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Nadal sigue reñido con la victoria

El español pierde su segundo partido seguido en la United Cup, contra De Miñaur: 3-6, 6-1 y 7-5, tras 2h 42m. “Necesito mejorar, pero días como estos ayudan”, dice

Nadal se seca el rostro durante el partido contra De Miñaur en Sídney.
Nadal se seca el rostro durante el partido contra De Miñaur en Sídney.DAVID GRAY (AFP)
Alejandro Ciriza

Rafael Nadal desfila por el pasillo del vestuario de Sídney contrariado, mientras su fisio Rafael Maymò y el preparador que le asesora estos días, Marc López, guardan silencio. Son dos derrotas en los dos partidos que ha disputado en la apertura de esta nueva temporada; el sábado le superó en su estreno en la United Cup el británico Cameron Norrie, que en los cuatro precedentes no había conseguido hincarle el diente, y esta vez es Alex de Miñaur –sin recompensa en los tres careos previos– el que consigue sacar tajada de la falta de ritmo de ritmo del mallorquín, al que le escuece no tanto la derrota (3-6, 6-1 y 7-5, tras 2h 42m) como el hecho de haber dejado pasar varios trenes que normalmente coge y, sobre todo, ese feo final, en el que ha cedido dos juegos consecutivos en blanco y 10 puntos seguidos.

Si se simplifica a lo que dice el electrónico de los dos primeros compromisos, se puede interpretar que la situación del campeón de 22 grandes es preocupante de cara al verdadero objetivo del presente, que no es otro que el Open de Australia que comienza el día 16; si, por el contrario, el análisis se hace expansivo y recoge el discurso del protagonista, el balear transcurre por el camino lógico de alguien que durante el último medio año apenas ha podido competir, o bien lo ha hecho a marchas forzadas. De julio aquí, Nadal ha jugado 11 partidos y se ha repuesto de dos roturas abdominales, de modo que su deseo prioritario es obtener kilometraje porque entonces, dice, ofrecerá la fiabilidad habitual. El problema, como casi siempre, es el tiempo. En dos semanas exactas, ya no valdrá ensayo alguno. Se avecina el fuego real.

“Bueno, son casi seis horas en pista [entre estos dos partidos preparatorios] y necesito batallas como esta. Días como estos ayudan aunque, por supuesto, con victorias el proceso es más rápido. Necesito seguir luchando”, expone ante los periodistas el número dos del mundo, que por momentos ha ofrecido fases brillantes de juego y por otros ha sido incapaz de desbordar a De Miñaur, un tenista que es todo piernas y velocidad, generalmente más cómodo en la fase defensiva que la ofensiva. Es decir, al español todavía le faltan por subir varios peldaños para alcanzar el nivel necesario de cara a Melbourne, allá donde hace menos de un año dejó a todo el mundo boquiabierto con aquella traca final frente al ruso Daniil Medvedev.

En realidad, este lunes la secuencia es relativamente similar a la sucedida dos días antes contra Norrie. El inicio del balear es prometedor, pero luego cede cuando la situación se endurece y acaban remontándole. De entrada, la incisión del revés y las direcciones con el drive prometen, pero llegados los momentos decisivos del segundo y el tercer parcial, no atina. “He empezado con un break [en el segundo] y he tenido oportunidades para ganar casi todos los juegos hasta el 5-1 o el 6-1, incluso, y al final he perdido seis juegos seguidos. Eso no puede pasar”, reconstruye; “después he tenido más oportunidades, pero también he cometido errores. Eso es todo, necesito seguir luchando y encontrando ritmo. Tengo dos semanas y no puedo decir que la situación sea la ideal, pero al mismo tiempo, tampoco puedo decir que sea muy negativa”.

“No siento que esté tan lejos”

Valora Nadal que estos dos primeros partidos suman más que restan, y que el nivel “no ha sido tan malo” ni está “demasiado alarmado”. Rebobina el de Manacor (36 años) y recuerda lo que sucedió hace menos de un año en Australia, adonde llegó en un estado muy precario y donde firmó uno de sus triunfos más espectaculares y emotivos. Ahora, como entonces, en la fase preparatoria dejó un par de resbalones en Abu Dhabi. “Pero nunca sabes qué puede pasar”, expone. “Porque entonces parecía imposible imaginar lo que sucedió después”, se agarra. “He tenido mis oportunidades contra dos grandes jugadores [Norrie es el 14º de la ATP y de Miñaur el 24º], pero no he sido capaz de convertirlas. Eso me dice que tengo un amplio margen de mejora, y realmente creo que puedo hacerlo”, prosigue.

De Miñaur, durante el partido contra Nadal.
De Miñaur, durante el partido contra Nadal.DAVID GRAY (AFP)

Su plan inmediato pasa por desplazarse lo antes posible a Melbourne, sede del Open, y seguir engrasándose con optimismo. En el caso de que no modifique la hoja de ruta prevista –la exhibición del Kooyong Classic, del 10 al 12 de enero, ofrece una ventana–, aterrizará en el primer grande de la temporada con solo dos partidos oficiales en las piernas y, confía, sin ceder espacio en el ranking; ahí están al acecho Casper Ruud y Stefanos Tsitsipas, a 50 y 215 puntos respectivamente y, por tanto, con la opción matemática de arrebatarle la segunda plaza. Espera Nadal conservar esa situación de privilegio –trascendental siempre de cara a los cruces que pueda deparar el sorteo– y prefiere ver el vaso medio lleno pese al trabado despegue en este 2023.

“Físicamente estoy bien, no me puedo quejar. Necesito ser más dinámico y leer mejor pelota, porque eso te da confianza, pero me siento bien y eso ayuda mucho a seguir adelante”, precisa. “Creo que la situación es la que es, y tengo que mejorar; pero realmente, creo que eso va a pasar. ¿Cuándo? No lo sé, pero espero que sea pronto, porque no siento que esté tan lejos”, zanja Nadal, de una derrota a otra. Reñido por ahora con la victoria. Una vez más, a la carrera para llegar a tiempo a la cita.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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