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Crítica | De humani corporis fabrica
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘De humani corporis fabrica’: impactante documental médico y artístico en las entrañas del ser humano

La película del dúo de los antropólogos Lucien Castaing-Taylor y Verena Paravel se mete en el quirófano para examinar los cuerpos con frialdad exultante

Imagen del documental 'De humani corporis fabrica'.
Javier Ocaña

El artista español Juan de Valdés Leal pintó en los alrededores del año 1670 el mítico óleo sobre lienzo Finis gloriae mundi, dos cuerpos en sendos ataúdes, el primero, rodeado de insectos; cráneos apilados; una lechuza; una balanza con las leyendas “ni más” y “ni menos” en cada uno de sus brazos; un tercer cadáver, al fondo; y la frase del título de la obra, en el frente, como un sello alegórico: el final de la gloria del mundo.

Un significado, la fugacidad de la existencia y de los placeres, que podría también estar en la base del inclasificable e impactante documental francés De humani corporis fabrica, a medio camino entre el informe médico, la videocreación, el activismo social y el simbolismo existencial, que sus directores han decidido también titular usando el latín como un modo de marcar el sentido atávico de sus imágenes: de la estructura del cuerpo humano. Lucien Castaing-Taylor, antropólogo y artista británico, profesor en Harvard, donde es director del laboratorio de Etnografía Sensorial, y Verena Paravel, francesa, también antropóloga del mismo departamento, con obras en el MoMA y exposiciones en la Tate, autores como pareja cinematográfica de tres películas anteriores a esta (inéditas en los cines comerciales españoles), han compuesto un documental ambientado en un puñado de hospitales franceses, en sus pasillos, en sus laboratorios y sobre todo en sus quirófanos. Aunque lo esencial es haberse metido en las entrañas del cuerpo humano, que analizan con frialdad exultante.

La decadencia del cuerpo. Su decrepitud. A través de microscopios y cámaras endoscópicas, nuestro interior, a menudo enfermo, ocupa las cuatro esquinas de la pantalla con singular belleza estética y, en principio, con una brutal carga de desasosiego. Un médico colocando unos pequeños tornillos en la cabeza de un hombre mientras habla con él del umbral del dolor; una cesárea en directo por culpa de una hemorragia interna, a un palmo del bebé que lucha por salir; el primer análisis del nuevo ser humano, lloroso e indefenso, en lo que será el primer examen de los muchos que tendrá a lo largo de una vida; una operación a base de martillo y cincel; una (nueva) columna vertebral más parecida al interior de un automóvil que a un cuerpo, cargada de tornillos y de tuercas; el análisis en una mesa de laboratorio de un pecho de mujer, extraído a causa de un cáncer de mama y manejado como un trozo de carne en una pollería, en el que una pequeña regla de colegio y un rotulador sirven para marcar las probabilidades de supervivencia. Desde luego, no es fácil ver una película como De humani corporis fabrica, estrenada en la Quincena de Realizadores de Cannes de 2022, pero al que le interese, ya sea por una razón científica, artística o humana, puede salir fascinado del cine. Quizá también deshecho, pero con matices.

De fondo, las conversaciones entre doctores y asistentes. A veces, gélidas, sobre alquileres y sobre sus rutinas; otras, críticas con el sistema de salud, con las cargas de trabajo, con la organización, con la falta de personal, con acusaciones de vagancia a ciertos compañeros. Por momentos, terroríficas, por las tensiones en el quirófano mientras los enfermos permanecen abiertos en canal: “¿Qué haces? ¡Qué estás haciendo!”. Respuesta: “No lo sé”.

Solo una recriminación, e importante: la falta de pudor con los pacientes y un cierto deleite en los pocos minutos que se retrata el ala de psiquiatría, con la cámara a un palmo de unos gritos desesperados. Momentos que rozan lo abyecto. Ahora bien, el resto es implacable. Más que miedo o desesperación, lo que puede sobrevenir con sus imágenes es una extraña calma acerca de lo poco que somos, de dónde venimos y adónde vamos. “Este tipo está jodido”, dice con claridad sentenciosa un cirujano durante una operación de próstata, con la cámara en su interior enfermo. Finis gloriae mundi. Ni más, ni menos. No somos nadie.

De humani corporis fabrica

Dirección: Lucien Castaing-Taylor, Verena Paravel.

Género: documental médico. Francia, 2022.

Duración: 118 minutos.

Estreno: 26 de mayo.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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