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Ciudadano Boyero, o el crítico que nunca quiso serlo

El canal TCM estrena en el festival de San Sebastián un documental sobre el último gran referente de la opinión cinematográfica y columnista de EL PAÍS

Carlos Boyero, ante el cartel de promoción del documental sobre él, en el Kursaal de San Sebastián.Foto: JAVIER HERNÁNDEZ
Gregorio Belinchón

Pase de gala en la fría tarde noche de San Sebastián. Todo agotado para la sala 7 del Príncipe, un complejo multipantallas donde se proyectan películas de todas las secciones del festival de San Sebastián. Esta vez, se vive un juego de espejos, el habitualmente juez protagoniza un filme por el que será juzgado. Y ha vendido todas las entradas. Es el momento de El crítico, de los directores Juan Zavala y Javier Morales Pérez, un acercamiento a la figura de Carlos Alberto Manuel Antonio Abdón Sánchez Boyero, más conocido como Carlos Boyero, crítico de cine de EL PAÍS, el penúltimo de una generación de críticos y el nombre más popular en la calle de los opinadores de cine. Y visto lo visto en San Sebastián, su fama no ha decaído con los años.

El documental de TCM, que se estrena en esta plataforma el 21 de octubre, supone un acercamiento a una figura polémica, amada y denostada. Zavala y Morales han buscado dar voz a todas las facciones, y el resultado se ve estos días en la sección Made in Spain, justo en el primer certamen al que Boyero no acude como crítico desde que comenzó con esta labor en el festival de 1982. A cambio, ha realizado una veintena de entrevistas durante un día de promoción y recibe el premio a su labor periodística en el Zinemaldia.

Carlos Boyero, en la promoción de su documental, junto a Emma Suárez, actriz de 'La consagración de la primavera', también presente en el festival.
Carlos Boyero, en la promoción de su documental, junto a Emma Suárez, actriz de 'La consagración de la primavera', también presente en el festival.Javier Hernández

En la calle, Boyero (Salamanca, 69 años) para a hacerse fotos y recibe cariño a raudales de los donostiarras; en la sala a rebosar, el público le aplaude feliz. “No he construido un personaje, en todo caso soy un personaje. No he sido un impostor”, dice en el documental, y a pie de pantalla insiste en ello.“Ese personaje que veis tiene más vueltas de lo que pensáis, pero me siento reconocido, y el mérito no es mío, sino de ellos”, dice señalando a los directores. “Yo, desde luego, me tomaría una copa con ese tipo, me cae bien”. Y subraya: “Lo hice por ellos, pero yo soy como Bartleby [el contable protagonista de un cuento de Herman Melville], y preferiría no hacerlo”.

En El crítico, expresión que le horroriza al retratado (”No me gusta lo de crítico, detesto a los críticos”), al que le gustaría que el filme se titulara Ciudadano Boyero, hablan amigos, compañeros y cineastas, que ofrecen un retrato con sus aristas. “Bueno, más allá de que crea que hay un anormal en pantalla, estoy de acuerdo con los elogios, las disidencias me parecen lamentables”, contaba al público con su habitual tono irónico, mezcla de confesión y de broma. Sí quiso detenerse en los comentarios sobre su posible misoginia: “Desde pequeño he sido un hombre que ha amado y respetado a las mujeres”. Y sobre esta nueva etapa laboral sin festivales, ahondó: “No me voy a retirar. Yo siempre he sido incómodo durante mis 45 años de escritura. Mientras me dejen, seguiré. En cualquier caso, reconozco que en la vida he tenido mucha suerte”.

La marca indeleble de ‘El buscavidas’

¿Y cómo está el cine? El que Boyero ama, no tan bien, según asegura él mismo, que está cansado de las “modas pasajeras por cinematografías exóticas”. Boyero recuerda que se dejó llevar por su magia la primera vez que vio El buscavidas: “El cine es la droga más potente que he tenido en mi vida, y encima nunca me ha dado resaca”. Durante décadas en las que, subraya, nunca se ha traicionado a sí mismo, ha vivido algún momento de arrepentimiento: “Cuando ves películas en los festivales, acumulas cansancio y pierdes en algún momento el criterio. Por ejemplo, escribí desde un festival de Cannes contra La gran belleza, de Paolo Sorrentino, y cuando la volví a ver meses después descubrí mi error. Pero generalmente suelo acertar”.

Carlos Boyero, el miércoles por la tarde en San Sebastián.
Carlos Boyero, el miércoles por la tarde en San Sebastián.Javier Hernández

Boyero firma como Carlos Boyero para “huir de la herencia” de su padre, y por ahí transita parte de El crítico, la de un chaval de Salamanca que viaja a Madrid para dejar atrás a su progenitor y los colegios de curas. Que se gana la vida —y muy bien— con partidas de póquer y al que su compañero de universidad y amigo Fernando Trueba coloca en La guía del ocio para que escriba de la noche. “Pero ya con 18 años Carlos era el que más había leído, visto películas y escuchado música”, apunta el cineasta. Por otro lado, está el mundo de la crítica cinematográfica, que sufre una crisis de audiencia y vive una batalla entre quienes quieren más rigurosidad analítica, y quienes desean ser Boyero en lugar de Boyero, considerando que un exabrupto es la vía más rápida para lograrlo. Alex de la Iglesia dice que Boyero es un enorme escritor, y que él no se consideró un cineasta hasta que Boyero le “insultó en un artículo”.

Para todos ellos, Boyero solo tiene un mandamiento: “Detesto la estupidez y la inquisición”. Y dicho eso, salió a la calle a recibir más cariño.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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