, que no quiere manifestar si se encuentra tan bien o mejor que en Birmingham, pero felicísimo porque cuando visita en Viveiro a su amigo Adrián Ben, el finalista olímpico de 800m, la gente le pregunta si tiene la misma edad. “Y tengo cuatro años más… Así que eso llevo. Sólo sé que todo lo tiene muy bien planificado mi entrenador, Luis Ángel Caballero, y que ni doblo sesiones ni nada”. Y cuando Jorge González Amo, apóstol y misionero del medio fondo, la aristocracia del atletismo, sin duda, le pregunta cuándo se pasará al 800m, a una prueba con toque de campana, Husillos le responde que cuando pierda velocidad se retirará. “No voy a pasar de súper a diésel”, bromea.

Husillos, al terminar su 400m.
Husillos, al terminar su 400m.SERGIO PÉREZ (EFE)

Jordan Díaz, de 21 años, 17,59m, triple salto. Récord de España. Mejor marca mundial del año. La anterior, 17,49m, también era suya, la saltó el 11 de febrero el prodigioso saltador de origen cubano que hasta 2024 no podrá competir internacionalmente como español. Lo consigue en un concurso sin rivales y con media carrera, de solo 12 pasos (y no los 18 o 20 de los grandes días), lo que se traduce en que la velocidad de entrada en la tabla (9,90 metros por segundo) se va diluyendo y apenas empuja en el tercer bote, el salto final. Díaz, con Iván Pedroso, su entrenador y cuidador en la banda dirigiéndolo, actuó prácticamente en solitario y con cuentagotas “No hay que forzar”, dice Pedroso. “Se resiente tras cada salto”. Saltó cinco veces. Hizo dos nulos larguísimos y tres saltos válidos, los tres, 17,50m, 17,58 y 17,59m, habrían sido los mejores mundiales de año. Tal es el valor, la capacidad técnica y el talento del atleta de La Habana que llegó a Guadalajara el verano de 2021, donde se integró en el grupo de Iván Pedroso en el que la estrella es aún Yulimar Rojas, campeona olímpica y plusmarquista mundial.

Enrique Llopis, de 23 años, 7,48s, 60m con vallas. Mejor marca europea del año, y tercera mundial (la mejor, 7,38s del plusmarquista mundial Grant Holloway). Y récord nacional igualado con Orlando Ortega, el subcampeón olímpico de Río de Janeiro que este año no ha competido en pista cubierta. Su plusmarca, cualquier cosa menos inesperada para su entrenador, Toni Puig, le devuelve al centro de las esperanzas españolas en un vaivén incansable con su compañero de generación, y amigo, Asier Martínez, el vallista navarro que al aire libre, en los 110 metros, es finalista olímpico, medallista mundial y campeón de Europa. “Así son las vallas”, dice Llopis, de Gandía. “Tocas una y te vas de la carrera. Le deseo muchísimo ánimo a Asier porque es un gran competidor”. De entrada, Llopis, más grande, más corpulento, más pierna, aún no tan definido muscularmente, más propenso a lesiones, destacó por su precocidad y a los 19 años debutó en el Europeo de Glasgow en pista cubierta. Después Asier Martínez dio antes el salto de calidad. Ahora, al menos, le ha igualado Llopis, quien tendrá la oportunidad de Estambul para obtener su primer oro europeo. “Prefiero no pensar en lo que me espera en Estambul. Solo quiero salir como aquí, a disfrutarlo. Así es como mejor rindo, sin meterme presión. Disfrutando sale todo”, dice el vallista valenciano. “Igualar algo de Orlando Ortega me parecía algo que estaba lejísimos. Estaba entrenando muy bien, pero me ha salido la carrera de mi vida”.

“Por los entrenamientos que ha hecho, por los datos que tenemos de sus pasos de valla, por todo, sabíamos que estaba para 7,50s o menos”, explica Puig, quizás el hombre más feliz si no del mundo, que quizás también, al menos en Gallur. El técnico valenciano estaba que no cabía en su cuerpo no solo por su vallista sino también por su trabajo como responsable del relevo 4 x 400 después de la final del 400m, en la que tras los 45,58s de Husillos, otro atleta, el asturiano Iñaki Cañal, de 25 años, bajó por primera vez de los 46s (45,89s) y el manchego de Villarrobledo Manuel Guijarro se acercó hasta casi quemarse (46,07s), los tres por delante de Lucas Búa y de las dos grandes promesas que ya asustan por su desparpajo y su calidad, el extremeño David García Zurita, finalista a los 17 años, y el vizcaíno de Sopela Markel Fernández, de 20. En Estambul pelearán por el oro en el relevo después de la plata de 2019 en Glasgow.

Si viernes y sábado, Gallur fue el reino de las extraordinarias proezas del mediofondista Adel Mechaal, campeón de 3.000m después de dos carreras contrarreloj por debajo de 7m 50s, la mañana del domingo fue también la de la gran final de 800m, la de la extraordinaria generosidad del campeón mundial en pista cubierta y europeo al aire libre Mariano García, y la de la cierta resurrección atlética de Saúl Ordóñez y Javier Mirón. Antes de empezar la prueba, ya delante del bloque de salida, el atleta de Cuevas de Reyllo que ganó hace dos semanas los 800m de Boston (1m 45,26s, mejor marca mundial del año entonces), reparte agua a Mirón y Ordóñez, que beben de la botella con la que él se moja brazos y cuello, como en verano, y también bebe. Después, decide correr como le gusta, front runner, a velocidad tremenda (24,51s los 200m; 50,53s, los 400m; 1m 17,62s, los 600m y el toque de la campana, y detrás de él, como con lazo, Ordóñez, el subcampeón mundial de Birmingham 2018 y plusmarquista nacional al aire libre, que supera su crisis personal de los 28 años cortándose el pelo con sienes degradé y cambiando de entrenador. Deja a Uriel Reguero, su técnico de toda la vida en Valladolid (y también el técnico de Lorea Ibarzabal, campeona del 800m, y Marta García, subcampeona del 3.000m y del 1.500m) para entrenar con el alicantino Llorenç Solbes, con quien pasa el invierno en Doha, en Qatar. Y sigue y apremia a Mariano García en la curva, y le aprieta en la recta final en sprint agónico que gana lanzándose hacia adelante hasta caer sobre la línea. Gracias a eso, gana con 1m 45,88s, su mejor marca de siempre en pista cubierta, y detrás de él llega Mirón, el talento de Ibi que hace un año estaba lesionado y sin ayudas federativas en su pueblo. Termina tercero, con 1m 45,98s. Mínima para el Europeo de Estambul.

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Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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