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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cristiano, Varane, Casemiro

El fútbol se parece a la vida en que tiene poco sentido, pero hay algo que nunca cambia: el tiempo es lineal, sólo avanza, y hay poquísimos, muy elegidos, que pueden ser buenos por sí mismos

Cristiano Ronaldo, Casemiro y Varane celebran un gol del portugués en la final de la Champions de 2017 ante la Juventus.
Cristiano Ronaldo, Casemiro y Varane celebran un gol del portugués en la final de la Champions de 2017 ante la Juventus.Matteo Ciambelli (NurPhoto via Getty Images)
Manuel Jabois

Hay una foto muy divertida hecha en Cardiff durante la final de la Champions entre el Madrid y la Juve (4-1), seguramente la mejor final de los blancos en Europa en este siglo, la final que emparentaba definitivamente a esa plantilla con la del Madrid de las seis copas. Cristiano Ronaldo acaba de marcar el primer gol, Casemiro parece estar imitando su celebración frente a él, riéndose, y la escena la contempla, a un metro, Raphael Varane. Fue en 2017. Han pasado cinco años, que en el fútbol es una cantidad de tiempo escandalosa. Cristiano, Casemiro y Varane siguen jugando en el mismo equipo, pero ya no el Madrid sino el Manchester United. Ninguno de los tres fue invitado a irse de su club, si bien el club estuvo de acuerdo y facilitó sus salidas. Casemiro (30 años), el más joven de los tres del centro del campo del Madrid, fue suplente este domingo en el derbi de Mánchester. Junto a él, Cristiano Ronaldo —de su grandeza lo dice todo el hecho de que haya fans riéndose de él por ser suplente con 37 años en el United, no en el equipo de su barrio—. Y en el campo, recibiendo seis goles del City, Raphael Varane (29).

El fútbol se parece a la vida en que tiene poco sentido, pero hay algo que nunca cambia: el tiempo es lineal, sólo avanza, y hay poquísimos, muy elegidos, que pueden ser buenos por sí mismos. Otros, para ser su mejor versión, necesitan todo lo demás, unas condiciones casi atmosféricas adecuadas que sean consecuencia de un momento irrepetible de su vida en que todo, de repente, viene de cara. Pasa no sólo en el fútbol: pasa en cualquier trabajo, con la familia, con los amigos, con una pareja; de golpe parece que todo en la vida está colocado para ti, que después de miles de millones de años el universo por fin ha encontrado el sentido a su azarosa existencia: tú y tu felicidad, tu momento. A principios de siglo, en un tren que nos llevaba a Holanda, un amigo se repanchingó en su asiento, pletórico, feliz, 21 años de vida, y dijo: “Sólo me falta ahora mismo un cigarro para explotar de felicidad”, y en el momento en el que le recordaron que no había tabaco, ni siquiera mechero, apareció rodando por el pasillo del vagón un cigarro encendido. Esto pasó porque lo vimos, éramos cinco y lo vimos; excuso decir que mi amigo llegó muy lejos, tanto como quiso, en parte gracias a que dejó de fumar.

Hubo un momento en la carrera deportiva de Casemiro, Cristiano y Varane en el que cada día era un día de cigarros encendidos rodando por los pasillos de un tren; a los tres, si tenían ganas de hacer cualquier cosa, el destino se lo ponía en el camino. Esto ocurrió en el Madrid como pudo haberles ocurrido en otro club, aunque, parafraseando la maravillosa narración de Carlos Martínez el día del PSG, estas cosas ocurren en el Madrid más que en cualquier otro sitio. No hay maldición ni frío que condene a quienes se vayan del club; lo único que ocurre es que las cosas extraordinarias que pasan en el Real Madrid cuesta más que pasen en el Manchester United. Casemiro está en el banquillo porque para llegar a ser Casemiro le hizo falta un Kroos y un Modric, no una temporada sino seis. Varane compartió defensa con Sergio Ramos, no con Harry Maguire. Y Cristiano Ronaldo sabrá valorar mejor todo lo que hizo él por el Madrid y el Madrid por él viendo la Champions que ganó Benzema a golpe de hat trick contra los mejores equipos del mundo; es decir, para alimentar a la bestia más grande que ha dado el Madrid desde Di Stéfano, tuvimos que sacrificar nueve años a una bestia parecida. Más que del Madrid y de Cristiano, esto lo dice todo de la impresionante categoría y la irrepetible carrera de Karim Benzema.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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