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Manchester United, pobre club rico

Dos estrepitosas derrotas ante Brighton y Brentford evidencian la gangrena de uno de los gigantes del fútbol mundial, que invirtió en los últimos cinco años 812 millones de euros en futbolistas sin resultados

Erik ten Hag conversa con sus jugadores durante el partido entre el United y el Brentford.
Erik ten Hag conversa con sus jugadores durante el partido entre el United y el Brentford.JOHN SIBLEY (Action Images via Reuters)

Pobre club rico, el Manchester United, que llevó su último trofeo a sus lustrosas vitrinas en mayo de 2017 y desde entonces es el líder mundial en la relación entre gastos e ingresos para gestionar su plantilla (invirtió 812 millones de euros en refuerzos y captó 216,9 en traspasos para un diferencial negativo que se acerca a los 600 millones). En Old Trafford venden barato y fichan caro, pero no se refuerzan. “Necesitamos jugadores de calidad”, explicó el nuevo entrenador Erik Ten Hag después de caer (4-0) en el campo del Brentford, la segunda debacle consecutiva tras el mal estreno en casa frente al Brighton (0-2). El United luce colista en el campeonato inglés. “Vas a bajar con el Fulham”, le cantaron este sábado los hinchas del Brentford.

La Premier League cumple este lunes 30 años. “El fútbol no empezó en 1992. Pero fue entonces cuando el deporte creció para siempre”, explica un documental que emite la televisión inglesa, uno de los pilares de un cambio que contribuyó al gigantismo de varios clubs emblemáticos. Ninguno como el Manchester United abanderó esa mutación que generó alianzas comerciales que le convirtieron durante décadas en el club que más ingresos obtuvo en todo el planeta. Hoy, tras los efectos de la pandemia y ante su tercera campaña en cinco años fuera de la Champions, todavía es el quinto que más recursos genera. Y el que peor los expone sobre el verde.

El Manchester United ganó la primera Premier, algo que no tendría nada de singular si no fuese porque llevaba 26 años sin ganar la Liga. Antes de aquella temporada 1992-93 había logrado siete campeonatos. Tras esa catarsis alzó trece, todas con Sir Alex Ferguson a los mandos. Desde que el mito escocés pasó a la reserva, en 2013, los 1.430 millones de euros gastados en fichajes de futbolistas le han reportado al club apenas una Europa League, una Copa y una Copa de la Liga. Los cuatro goles de Brentford, recibidos en apenas 25 minutos antes del descanso, han acabado de desmontar el teatrillo, y en pleno verano. En la retransmisión televisiva, Gary Neville, que cuando era un probo lateral derecho se subió a rebufo del éxito y ahora ejerce de acerado crítico, puso el dedo en la llaga: “El club siempre ha respondido a la ira de los aficionados a través del dinero. El problema ahora es que nadie quiere nuestro dinero y ese es un problema. Tenemos un gran club de fútbol, ¿pero qué jugador de nivel desea venir ahora al equipo?”.

Cristiano Ronaldo se quiere ir. Su gestualidad en Brentford delató su hartazgo. Hasta el segundo gol trató de levantar al equipo, después decayó como el técnico Erik Ten Hag, que lució entre aturdido y abrumado. Y aludió a errores individuales, sobre todo bajo palos. David de Gea pidió la palabra para arrogarse la culpa de los dos primeros goles, pero parece evidente que no se trata solo de eso. En el Manchester United no hay ni fútbol ni liderazgo. No hay ni una dirección deportiva ni un manager con dictado. Darren Fletcher, un exjugador de complemento con Ferguson, asumió el pasado mes de marzo una especie de dirección técnica que pilotó el enésimo volantazo: Ten Hag es el octavo entrenador que se sienta en su banquillo desde la retirada del técnico de Glasgow.

El clamor se dirige hacia la propiedad del club, en manos de la familia Glazer. Malcom, el patriarca, un neoyorkino de origen judío y lituano, empezó a comprar acciones del club en 2003 y se hizo con su control en 2005. Ferguson siempre sostuvo que los dueños jamás tomaron decisiones deportivas o ejecutivas del día a día. Un año después de que sir Alex se apartase, falleció Glazer, el hombre que poseía el Manchester United, pero jamás lo amó. Nunca pisó Old Trafford. Hoy el club -“podrido”, según lo define Neville- es de sus seis hijos. La deuda, a pesar del sideral gasto en futbolistas, se engrosa y pasa de los 500 millones de euros.

El Manchester United ha perdido sus siete últimos partidos de Liga fuera de casa, algo que no sucedía desde 1936. En ellos marcó dos goles y encajó 21. Su última prospección en el mercado consistió en ofrecer, en vano, ocho millones de euros por Arnautovic, que tiene 33 años y juega en el Bolonia. Ahora trata de cerrar un acuerdo con el galo Rabiot. La ira de los aficionados se dispara. Este verano la inversión se limita, por ahora, a pagar 15 millones por el lateral holandés Malacia y 58 por el central Lisandro Martínez, que al descanso de Brentford se quedó en la caseta con Shaw y Bruno Fernandes. “En realidad pude haber cambiado a todos”, aclaró Ten Hag al final. Nadie puede asegurar que los refuerzos vayan a mejorar al equipo. El club está acostumbrado a pagar sobreprecios por futbolistas que no rinden. Pogba (105 millones de euros), Lukaku (85), Fred (59), Matic (45) o Mhkitaryan (42) llegaron al equipo con Mourinho al mando. Tras la destitución del entrenador luso en diciembre de 2018, el desastre aún es mayor: Maguire (85 millones), Wan Bissaka (55), Sancho (85), Varane (40) o Van de Beek (39) nada ofrecen. Y Bruno Fernandes, por el que pagaron 63 millones, se ha diluido y fue uno de los que se fue a la caseta al descanso en la hecatombe de Brentford. La próxima jornada, el lunes 22, visita Old Trafford el Liverpool, el archirrival que la pasada temporada solventó los dos duelos ligueros con un 0-5 en Manchester y un 4-0 en Anfield.

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