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Muere a los 96 años Kenneth Anger, realizador de cine ‘queer’ y ocultista, y escritor de los libros de cotilleos ‘Hollywood Babilonia’

Fabulador de los años dorados del cine de estudios de EE UU, amigo de The Rolling Stones o Jimmy Page, el cineasta influyó en la obra de David Lynch, Gaspar Noé o John Waters

Kenneth Anger, en el festival de Londres en 2006.
Kenneth Anger, en el festival de Londres en 2006.Nick Wall (WireImage / getty)
Gregorio Belinchón

Fue un enorme fabulador. En el cine, en los libros, incluso a la hora de recordar su vida. Y también un creador adelantado a su tiempo y a la vez muy del siglo XX. Este miércoles ha fallecido a los 96 años Kenneth Anger, ha anunciado la galería de arte Sprüeth Magers (con sedes en EE UU y Europa), donde había expuesto sus últimos trabajos, y sin dar más datos de su muerte. En Anger convivió el cineasta experimental apasionado del cine ocultista, que abrió camino a nuevas generaciones de directores queer, como John Waters, o apasionados por lo onírico en la pantalla, como David Lynch, o de las imágenes turbadoras, como Gaspar Noé, con el escritor que hizo negocio de desvelar y hacer ficción de los secretos más turbios y, si eran depravados, mejor, de las estrellas de la época dorada del cine estadounidense en los dos volúmenes de Hollywood Babilonia, libros que se vendieron por todo el mundo y de los que no llegó a hacer una tercera parte “por miedo a las demandas de quienes sigan vivos”, contaba en una charla con EL PAÍS.

Hoy, el eco de esos libros se pierde ante las redes sociales, que desvelan los secretos al segundo. Un ruido que deviene en negocio con la web TMZ. Pero antes de TMZ existió Kenneth Anger. Supo inventarse y reinventarse: nunca fue actor infantil, aunque así lo contaba en las entrevistas. Pero sí fue de los primeros directores de cine psicodélico y queer. Apasionado del ocultismo, por su pasión por Aleister Crowley y la música rock, piezas como Invocation of My Demon Brother (1969), Lucifer Rising (1972) y The Man We Want to Hang (2002), han influido, especialmente las dos primeras y Scorpion Rising (1963), en generaciones posteriores tanto de realizadores de vídeos musicales y artistas arietes del cine guerrilla.

Anger nació como Kenneth Wilbur Anglemyer en Santa Mónica (California) en 1927. El cine alimentó su vida. Nieto de una reputada diseñadora de vestuario del cine mudo, contaba que a los cinco años había hecho de príncipe en Sueño de una noche de verano (1935), de Max Reinhardt, mentira que se vino abajo con las nuevas restauraciones del filme. Su instituto estaba pared con pared con los estudios de la Twentieth Century Fox, y desde sus ventanas espiaba los rodajes. Ya entonces Anger dirigía películas caseras, como Ferdinand the Bull (1937) o Who Has Been Rocking My Dreamboat (1941), que él definió como su primer trabajo decente. En un pase de películas experimentales conoció a Curtis Harrington, uno de los pioneros del Queer Cinema estadounidense. Con él, Anger dio dos pasos que cambiaron su vida: juntos fundaron una productora para sus películas, Creative Film Associates, y Harrington le descubrió la figura del británico Aleister Crowley y su teoría filosófica Thelema.

Crowley fue uno de los primeros pensadores occidentales en importar filosofías orientales, en un cóctel de mística budista, yoga y alucinógenos, al que, felices, se apuntaron años después los rockeros (Crowley sale en la portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles). Sin embargo, debido a que Crowley invocaba demonios que requerían sacrificios de sangre, a pesar de que se burlaba de la magia negra, sus sucesivas generaciones de seguidores alteraron sus textos y enseñanzas tras su muerte, en 1947, convirtiéndole en el gran satanista. Toda la obra fílmica de Anger quedó marcada por Thelema y su pasión por la imaginería cosmogónica egipcia.

Retrato de 1955 de Kenneth Anger en Los Ángeles.
Retrato de 1955 de Kenneth Anger en Los Ángeles.Estate of Edmund Teske/Getty Images

Durante sus años en la universidad de Southern California descubrió su homosexualidad y la plasmó en Fireworks (1948), filme con momentos eróticos por el que fue detenido, ya que en aquellos años en EE UU la homosexualidad era un delito. Anger se mudó a París y allí se hizo amigo de Jean Cocteau y trabajó en la Cinemateca francesa. Siguió filmando (él recuerda esa temporada, que incluyó una estancia en Roma, como de las más felices de su vida). En 1954 filmó Inauguration of the Pleasure Dome, otro mediometraje thelemita y se mudó con el sexólogo Alfred Kinsey, la figura paternal que siempre echó en falta. Tras la muerte de Kinsey se asentó en París. Deprimido y sin dinero, reunió y coloreó los rumores y las historias contadas en voz baja que había escuchado durante décadas y en 1959 publicó en Francia Hollywood Babilonia, un compendio de carnaza, sexo, asesinatos, ídolos caídos y regodeo en el barrizal de las cloacas de lo que él mismo llamaba el bulevar de los sueños truncados.

Hay que reconocer que el libro, que no se editó en EE UU hasta 1974, fascina tanto por su material como por su estilo ampuloso y su habilidad para subrayar el detalle escabroso. Durante las siguientes décadas, Anger vivió de las rentas del libro, de becas de fundaciones para realizar cine experimental y de amigos como Mick Jagger, Jimmy Page o Keith Richards. De 1982 a 1999, Anger se retiró del cine, que no del cotorreo: en 1984 publicó Hollywood Babilonia II.

Recuperó la cámara en este siglo para filmar The Man We Want to Hang, en la que sencillamente rueda pinturas de Aleister Crowley expuestas en una galería en Londres, como despedida de su guía vital. Y se despidió del arte con Elliott’s Suicide (2007), tributo al músico Elliott Smith, y con Mouse Heaven (2005), 11 minutos de imágenes de Mickey Mouse y de su memorabilia, que Anger adoraba. En total, su filmografía suma 36 cortometrajes y ocho horas de duración.

En un cajón decía que guardaba Hollywood Babilonia III: “Hay un apartado entero dedicado a Frank Sinatra y sus problemas con las drogas. No pude publicarlo en la segunda parte porque Sinatra estaba vivo y era violento y vengativo. Si todavía no ha salido el libro es porque un capítulo está dedicado a la Iglesia de la Cienciología, un culto que considero peligroso”, contaba en 1999 para EL PAÍS en un homenaje en el festival de Gijón. Aunque también analizaba el cambio de moralidad: “Antes, quienes cometían esos pecados jamás volvían a trabajar, y ahora los ejecutivos parecen perdonar los delitos, quizá porque ellos también los cometen”. Y contaba, disfrutando, historias como esta: “Los estudios Warner casaron en 1925 a la estrella que les salvó de la bancarrota, el pastor alemán Rin tin tin, en una espectacular ceremonia envuelta en los fastos más increíbles de la época, que incluía trajes de novios y cama matrimonial, con una perra que resultó ser hermana suya, de la misma camada”. Por todo su pasado, Anger se definía como “un poeta del cine y detective de archivos”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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