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La lesión de Alexia Putellas: las roturas del ligamento cruzado anterior son tres veces más frecuentes en mujeres

Las deportistas tienen más riesgo por factores anatómicos, hormonales y neuromusculares; se estima que la prevención puede reducirlo hasta en un 50%

Lesión de Alexia Putellas
Alexia Putellas.ANDY BUCHANAN (AFP)
Eleonora Giovio

Alexia Putellas dijo adiós a la Eurocopa tres días antes de que empezara. Se rompió el ligamento cruzado anterior en un entrenamiento. “Miro la foto y veo lo rápido que puede cambiar todo en un apoyo o en un segundo...”, se desahogó en redes la ganadora del Balón de Oro. “Volverás”, le escribió Carolina Marín, que también se rompió el cruzado dos meses antes de los Juegos de Tokio y sabe lo que es verlo todo negro.

Alexia Putellas tiene 28 años y Manuel Leyes, jefe de servicio de traumatología de Olympia, el mismo que operó a Marín y a centenares de deportistas más, dice que tiene muchas más posibilidades de recuperarse que si tuviera 13 o 14 años. “Una figura consagrada como Alexia, es más fácil que vuelva a su nivel que no si se rompe el cruzado una chica que está empezando y que tiene que alcanzar un nivel muy alto. Si te rompes el ligamento cruzado cuando tienes 12 o 13 años, llegar a la élite es dificilísimo, porque pierdes el tren. Es una temporada parada y te adelantan todas las demás jugadoras”.

Por el trago de una larga recuperación -entre siete y ocho meses-, han pasado además de Carolina Marín, Salma Paralluelo, también la olímpica de vela Silvia Mas este invierno. Y en la Liga Iberdrola siete futbolistas más (la temporada anterior la cifra fue de 16). Los estudios y los expertos aseguran que las roturas de ligamento cruzado en mujeres son tres veces más frecuentes que en hombres. Otros estudios elevan la cifra hasta a ocho. Las mujeres también tienen más riesgo de re-rotura: un 35% se ve afectado, según el traumatólogo Luis González Lago, que fue jefe de los servicios médicos del Valencia femenino.

¿Por qué es una rotura que sufren más las mujeres deportistas? Las razones son varias. La principal, según González Lago, es anatómica. “Las mujeres tienen la pelvis más ancha que los hombres para poder parir, por lo que tienen tendencia a acercar más las rodillas cuando corren (el llamado valgo). Cuando cede la rodilla en una caída en valgo dinámico [como la que sufrió Carolina Marín, por ejemplo] lo que más se resiente es el cruzado”. La mayoría de las roturas, y la de Alexia Putellas es una más de ellas, se producen sin contacto.

Luis Serratosa, especialista en Medicina del Deporte de Olympia y del Hospital Universitario Quironsalud, coincide con Lago y explica gráficamente la morfología de las rodillas. “Por un lado, las mujeres suelen tener las rodillas hacia dentro (en valgo), al contrario que los chicos, que por lo general las tienen más arqueadas hacia fuera [como Isco o Raúl]. Además, al tener las caderas más anchas, el cambio en el centro de gravedad también pudiera contribuir a una disminución en la estabilidad de la rodilla. Estos dos factores influyen en que los ligamentos de la rodilla tengan que soportar momentos de mayor tensión y por tanto aumente el riesgo de rotura”.

Factores hormonales

El ligamento cruzado anterior es como una cuerda que va desde el fémur a la tibia, de abajo a arriba y de atrás a adelante. Serratosa y Leyes enumeran más factores que aumentan el riesgo de roturas en mujeres, entre ellos, el hormonal. “Cuando en la fase del ciclo aumentan los estrógenos, disminuye la síntesis de colágeno. Se ha visto que en esos períodos aumenta el riesgo de que se rompa el cruzado: al final el ligamento se rompe porque no es capaz de aguantar la tensión a la que se somete cuando la rodilla se va hacia adentro. También es más frecuente, aunque en el caso de Alexia no ha sido así, que te rompas en competición que en entrenamiento. Suele ser mayor la exigencia”, describe Leyes.

La morfologia no se puede cambiar. Y todos coinciden que las deportistas de elite saben lo que es un valgo dinámico, que tienen las rodillas hacia dentro y que tienen más riesgo de lesionarse. Puesto que ese factor biomecánico no se puede alterar, ¿Cómo se puede reducir el riesgo de rotura del ligamento cruzado?

La prevención reduce el riesgo a la mitad

Contesta Leyes: “Con la prevención. Hay estudios, sobre todo noruegos, que son potencia en balonmano, que demuestran que trabajos musculares específicos reducen en un 50% el riesgo de roturas. La propia FIFA tiene dos programas específicos de prevención, uno para niños. Se llama FIFA 11 y son once ejercicios que bajan un poco el riesgo de que te rompas el cruzado”.

Serratosa apunta directamente a tres cadenas musculares: “Una vez identificados los riesgos hay que trabajar aquellos grupos musculares que contrarrestan tanto el valgo de rodilla como el desplazamiento anterior de la pierna. Sobre todo se trata de los que separan el muslo hacia fuera, el glúteo medio, esencial para aportar mayor estabilidad a la cadera y contrarrestar el desplazamiento hacia dentro de la rodilla. También son muy importantes los isquiotibiales, que al ser flexores de rodilla actuarán reteniendo las piernas hacia atrás. Y por último todos aquellos músculos que contribuyen a una mayor estabilidad de la pelvis. Estos son los grupos musculares que más ayudan al ligamento cruzado anterior”.

Lo que dice el cerebro

Guillermo Sánchez, preparador físico de Carolina Marín, el que ha dirigido sus dos procesos de recuperación, asegura que reducir la lesión a un problema de cadenas musculares es insuficiente e incompleto porque no tiene en cuenta los demás aspectos de la vida de una deportista. “La vía de investigación más reciente apunta a los aspectos cognitivos. Parece ser que las roturas de cruzado sin contacto vienen más por errores de previsión del sistema central que por un tema puramente biomecánico. Es el error predictivo del cerebro el que al final rompe el ligamento y llega a ese valgo. Eso lo ven, por ejemplo, porque cuando el cruzado se rompe, esa rotura se produce entre 40 y 60 milisegundos después del contacto con el suelo. Pero hay un reflejo neuromuscular que se llama aferente del lca [ligamento cruzado anterior] que te da información de lo que ha pasado y dice que se produce a los 110 milisegundos, pero la rotura ya se ha producido. Entonces no es un mecanismo tanto de feedback sino de feedforward. El aspecto clave es que las demandas cognitivas del juego superan las demandas que el deportista puede tolerar en ese momento. Y al final se producen esos errores de predicción de: ¿Dónde apoyo el pie? ¿Cómo lo apoyo? El cuerpo está continuamente ajustando la imagen corporal de lo que está haciendo, sin pensar realmente en ello”.

Jurdan Mendigutxia, fisioterapueta e investigador, trabajó en Estados Unidos, en el Cincinnati Children Hospital, el centro en el que más publicaciones científicas se han hecho en cuanto a prevención y rehabilitación de lesiones del ligamento cruzado anterior en mujeres. En Estados Unidos, cuenta, hay 200.000 operaciones al año de cruzado en mujeres. “Lo que se está viendo es que aquellas personas que tienen menos información somatosensorial y menos activación en el cerebro, son aquellos que luego se lesionan más. Por el contrario, aquellos que se lesionan se apoyan más en el área visual y menos en la sensorial, porque como le han operado, la información no le llega al cerebro y eso es lo que hay que potenciar durante la rehabilitación”.

¿Eso qué implica? Dice Mendigutxia que un cambio de estrategia. “Antes el pensamiento era: te mueves con mucho valgo de rodilla, cuidado, vamos a intentar cambiarte. Ahora nos preguntamos: ¿Quién hace que te muevas con valgo de rodilla? ¿El cerebro? Pues vamos a utilizar realidad virtual para disminuirte visión y estimularte las áreas del cerebro necesarias”. Mendigutxia discrepa en que lo que aumenta el riesgo de roturas de cruzado es la anchura de la pelvis. “No está claro, lo que sí se sabe es que anatómicamente las mujeres tienen una pendiente mayor de la parte posterior de la tibia. Si es mayor, hace que el fémur pueda salir y romper el cruzado antes. Incide también el espacio intercondíleo, las propiedades del ligamento y factores de control neuromuscular”.

Son, entre otros, los que Sánchez pide que se tengan en cuenta. “Carolina se ha roto dos veces, yo puedo pensar que tenía un ratio de isquio y cuádriceps alterado el día que se rompe la rodilla. Pero lo tenía ese día. El día anterior. El mes anterior. Y dos meses anteriores. Y esto se ha ido produciendo diariamente sin ningún problema. Reducir solamente a que el riesgo de una rotura o de una re-rotura venga por un desequilibrio muscular es quitarle importancia a factores emocionales y del entorno. El equilibrio muscular es la base, pero solo es rascar la superficie. Si a una deportista o a la propia Carolina le preguntas por qué cree que se rompió, no te va a decir que muscularmente estaba mal, que su isquio no tiraba bien o que su cuádriceps estaba débil, sino a que había dormido mal, que tenía una carga de estrés cognitivo y deportivo muy alto”.

González Lago sí opina que, de no hacerse este trabajo de prevención, habría muchísimas más roturas del ligamento cruzado. Y añade Mendigutxia: “Son efectivos en un 90% si se ejecutan dos o tres veces a la semana y tienen como elementos fundamentales la fuerza, la pliometria, la agilidad, el equilibrio y los aterrizajes”.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de deportes, especializada en polideportivo, temas sociales y de abusos. Ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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