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Resultadista Barça

Los azulgrana se remiten a unos números que refuerzan su liderato en la Liga mientras se discute sobre su juego irregular y la falta de gol sin Lewandowski

Liga Santander
Pedri y Griezmann durante el partido entre el Atlético de Madrid y el Barcelona, en el Metropolitano este domingo.Rodrigo Jimenez (EFE)
Ramon Besa

La necesidad ha convertido al Barcelona en un equipo resultadista en la Liga después de ser eliminado por segunda vez consecutiva de la Champions. “Sin jugar del todo bien también se puede ganar; eso es el fútbol”, argumentó Xavi después del 0-1 contra el Atlético de Madrid. La sufrida victoria azulgrana en el Metropolitano remitió a las logradas ante Osasuna (1-2) y Valencia (0-1) —se podría añadir también la alcanzada antes en Mallorca (0-1)— después del desconcertante derbi de fin de año (1-1). “Estuvimos muy bien con el Espanyol y perdimos dos puntos”, precisó el técnico del Barça.

Los futbolistas saben que su calendario de fiestas está condicionado por el marcador y el plantel fue convocado a entrenar por Año Nuevo después del empate del día anterior ante el equipo blanquiazul de Diego Martínez. La desidia que advirtió entonces el público del Camp Nou contrastó con el deseo contrastado en los desplazamientos a Madrid, Pamplona y Valencia. El foco estaba puesto el domingo en la respuesta del Barça después de la derrota del Madrid en Villarreal y los azulgrana ganaron en el Metropolitano y reforzaron tanto su autoestima como su liderato en la Liga.

Los números avalan al Barcelona: suma 41 puntos de 48, tres más que el Real Madrid; solo ha perdido un partido sobre 16, precisamente el disputado en el Bernabéu por 3-1; en 12 de los 16 partidos ha dejado su portería a cero; es el equipo menos batido de las grandes Ligas con seis tantos; y es el segundo más goleador por detrás del Madrid: 35 a 36. La estadística expresa una solvencia defensiva en la Liga que no se corresponde con la de la Copa —encajó tres tantos ante el Intercity— ni con las seis jornadas de la Champions: 12.

La comparativa obliga por tanto a no sacar conclusiones sobre la fiabilidad azulgrana y más si se tiene en cuenta las ocasiones concedidas en los distintos encuentros, tres de claras frente al Atlético, la última resuelta sobre la línea de gol por Araujo. La recuperación del central uruguayo, que se perdió por lesión la Copa del Mundo, se considera decisiva para asentar una zaga que cuenta también con una participación notable de Christensen así como de Koundé. El punto débil continúa en los laterales, especialmente en el derecho, zona descubierta desde la partida de Dani Alves.

Igualmente destacables han sido hasta el momento las paradas de Ter Stegen, que ha recuperado su mejor versión, y los 12 goles del pichichi Lewandowski. El delantero centro ha sido tan regular como estériles han resultado la mayoría de sus acompañantes si se tiene en cuenta que el segundo anotador con cinco tantos es Dembélé. Ferran Torres parece desquiciado (2 goles), Raphinha no ve portería (2), Memphis apenas interviene (1) y todavía no se sabe muy bien qué esperar de Ansu Fati (3), titular ante el Atlético por la sanción de Lewandowski.

El rol de De Jong

Hay dudas sobre algunos futbolistas y también se discute sobre la organización del juego porque no está claro el rol de un jugador como Frenkie de Jong. El neerlandés no para de entrar y salir del equipo, de dar vueltas sobre el campo, sin que se sepa si es un volante o puede sustituir como medio centro a Busquets. Tampoco se ha resuelto el futuro del capitán cuyo contrato acaba el 30 de junio. A Xavi, de todas maneras, le gusta Busquets. La indefinición no ayuda a un equipo que por el contrario ha encontrado a dos interiores solventes como Pedri y Gavi.

El juego se procesa a partir de Pedri, desequilibrante en el gol del Metropolitano, mientras que la competitividad está garantizada con Gavi. Ante la discusión de si al equipo le falta gol o fútbol, o si antepone el resultado al juego cuando en el Camp Nou siempre se ha presumido de que la victoria solo se alcanza desde el buen trato a la pelota, la réplica del vestuario es unánime: “Se trata de ser competitivos en cada partido” para asegurar puntos y poner mientras las bases del juego que pretende Xavi.

Actúa el Barça con la presión de saber que el equipo aguanta al club y por tanto la atención se concentra en la cancha: la afición ha vuelto al Camp Nou —la media de asistencia se acerca a los 80.000 espectadores—. La Liga no solo es el objetivo sino una prioridad después de una temporada en blanco —el último título fue el de la temporada 2018-2019—. No hay transición que valga si se recuerda las últimas intervenciones del entrenador y del presidente Laporta.

“Hay que afrontar cada partido como si fuera una final”, coinciden en la ciudad deportiva Joan Gamper. El reto exige jugar con la humildad de un equipo pequeño y resolver cada cita como acostumbran a hacer los grandes, insisten en el Barça. El fútbol del equipo, sin embargo, es discontinuo, a ratos bueno y malo en determinados momentos, tanto en la Liga como en la Copa. Los azulgrana no han completado un buen partido a causa de su irregularidad, faltos de solidez y empaque, excesivamente expuestos y erráticos cuando el rival les ataca, como se constató ante el Atlético.

El margen de error es mínimo y, además, el técnico es consciente de que el margen de mejora depende de los jugadores que ya tiene, puesto que el límite del fair-play le impide fichar en el mercado de invierno y también en el de verano después de invertir 200 millones durante 2022 y vender activos por 700 millones con las palancas de Laporta. Hay que cuadrar las cuentas en las oficinas y en el campo y, de momento, los números son buenos en la Liga. No ganar significa la ruina en el Camp Nou.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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