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El PSG es un polvorín

El director deportivo Luis Campos baja del palco a pie de césped a dar órdenes a los jugadores durante el partido que Mbappé y Messi acaban remontando ante el Lille a pesar de una nueva lesión de Neymar

PSG
Christophe Galtier, el entrenador, y Luis Campos, el director deportivo del PSG, charlan antes del partido contra el Lille este domingo.FRANCK FIFE (AFP)

Con el director deportivo a pie de césped braceando y dando gritos sacó adelante el París Saint-Germain su partido contra el Lille. Lo logró con dos goles en los cinco últimos minutos que evitaron una derrota que apuntaba a explosión. Pero el polvorín sigue ahí y puede que no siempre la mecha se apague por el camino.

El PSG había perdido sus tres últimos partidos. El primero le dejó fuera de la Copa, el segundo acortó distancias hasta cinco puntos respecto a sus perseguidores en la Liga, el tercero le situó en desventaja en la eliminatoria de Champions contra el Bayern. Después de ese fiasco Kylian Mbappé, que forzó su recuperación de una lesión muscular para jugar media hora ante el cuadro bávaro, dio la cara en público para arengar a equipo y afición antes de dejar un mensaje a sus compañeros: “Ahora a recuperar, comer bien y dormir bien”, recomendó. Horas después, uno de los toiss de Neymar publicó en Instagram una imagen del delantero brasileño en una timba de póker trufada con hamburguesas.

La tensión crece en París y en el Parque de los Príncipes, donde el PSG solventó en el último minuto (4-3) un partido demencial ante el Lille. Un libre directo de Messi que dio en el poste y se fue a la red se convirtió en una inmensa manta bajo la que el adinerado equipo de propiedad catarí tapa, por ahora, sus miserias.

El entrenador Christophe Galtier definió lo ocurrido como “un ascensor de emociones”. El gol de Messi le disparó hacia una piña con sus jugadores sobre el césped. Para entonces ya hacía media hora que tenía al lado del banquillo al director deportivo Luis Campos. El gurú luso de los despachos futbolísticos se había subido a otro ascensor para bajar del palco a pie de césped en una decisión inaudita que evidenció el estado de estrés en el que se sume la entidad. Campos, que también ejerce como director deportivo en el Celta, siente que su posición en el PSG es cada vez más precaria, contestada por los pesos pesados del equipo, que le reprochan sus decisiones en el mercado de fichajes. La posición de Galtier, obviamente, no es mucho más sólida. Que tras el partido refiriese que siente la confianza de Campos tampoco la mejora.

Todo pareció saltar por los aires después de que en apenas diez minutos, mediada la segunda parte, el Lille remontase un partido en el que el PSG anotó dos goles de inicio por mediación de Neymar y Mbappé. Por segunda vez desde el Mundial se alineaban ambos juntos con Messi en un once inicial de Galtier. El trío de astros no acabó el partido porque, al poco de regresar del descanso, el brasileño se dobló el tobillo derecho y se marchó en camilla entre lágrimas. Casi de inmediato el partido pasó del 2-1 al 2-3 entre el estupor generalizado.

El portugués Luis Campos ejerce en Vigo como director deportivo “externo”, pero en París se ve que es interno. En la jornada anterior de Liga ya había irrumpido en el vestuario del equipo durante el descanso del duelo contra el Mónaco. Esta vez se situó unos pasos detrás de Galtier y se le vio discutir con el cuarto árbitro e impartir órdenes a gritos a los jugadores. A Campos se le tenía por un hombre discreto y de modales comedidos. Su lejanía respecto a los focos le infiere un aire que le ayuda a presentarse como un sabio preceptor. Hace diez años dio el salto a la dirección deportiva en el Mónaco y pasó por Lille y Galatasaray antes de hacer la pirueta -”hace años que lo hago, es mi forma de estar en el fútbol”, asegura- de facturarle a dos clubs a la vez. Tiene también un pasado como entrenador. Entre 1993 y 2005 dirigió en su país a Leiria, Esposende, Desportivo Aves, Leça, Penafiel, Gil Vicente, Vitoria de Setubal, Varzim y Beira-Mar. Este domingo bajó a la arena en el Parque de los Príncipes para dar órdenes a la plantilla más cara de la historia. “No es una injerencia”, defendió el entrenador Galtier. “Luis es un apasionado de la victoria. Estaba enfadado, pero no se metió en mi trabajo. Él forma parte de la dirección técnica, pero no me plantea problemas que esté en la zona de banquillos porque no hay una intervención técnico-táctica por su parte. Solo es pasión”, apuntó.

Con pasión, pero sobre todo con Mbappé y Messi, el PSG se lanzó a un todo o nada en los últimos minutos. Se desnudó atrás para buscar un triunfo que se antojaba esencial para que todo el mundo mantuviese sus puestos de trabajo. A dos minutos del noventa, una aparición de Bernat por la izquierda terminó con un pase atrás que Mbappé pasaportó a la red. Y ya sobre la hora Messi, que había pasado de puntillas por el partido, forzó la falta de la que nació el gol de la victoria. “Un alivio, oxígeno”, confesó Galtier mientras todos trataban de recomponerse del caos vivido. Pero nada se detiene en el frenopático parisino: una visita a Marsella y un duelo en casa contra el Nantes serán el preludio del partido de vuelta en Múnich. Todo sigue en duda.

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