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Muere el saxofonista Wayne Shorter, el jazzista total, a los 89 años

El músico fue fundador de Weather Report, pilar del mejor quinteto de Miles Davis y uno de los compositores más influyentes de la historia del jazz

El saxofonista de jazz Wayne Shorter actuando en un festival en Marsella, el 23 de julio de 2013.
El saxofonista de jazz Wayne Shorter actuando en un festival en Marsella, el 23 de julio de 2013.Claude Paris (AP)

Entre los muchos artistas geniales que ha dado el siglo XX, algunos son jazzistas. De entre ellos, pocos como Wayne Shorter aglutinaron tantos talentos a un nivel magistral: ya sea como instrumentista, como compositor, como pionero en la confección de nuevos sonidos, como figura referencial en diferentes estilos a lo largo de las décadas, como enriquecedor acompañante de artistas ajenos al jazz o como líder de sus propias bandas, Shorter destacó siempre por encima de casi todos sus coetáneos. Solo por alguna de estas facetas ya podría pasar a la historia del jazz, pero Shorter imperó en todas ellas, y su influencia en el jazz moderno es incalculable.

Una lista básica de su trayectoria no deja dudas: despuntó en los Jazz Messengers de Art Blakey, convirtiéndose en uno de sus miembros más valiosos, fue un pilar esencial en la música de Miles Davis en la segunda mitad de los años sesenta —una de las etapas más importantes de la obra del trompetista—, grabó algunas de las principales obras maestras del sello Blue Note, compuso numerosos temas que enseguida se convirtieron en estándares del jazz, fundó el super grupo Weather Report, modelando gran parte del sonido del jazz y la fusión en los años setenta, e inauguró el nuevo siglo con un cuarteto que durante casi veinte años se mantuvo como uno de los grupos de jazz más sólidos e inspirados del mundo.

Wayne Shorter actuando en el festival Marciac Jazz, Francia, el 13 de agosto de 2005.
Wayne Shorter actuando en el festival Marciac Jazz, Francia, el 13 de agosto de 2005.LIONEL BONAVENTURE (AFP)

Sobrevolando todo ese legado, una cuestión muy importante y poco habitual: a lo largo de sus más de seis décadas de carrera se mantuvo en todo momento inquieto y creativo, alejándose de cualquier atisbo de complacencia y evitando caer en lo rutinario o en inercias propias de artistas que, a partir de cierta edad, vuelven sobre sí mismos con maestría y solera, pero sin la frescura del artista que vive y crea para el momento presente.

Shorter, por el contrario, no abandonó nunca un genuino pulso creativo, más que ningún otro jazzista de su generación que se haya mantenido activo hasta bien entrado el siglo XXI. Tras retirarse de los escenarios en 2018 por problemas de salud, no cesó su labor artística y acometió la composición de una ópera llamada (Iphigenia), mano a mano con Esperanza Spalding, que fue estrenada a finales de 2021. Shorter falleció en Los Ángeles este jueves, 2 de marzo, a los 89 años de edad, según ha comunicado su publicista, sin indicar la causa de la muerte.

Wayne Shorter nació en Newark, Nueva Jersey, el 25 de agosto de 1933. Comenzó tocando el clarinete pero enseguida pasó al saxo tenor, estudiando en la Universidad de Nueva York antes de hacer el servicio militar. A finales de 1958 se licencia en el Ejército y toca con la orquesta de Maynard Ferguson, en la que conoce a Joe Zawinul —junto a quien años después fundaría Weather Report—, pero pronto Art Blakey lo ficha para sus Jazz Messengers, con quienes a lo largo de cuatro años grabará algunos de los álbumes más memorables del hard bop, como A Night In Tunisia, Like Someone In Love, Buhaina’s Delight o Mosaic, entre otros. En este periodo el saxofonista crece enormemente como solista, convirtiéndose también en director musical del grupo de Blakey y firmando varias piezas para este—algunas de ellas, como Lester Left Town o One By One, se volverían clásicos en el repertorio de los Messengers—, dando muestra de su capacidad compositiva. En estos años la influencia de John Coltrane ya era muy poderosa para los saxofonistas jóvenes pero, aunque Shorter mostraba trazas de esta, fue uno de los pocos saxofonistas tenor de la época que supo desarrollar un estilo personal, con frases más cortas, un tono más grueso y una capacidad lírica muy pulida.

En 1964, Miles Davis lo convoca para el que se convertiría en uno de los grupos de jazz contemporáneo más importantes de la historia: el segundo gran quinteto del trompetista, junto a Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams. Juntos escribirían algunas de las páginas más fascinantes del género, documentadas discográficamente en obras maestras de Davis como E.S.P., Miles Smiles, Nefertiti o las grabaciones en directo en el club Plugged Nickel de Chicago. Es en estos años en los que Shorter se convierte en un músico realmente colosal, como instrumentista y como compositor. Su aportación al imaginario de Miles Davis es capital, y su saxo se revela como uno de los más originales y elocuentes de la época.

Wayne Shorter en las 51.ª edición del festival Jazz a Juan, en el sur de Francia, el 15 de julio de 2011.
Wayne Shorter en las 51.ª edición del festival Jazz a Juan, en el sur de Francia, el 15 de julio de 2011.SEBASTIEN NOGIER (AFP)

Paralelamente a su trabajo con el trompetista, Shorter graba para el sello Blue Note una ristra de álbumes que lo consolidan también como líder: títulos como Speak No Evil, Adam’s Apple, Night Dreamer o The All Seeing Eye muestran a un Shorter diferente al que escuchamos con Davis, aunque no menos brillante, y capaz de escribir temas tan sugerentes como Yes Or No, Masqualero, Dance Cadaverous, Black Nile, House Of Jade, Infant Eyes o su composición más popular, y una de las más interpretadas de la historia del jazz, Footprints.

En 1969, con el quinteto de Davis ya oficialmente desmantelado, Shorter participa en las sesiones del seminal álbum del trompetista In A Silent Way, pasándose en este caso al saxo soprano, algo que marcaría un cambio muy significativo en su lenguaje durante los años venideros. A partir de entonces, Shorter se consagra mucho a este instrumento, convirtiéndose en uno de los grandes referentes del mismo, con un sonido y estilo muy diferentes al de su otro gran referente contemporáneo, John Coltrane.

A raíz de su reencuentro con Joe Zawinul, con quien coincide en las sesiones de grabación de In A Silent Way y del otro gran clásico del Miles Davis eléctrico, Bitches Brew, Shorter y Zawinul se unen al contrabajista checo Miroslav Vitous y a los percusionistas Alphonse Mouzon y Don Alias para formar Weather Report, un grupo que comenzaría sobre los preceptos de la improvisación libre y los sonidos eléctricos recién llegados al jazz para pronto convertirse en una de las bandas más importantes del jazz fusión. A lo largo de la década de los setenta y buena parte de los ochenta, y con cambios en la formación que traerían a la banda a otras luminarias como Jaco Pastorius o Alex Acuña, Weather Report será el principal vehículo creativo de Shorter, lo que no evita que este continúe con su carrera en solitario o colabore asiduamente con artistas fuera de la órbita del jazz, como Joni Mitchell, Santana, Milton Nacimiento o Steely Dan, entre muchos otros.

En los noventa, tras unos años ligeramente menos activo, Shorter protagoniza una especie de regreso con algunos discos que no son particularmente destacables, como High Life o su dúo con su amigo Herbie Hancock 1+1, pero a finales de la década forma un cuarteto colosal junto al pianista Danilo Pérez, el contrabajista John Patitucci y el baterista Brian Blade, inaugurando una etapa de madurez en la que el saxofonista vuelve a erigirse como una de las voces esenciales del jazz del momento. Esto será así hasta su retirada en 2018, tras cinco álbumes fabulosos e innumerables conciertos con el cuarteto; recitales en los que la tónica es siempre la interacción intuitiva más pura por parte de los cuatro músicos, con resultados sobrecogedores y una espontaneidad que solo muestran los improvisadores más talentosos.

Ese compromiso tan brutal con la música y con la creación genuinamente artística acompañó a Shorter hasta el último segundo de su carrera en los escenarios, siendo ya una leyenda viviente que, a pesar de cierta merma física por su edad, siempre fue mucho más que digna. En cada momento de su carrera fue uno de los mejores en todos los aspectos de su personalidad artística, y el vacío que deja es irremplazable.

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