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Enríquez Negreira, el árbitro que vendió informes al Barça: ¿corrupto o vendehúmos?

Excolegiados coinciden en que el entonces vicepresidente del comité arbitral no tenía peso para influenciar en las actuaciones de sus colegas

Ladislao J. Moñino
Enríquez Negreira, con el balón en la mano, durante un Real Madrid-Atlético en 1990.
Enríquez Negreira, con el balón en la mano, durante un Real Madrid-Atlético en 1990.EFE

Los adjetivos peyorativos, motes asociados a populares buscavidas y la seguridad de que nunca tuvo peso como vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA) para influenciar en los arbitrajes son lugares comunes cuando sus excolegas de profesión describen a Enríquez Negreira. Los siete millones de euros que su empresa recibió del Fútbol Club Barcelona por supuestos asesoramientos verbales en materia arbitral han causado tanta indignación como perplejidad en el mundillo de los trencillas.

“Estoy sorprendido y avergonzado de que alguien utilice al estamento arbitral para vender humo. Negreira no pintaba nada, no estaba en las designaciones arbitrales, es como un pequeño Nicolás. Ha vendido humo y alguien se lo ha comprado”, afirma enrabietado el excolegiado y miembro del comité arbitral de designaciones Antonio Jesús López Nieto.

“Es un jeta, sin tener un papel relevante en el arbitraje se ha aprovechado de su situación. Yo le veía como uno de esos perfiles que están en la federación para viajar y chupar del bote”, rememora un exempleado federativo. “No habla nunca y cuando lo hace solo se le conocen tres palabras: Mercedes... Chivas... y Davidoff”, llegó a decir el histórico periodista radiofónico y de televisión Alfonso Azuara, recientemente fallecido, sobre Negreira.

La reputación del hombre se debate entre la oscuridad de haberse enfangado supuestamente en la corrupción deportiva o la de haber sido protagonista de un episodio de picaresca salpicado por el grave conflicto de intereses y ético que supone que, siendo miembro del CTA, su empresa facturara servicios al Barcelona. La investigación de la Fiscalía deberá aclarar si Negreira ejerció como un manipulador de voluntades arbitrales o como un supuesto estafador que le hizo creer a todas las directivas del club azulgrana desde 2001 hasta 2018 que su ascendencia sobre los árbitros les garantizaba, tal y como afirmó a la Agencia Tributaria, que “no se tomaban decisiones en su contra” durante los partidos y de que el Barcelona recibía un trato “neutral”.

”Esto es la incompetencia de un club queriendo controlar lo que no se puede. No hay por dónde cogerlo. Es la ignorancia del Barcelona creyendo que podía controlar el arbitraje a través de Enríquez Negreira. Es no tener ni idea de cómo funciona el arbitraje”, incide el excolegiado y comentarista de la Cadena SER Iturralde González.

“Iba a las concentraciones de los árbitros que hacíamos en Santander: una antes de empezar la temporada y otra a mitad de curso; y no hablaba. Solo nos comentaba en la habitación de hotel en qué grupo estábamos, si en el primero, el segundo o el tercero, según las calificaciones que nos ponían. Y luego era el que llamaba para decir si ascendías o descendías de categoría, nada más”, abunda Iturralde. “A mí nadie me ha ido a recoger en un coche al hotel en Barcelona para llevarme al Camp Nou. Ni a mí ni a otros compañeros a los que les he preguntado. Ni su hijo, que hacía coaching con nosotros, me dijo nunca nada de cómo debí arbitrar”, aclara Iturralde.

Tello (Betis) levanta Antonio Álvarez ante la presencia de Enríquez Negreira en el Sevilla - Betis (1-1) de la temporada 1981/82.
Enríquez Negreira, a la izquierda, en un Sevilla-Betis en 1981.SEVILLA FC

Para José Luis Paradas Romero, que abandonó el arbitraje a los 40 años tras decirle en privado al expresidente federativo, Ángel María Villar, y al expresidente del CTA Victoriano Sánchez Arminio que era una “organización corrupta”, tampoco Negreira tenía capacidad alguna para influenciar a los árbitros. “Para mí es un tema particular que no tiene nada que ver con los árbitros. A mí nadie me ha dado instrucciones para que arbitrara a favor o en contra de nadie. Será Enríquez Negreira el que tendrá que aclarar qué ha hecho con el Barcelona”, advierte Paradas.

“Lo de Negreira está mal, pero también hace mal el que se lo compra. Esto es un tema de corrupción, en la que la otra parte también participa”, abunda López Nieto, que también recuerda que entre los árbitros causaba cierto estupor que Javier Enríquez asistiera a las concentraciones de árbitros como coach. “Ya se comentaba que aquello era un tanto escandaloso, pero en las federaciones deportivas nacionales y territoriales el nepotismo es muy grande”. Antes de ejercer como coach, Javier Enríquez ya trabajaba como analista para el cuerpo técnico de la selección que encabezaba Luis Aragonés.

“Yo creo que en cuanto al tema arbitral esto quedará en nada, será algo entre el Barcelona y Enríquez Negreira. Para mí, es bienvenida esta investigación. Ya que han abierto el melón, que, por favor, se llegue hasta el fondo y que se sepa lo que ha pasado con esos informes y para qué servían”, concluye Iturralde González.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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